20: Te quiero

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Nicole Campbell

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Nicole Campbell

Me bajo rápidamente del taxi, dejándole el cambio como propina al conductor. Siento el teléfono vibrar en el bolsillo de mi falda de mezclilla y decido ignorarlo. No tengo tiempo que perder. Acelero mi paso por los pasillos de Duke Raleigh Hospital, que tantas veces he frecuentado, por ser el trabajo de mis padres. Por fin lo encuentro. Está recostado a los duros asientos de la sala de espera, con el celular pegado a la oreja. Levanta la vista y cuando nuestros ojos se encuentran puedo sentir el cansancio y la tristeza en su mirada. Solo, en un lugar tan frío, con el típico olor a desinfectante que tanto detesta y la misma ropa de ayer. Me aproximo y coloco la mano en su hombro. Sus ojos no dejan los míos en ningún momento.

—¿Estás bien?

No obtengo respuesta, porque Adam se pone de pie y envuelve mi cuerpo en un fuerte abrazo.
Sé cuánto le afecta esta situación, sé el rencor que le tiene a su padre, y aun así, lleva toda la noche esperando tener noticias suyas. Lo abrazo de vuelta. No quiero soltarlo, pero puedo ver a nuestras familias acercarse.
Adam se aleja y acaricia mi mejilla. La palma de su mano está fría, a pesar de que el tacto es suave.

—Gracias por venir —dice, apenas en un murmullo.

—Te prometí que siempre estaría.

Las ojeras opacan el brillo habitual de su iris verdoso. La piel bronceada se le ve pálida y el cabello desordenado.

—Creo que deberías de ir a casa. Podrías darte un baño y, descansar un poco —sugiero—. Nuestras madres estarán aquí.

Señalo a mi madre, que conversa con Beatriz. Se muestra un poco dudoso.

—¿Quieres acompañarme?

Parece un pequeño gatito asustado. Resulta extraño verlo tan débil cuando la mayor parte del tiempo se comporta muy dulce, y la primera impresión que tuve de él fue la de un chico arrogante.

—Vale, iré contigo.

***

—Esperaré aquí. —Una pequeña sonrisa se forma en mis labios mientras Adam sube las escaleras hasta su habitación.

—Nicole, ¿te molestaría preparar algo de comer?

—¿Qué quieres comer?

—Cualquier cosa que sepa mejor que el zumo de naranja de la cafetería del hospital.

No puedo evitar reír.

—Voy a tratar de esforzarme.

—Confiaré en tus habilidades, Enana.

—No te lo recomiendo.

Se marcha y un momento después escucho el sonido del agua al caer, proveniente de la regadera.

Me muevo por la cocina buscando lo necesario para prepararle un sándwich, sin lechuga, Adam odia la lechuga. Agrego jamón y salsa mayonesa. Encuentro unas manzanas en la despensa, y luego de lavarlas le preparo un zumo, albergando la esperanza de que tenga mejor sabor que el del Hospital. Escucho sus pasos, descendiendo los escalones.

Te quiero para mí [EN FÍSICO]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora