37. El Adiós definitivo

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Silencio, es lo único que invade el coche, eso y la gran sensación de no pertenecer a ese lugar...me niego a mi misma el pensar que el hombre que está sentado a mi izquierda sea mi padre...cientos de preguntas inconexas e incoherentes invaden mi mente con un nervioso baile. No puedo parar de golpear los dedos contra el reposa brazos del coche al sentir como el aire de dentro de ese mismo coche podía cortarse con el filo de un cuchillo.

― Es aquí― digo con seguridad mientras contengo el aire, Edward simplemente gira la llave del coche aparcándolo―

―Creo que tenemos que hablar...― Dice el apoyando su codo sobre la ventanilla y su barbilla descansa sobre su mano―

― No ahora― respondo firmemente con una seguridad que antes no tenía, todavía sigo sin comprender como en estos pocos meses me he hecho tan dueña de mi mis,a de mis actos y palabras, así como de una confianza en mi misma y mis decisiones―

―Pero tendremos que hacerlo en algún momento― Abro la puerta del coche ante su insistencia

― sí, pero no ahora, tengo que centrarme en cosas más importantes― Salgo del coche posando mis tacones sobre el cálido asfalto, oigo un suspiro que proviene del lado del conductor y me agacho hasta quedar a la altura de la ventanilla―

―Gracias― Añado simplemente, me alejo un poco y reviso los papeles en mi bolso rosa de Michael Kors ―

― ¿Cómo que gracias?― Yo pongo los ojos en blanco girándome con cierto aire cínico ¿Es que no es capaz de dejar el tema en paz? ¿Olvidarlo? No, no quiero enfrentarme a la realidad de este hecho y él lo sabe y es lo que le duele. Pero... ¿Qué sentido tiene alargar todo esto? Él nos abandonó y eso es un hecho...―

― ¿Qué más quieres? ¿Un beso en la mejilla?― Respondo sin girarme―

― Tú no eres así Victoria―

―¿ Y tú que coño sabes? ― Añado girándome mientras le congelo con la mirada― ¿Acaso has estado ahí durante estos años para pararte a averiguar cómo soy eh?― Golpe bajo, he recurrido a lo que mejor sabía que le dolería a mi única defensa, él se tapa la cara con algo de desesperación y sopla pegándole un golpe a la tapicería de su coche―

― Vete― dice simplemente con un tono más calmado desviando su mirada de mi ― Pero cuando vuelvas estaré aquí para que hablemos de todo esto― Yo asiento mientras me encierro un cigarro ¿Desde cuándo hace que fumo? Desde hace relativamente poco y es una mierda, en el momento parece que me desestresa, en cambio lo único que hace es aumentar los nervios, observo los largos barrotes que rodean la prisón, así como la seguridad de la misma y pienso acerca de las duras palabras que me ha dirigido Edward...si, es cierto todo esto ha destruido mi mundo partiendo de unos cimientos podridos ¿Cómo se puede no cambiar ante eso? Muchas veces la vida misma te obliga a eso, a cambiar y acostumbrarte a la nueva situación...porque sino la vida puede contigo...pero ¿Es a mejor este cambio?―

― ¿Van Der Woodsen?― Me giro y observo al policia rubito que me observa con algo de miedo―

― La misma― añado tirando la colilla al suelo y pisándola con mis tacones negros―

― Simon me ha dicho que no puede atenderla, pero que comprende por qué ha venido, así que le llevaré directamente con Eric Van Der Woodsen ―

― No― respondo firmemente levantando mis gafas de Prada de sol ― Primero quiero ver al hombre que encarcelaron a la vez que a mi hermano, un tal Drake― él asiente y me indica la entrada―

Sentada en esa incómoda y gris sala no paro de retorcer mis manos en mi vientre mientras normalizo o intento hacerlo con mi respiración...

― ¿Es que no se puede fumar aquí?― Le pregunto a uno de los policías que custodian una puerta justo a mi derecha―

Una vida contigo(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora