16: Tiempo para sanar

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Nicole Campbell

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Nicole Campbell

Ashley camina tomando la mano de Hugo, entre ambos se ve una complicidad espectacular, mientras que mi amiga sonríe, Hugo no para de mirarla. Los dos están mojados, dando evidencia de que se metieron al agua, igual que Adam, quien aún no se ha vestido.
—Espero que Hugo vaya en serio con Ash.
—Puedes estar segura de ello —dice el chico de ojos verdes que está sentado junto a mi en la arena—, hace mucho tiempo que no veía a Hugo tan interesado en una chica como para volver a buscarla.
—A ella le gusta, y mucho.
Adam me regala una sonrisa y se levanta, sacudiéndose la arena de las piernas. No puedo evitar echarle una buena mirada a su cuerpo casi desnudo, antes de que extienda su mano y me ayude a levantarme también. Caminamos hasta encontrarnos con los chicos, y Ashley se acerca y me abraza, para susurrar en mi oído:
—Hugo me ha pedido ir a una cita. —La alegría en sus palabras no me pasa desapercibida.
—¿Tan pronto? —digo, demasiado alto y los chicos alcanzan a oírme.
—Nicole, si te sentirás más cómoda si la cortejo durante un mes y luego voy a tu casa a pedir su mano, puedo hacerlo in ningún problema. —Se burla Hugo, y Adam ríe a carcajadas.
—No es mala idea; pero gracias. Mientras que Ashley sea feliz, yo lo seré también.
—Chicas —Adam llama nuestra atención—, debemos irnos ya, para que no nos coja la noche en la carretera.
Asentimos, y él va hacia el lugar donde dejó su ropa, y comienza a vestirse. Se abrocha el pantalón, y yo aprovecho que está de espaldas para detallar su corpulenta figura. Paseo la vista por cada uno de los tatuajes de sus brazos, pero el que comienza desde la parte inferior de su columna, y se extiende por toda su espalda, es el más impresionante. De forma inconsciente me acerco, y trazo con la yema de los dedos las raíces de un árbol dibujado con tinta negra. Adam se tensa al sentir mi tacto, su cuerpo está helado, por la brisa fresca que ha venido acompañada del atardecer. Se voltea, y su pecho queda casi a la altura de mi rostro, haciéndome sentir pequeña e incómoda, retrocedo un paso.
—¿Tiene algún significado especial?
—Tú siempre quieres saberlo todo, Nicole —afirma, y busca la camisa, esa que no alcancé a ponerme para bañarme en el mar junto a él. La pasa por su cabeza, luego los brazos, y desliza la tela por su abdomen—. Me lo hice en mi cumpleaños número diecinueve. Quería algo que nunca me dejase olvidar mi pasado, por eso un árbol. Las raíces representan mi niñez, el ronco; deteriorado, con diversos cortes e imperfecciones, forman parte de mi adolescencia, y las ramas; secas, sin hojas o flores, significan un futuro incierto, un camino que aún quedan muchos años para trazar, aunque ahora estoy seguro sobre algo.
—¿Sobre qué? —Toma la gorra y se la coloca con la visera hacia atrás.
—Tú serás parte de mi futuro, Enana.
No tengo palabras para hablar sobre la ternura, e inmensa felicidad que me causa escucharlo pronunciar esas palabras. Es más que una promesa, es parte de nuestro destino.

***

En el trayecto de regreso es el turno de conducir de Adam, quien no pierde oportunidad de posar sus manos en mis muslos y regalarme hermosas sonrisas, sin dejar de prestarle atención a la carretera. Mientras nos reímos de las bromas de Hugo, la hora y media que dura el viaje pasa volando. Adam detiene el coche de Hugo frente a mi casa, y ambos salimos, porque Lombardi prometió que llevaría a Ashley a su casa. Los vemos alejarse por la carretera, iluminada por farolas en la acera, mientras caminamos atravesando el jardín, y nos detenemos en el porche.
—¿Puedo pedirte una cita? —pregunta Adam, metiendo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón.
—Claro, sería genial.
—Entonces nos vemos mañana, ¿a las cinco?
—Bien, a las cinco estaré lista.
Sin saber cómo despedirme, subo los escalones, pero la mano de Adam sostiene mi brazo, impidiéndome seguir. Bajo la mirada a donde nuestros cuerpos se unen, y luego, mis ojos regresan a los suyos. Posa sus labios sobre los míos, y un suspiro se me escapa. Al separarnos, él muestra una sonrisa poco habitual, similar a un felino, por ese toque atrevido que le proporcionan sus brillantes ojos verdes.
—No me iría sin antes volver a probar esos labios. —Su voz suena ronca, profunda—. Hasta mañana, Nicole.
Mi nombre se escucha diferente, se siente diferente, como si fuese una palabra que solo nosotros conociéramos, o algo prohibido, solo puedo decir que no es igual a cuando lo pronuncia otra persona. Con Adam todo es único.
Lo observo mientras se aleja por la calle, y en un momento, se voltea y me atrapa. El rubor se expande por mis mejillas y me apresuro en abrir la puerta y entrar a mi casa.
—¡Estoy en casa, familia! —grito, recorriendo el salón.
—Estamos en la cocina —responde mi madre y voy hacia ahí.
Lo que encuentro me deja completamente sorprendida. El respetado cirujano, y padre de familia, el señor Campbell, vestido con un delantal de estampado floreado, y cubierto de harina. Su cabello, con las luces blancas correspondientes a su edad, también está salpicado de harina, y mi madre, luce muy similar.
—¿Qué ha pasado aquí? —Lucho por contener las carcajadas.
—Se nos ocurrió hacer uno de esos pasteles que tanto te gustan; pero no ha salido muy bien.
Abrazo a mi padre, sin que me importe acabar sucia y con olor a huevos. Mi madre también se nos une, y disfrutamos de lo más hermoso y sincero que hay sobre la faz de la tierra; el amor de la familia, desea que siempre estará a tu lado sin importar lo que pase.

***

Después de tomar una ducha, y cenar con mis padres, subo a mi habitación. Sentada en el borde de la cama, me distraigo revisando mis redes sociales. Encuentro muy pocas cosas interesantes, por lo que apago el celular y lo pongo sobre el pequeño escritorio. Tomo un libro al azar de mi estante, sintiéndome atraída hacia la ilustración de la portada, comienzo a leer, y cuando recupero la conciencia y vuelvo a la realidad fuera de las letras, veo que pasa de la media noche. Me meto bajo en enredón y no tardo en quedarme profundamente dormida.
Ha comenzado a amanecer, siento los parpados pesados, y me molesta la poca iluminación que se cuela entre las cortinas. Una sombra, con la forma de una persona, yace sentada en la esquina de mi cama. Pego un grito y me levanto de un salto para encender la luz.
—¡¿Qué haces aquí?!
No podría estar más enojada. Sus ojos lucen cristalizados y enrojecidos por el llanto.
—Necesito que me escuches, Nicole, por favor —dice, con voz temblorosa.
—No, Mariana. No tenemos nada que hablar, las cosas ya han quedado bastante claras. Así que lárgate de mi casa.
—Por favor, solo dame una oportunidad para explicarte.
—¿Qué quieres explicarme? ¿Dirás que no sabías que me acostaba con Jake? Porque no pienso creerte ni una sola palabra.
—¡Las cosas no fueron así! Él me dijo que lo de ustedes había terminado hace mucho tiempo, me juró que solo me quería a mí, me hacía sentir especial. ¡Todo fue una mentira, y yo caí como una estúpida!
—Al menos en eso tienes la razón.
—Niki, perdóname. Nunca fue mi intención hacerte daño, solo buscaba a alguien que realmente me quisiera, y por lo visto en eso también fallé.
—Hemos sido mejores migas durante mucho tiempo, y sé que Jake también tiene la culpa; pero te pido que me des espacio, y tiempo suficiente para tomar una decisión. No soy Dios ni nada parecido, no soy nadie para perdonarte; pero necesito tiempo para sanar.

 No soy Dios ni nada parecido, no soy nadie para perdonarte; pero necesito tiempo para sanar

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Te quiero para mí [EN FÍSICO]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora