7: Quiero verte, preciosa

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Nicole Campbell

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Nicole Campbell

-Hola, Jake -digo entrando al coche, donde me recibe el delicioso olor de su colonia, mezclado con el ambientador para autos.

El rubio me devuelve el saludo y se acerca para plantar un beso en mis labios. Siempre he disfrutado de sus besos, son algo así como una distracción, pero en esta ocasión no causan en mí el efecto habitual, porque en mi cabeza aún permanece la curiosidad por otros labios, que hace un instante estuvieron muy cera de los míos, y no me refiero a los de Jake Foster.

-¿Todo bien, cariño? -pregunta al separarse.

-De maravilla. -Pone en marcha el coche y la satisfacción baila en mi interior. Adam está muy equivocado si piensa que soy una broma, ya veremos quien cede primero ante la tentación.

***

Después de haber recorrer la ciudad, me encuentro tumbada junto a Jake en la cama del departamento que le regalaron sus padres. Desde mi posición puedo detallar su corpulenta figura, abdominales marcados, hombros anchos y brazos fuertes; el cabello rubio se pega a su frente por el sudor, que también recubre en una fina capa su cuello. Una sombra de la naciente barba le enmarca la mandíbula y sus carnosos labios están entreabiertos, producto del sueño en el que está sumido.

Mi mente viaja hasta el momento en que Adam estaba sentado frente a mi durante la cena, sus ojos posados en los míos. No puedo evitar comparar la intensidad de su mirada con lo que siempre veo en Jake, un reflejo de mí misma, alguien que sólo busca diversión y placer. Sigo sintiendo curiosidad por Adam, a pesar de estar con Jake, es él quien no sale de mis pensamientos. En poco tiempo alcanzó a demostrarme que muchas cosas han cambiado, no solo su físico, su personalidad también lo ha hecho, y no me refiero a la madurez correspondiente a nuestra edad, sino a que aquel chico tímido que solía ser, sus palabras amables, el recuerdo de ese primer beso, todo eso ha quedado atrás. Miro el reloj de la pantalla de mi celular y éste indica ya pasan las doce de la noche, hora de que me vaya. No quiero pasar la noche con Jake, tal como imaginé, la idea me sigue molestando, así que le envío un mensaje de texto a Mariana:

«Flaca, ¿puedo ir a dormir en tu casa?»

Su respuesta no se hace esperar:

«Claro, muñeca. Sabes dónde está la llave».

Me visto con mucho cuidado de no hacer ruido. Lo que menos quiero es despertar a Jake, a pesar de saber que no le importa que me vaya. Salgo de su departamento, y una vez dentro del elevador mi figura es reflejada en los espejos que cubren las paredes.

Algo en particular me hace reflexionar, el collar que Adam me regaló aún cuelga de mi cuello. Sin importar los años que pasaron no pude desprenderme de él, significó demasiado para mí, aunque no me atreva admitirlo en voz alta, me sigue importando, y algún día me gustaría poder comprender el por qué nuestra relación cambió tanto después de que él se mudara a California.

Decidida a darle respuestas a esas interrogan tes, me quito el collar y lo guardo en mi bolso. Estoy segura de que Adam ya se dio cuenta de que lo sigo usando, pero por el momento es mejor fingir que no me importa, al menos hasta que sepa si aún quedan rastros de nuestra amistad.

***

Tomo la llave de la casa de Mariana del mismo macetero de siempre, y luego de entrar me encamino hacia su habitación, la cual está entreabierta.

-Hola -murmuro, mientras recojo mi cabello en una coleta.
Mariana está sentada en su cama, recostada al cabecero.

-Pensé que no ibas a venir -dice poniéndose de pie y colocando el móvil en la mesa junto a la cama. He notado que últimamente no se desprende de él, se pasa todo el día pendiente, como si esperara algo a alguien.

-Lo siento, el taxi demoró un poco en llegar. -Camino por la habitación y voy hasta su armario, donde tomo el pijama que siempre me presta cuando duermo aquí-. Estaba con Jake. No llevé mi auto -agrego y Mariana luce sorprendida.

-No sabía que ustedes habían vuelto.

-Y no lo hemos hecho, solo quedamos de vez en cuando.

Damos por terminada la conversación y nos acostamos.

No demoro en quedarme profundamente dormida, porque después del intenso día que he tenido estoy agotada y necesito descansar. Sueño con unos ojos verdes que me observan desde la oscuridad, me incitan a acercarme, y cuando lo hago, desaparecen. Eso es Adam, una constante incertidumbre.

***

La luz del Sol que entra por la ventana me hace saber que ya es de día y con mucha pereza trato de levantarme. Mariana no está en la cama, supongo que estará tomando una ducha, así que decido cepillar mi cabello hasta que llegue y yo también pueda refrescar mi cuerpo. Tengo el cabello rubio, tan largo que las puntas rozan la mitad de mi espalda.

Un teléfono comienza a vibrar en la mesa junto a la cama, y dejo lo que estaba haciendo para tomarlo entre mis manos.

En la pantalla se lee una llamada entrante de alguien que conozco bien; pero la sorpresa es que ese no es mi celular, sino el de Mariana.

El móvil deja de vibrar, lo coloco donde mismo y me paseo nerviosa por la habitación. Instantes después la vibración comienza de nuevo, avisando un mensaje:

De Jake:
«Quiero verte preciosa».

«¿¡Desde cuando Jake le dice preciosa a Mariana!?»

Quiero tratar de creer que es una casualidad; pero mi subconsciente no me lo permite. Él y yo no somos pareja, nuestra relación solo se basa en encuentros sexuales ocasionales, aun así, es muy bajo de su parte involucrarse con mi mejor amiga. Me gustaría pensar en que Mariana tiene una buena razón para no haberme dicho, pero en este momento no encuentro un orden lógico en mis ideas.
Solo deseo irme. Recojo todas mis cosas, me coloco el mismo vestido de ayer para no perder más tiempo, y salgo a toda prisa hacia mi casa, que por suerte está a unas pocas cuadras. Mientras camino por la acera le doy vueltas y vueltas a lo que ha ocurrido. Una lágrima se desliza por mi mejilla.

Decepción, eso es lo que siento.

Después de tantos años de amistad, es doloroso que acaben de esta manera.

Levanto la mirada del suelo y me doy de bruces con un rostro familiar. Viste ropa de deporte, pantalones cortos, una camiseta, y zapatillas. Nuestros ojos se encuentran y no puedo evitar avergonzarme.

«¿Por qué tenía que encontrarme en este estado?»

Trota hasta llegar frente a mí, sus facciones denotan verdadera preocupación. Frunce el entrecejo y arruga la nariz, solo él puede verse guapo haciendo algo así.

-¿Estás bien? -pregunta mientras con el dedo pulgar me acaricia la mejilla y limpia mis lágrimas.

De mi garganta no salen palabras, en ella se forma un nudo que me hace sollozar. Adam me atrae hacia su pecho, el olor de su colonia inunda mis sentidos y el calor que emana su cuerpo se siente tan bien, tan correcto, que por primera vez desde que llegó logro ver en él rastros de su pasado, y me permito bajar la guardia.

 Adam me atrae hacia su pecho, el olor de su colonia inunda mis sentidos y el calor que emana su cuerpo se siente tan bien, tan correcto, que por primera vez desde que llegó logro ver en él rastros de su pasado, y me permito bajar la guardia

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Te quiero para mí [EN FÍSICO]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora