-¿Victoria?- pregunta la voz ronca del hombre de Washington-
-Yo...siento muchísimo haberte llamado pero -un pequeño llanto se escapa de mi garganta -no sabía a quién acudir...
-Oh, no, no, me alegro de que hayas acudido a mí- dice su voz cansada por la edad-.
-¿Sigues en la ciudad?-él exhala un pequeño suspiro-.
-Lamentablemente sí...querría haber vuelto hace ya unos días a Washington pero lamentablemente la venta de ciertas obras...-yo le interrumpo-.
-¿Podríamos vernos?- él carraspea al otro lado del teléfono mientras me retuerzo las uñas con nerviosismo, sé que no es lo más común del mundo quedar con alguien que todavía apenas conoces nada de él pero la confianza que transmite este hombre...además es el único que no me ha traicionado desde que le conozco-.
-Sí, claro, pero... ¿No es un poco tarde?- tiene razón a veces no se ni en que estoy pensando, pero mi silencio debe durar más de lo habitual porque é rápidamente contesta- ¿Sabes qué? Da lo mismo si me has llamado querrías algo importante...yo asiento aunque no pueda verme- Así que... ¿En media hora en la galería de Gabriel?-.
-Sí, perfecto, ahí nos vemos- cuelgo y busco un taxi rápidamente; tampoco había caído en la posibilidad de Gabriel...aunque rápidamente podría imaginarme su respuesta, irnos una semana a Malibú...pero tampoco puedo hacer eso, no puedo huir y dejar a mi familia sumida en este completo desastre. Además mi madre requiere de una respuesta para mañana mismo ¿Esto dispuesta a darle la respuesta que quiere, con todas las consecuencias que aquello implica?
-Hola- dice Edward en cuanto me ve, saca la mano del bolsillo de su chaqueta y me saluda mientras bajo del taxi-.
-Hola, gracias por venir de veras- le respondo mientras me coloco a su lado y comenzamos a andar-.
-No es nada...estaba por aquí cerca- añade mirando al pavimento- Bueno...-¿Qué te pasaba?- Yo levanto mi mirada y en cuanto alcanzo sus ojos verdes, comienzo a llorar, soltando todo, sin importarme quién me pueda estar viendo.
La duda de Edward es palpable, puedo ver como la duda crece en su cuerpo sin saber que hacer, como actuar. Finalmente, rodea sus brazos por mi espalda y me da un abrazo, al que yo no dudo en responder-.
-Vayámonos a sentar ¿Quieres?- dice con voz cansada mientras señala un banco de una urbanización residencial, yo asiento con la mirada mientras me limpio el contorno (seguramente negro) de mis ojos- Bien...-añade mientras suspira y se golpea suavemente las piernas al sentarse- ¿Quieres que hablemos?- Entonces comienzo a contarle todo a Edward, sin reparos, con pelos y señales, haciendo incapié en cada pequeño detalle, y puedo ver como su anciano rostro pasa por todos los sentimientos posibles, desde el enfado, la tristeza, la preocupación, la alegría y la comprensión; No me interrumpe en ningún instante y eso, reconforta-.
-Y eso es todo...-digo suspirando y tirando el último clinex utilizado a la papelera de al lado del banco- Tengo que responder antes de mañana- digo mientras mi barbilla vuelve a temblar y Edward pasa un brazo por detrás de mi espalda- Además le estoy contando mi vida a un completo desconocido que seguramente no le interesará en absoluto y lo más triste es que eres la persona con la que mas a gusto me siento en estos momentos, no me preguntes el por qué porque ni yo misma lo se- finalizo riéndome nerviosa, él me devuelve una mirada cálida-.
-Ese chico te quiere Victoria...-esas palabras hacen que mi corazón de un brinco. No. Alguien que te quiere no te hace eso, no te miente de una forma tan descarada durante meses ni intenta aprovecharse de ti- Se, que ha hecho cosas mal, pero escúchame- Yo me levanto del banco y comienzo a dar vueltas alrededor de este mordiéndome las uñas- Escucha a un pobre anciano que tiene algo de idea de la vida- yo sonrío ante ese comentario hacia él mismo- Somos humanos, Victoria, todos. Y como tal, cometemos errores, a ese pobre chico no le has dejado ni explicarse- añade sin quitarme el ojo de encima, mientras ralentizo mi paso- Igual nada de ello es cierto, o...-.
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Una vida contigo(Editando)
Novela JuvenilY entonces apareció él, revolucionando mi vida, poniendo todo patas arriba. Dejandome sin nada de mi vida anterior. Debí haber apartado a aquel hombre tatuado de mi familia antes de que me hiciera esto. Antes de que me enamorara. Todo el mundo tiene...