VEINTICINCO: PREDESTINADOS

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El dolor que sentía punzar en su pecho le parecía de lo más patético que había experimentado. Era consciente de que la mujer entre sus brazos no había pronunciado tales palabras por voluntad propia, y aún así haber escuchado esas frases con la voz dulce y melodiosa de ella le había afectado.

Su mano plantada en el vientre abultado casi imperceptiblemente de ella sintió la presencia fuerte y constante del cachorro de ambos, acompañada estrechamente por la fuerza vital de la humana, tranquilizando su incoherente dolor levemente.

Ella por fin decía lo obvio. Ambos se pertenecían.

Los ojos color caoba estaban cálidos y brillantes, dejándole ver claramente el miedo que sentía por el dolor que le había causado las palabras dichas contra su voluntad. Ella no tenía por qué temer en absoluto. La herida que se abrió en su interior no fue culpa de ella, después de todo. Y probablemente los que le causaron dolor a ella en ese momento se encontraban muertos.

No existía ninguna forma para que él dejara de necesitar tan desesperadamente a su humana.

Las manos de ella se aferraban a su cuerpo sin ninguna inhibición, abrazándolo por el cuello mientras los cuerpos mojados de ambos estaban completamente unidos. Cada respiración que Rin daba provocaba que los senos de ella se movieran contra su pecho, sintiendo perfectamente las puntas erguidas y endurecidas.

Por él, le había dicho ella.

Lo entendía, su cuerpo reaccionaba de la misma forma que el de ella, encendiéndose sin poder ser frenado frente a las sensaciones intensas que podía llegar a experimentar con tan solo su aroma y sabor.

Movió la mano que mantenía en su vientre para tomar su mentón, acariciando con una solitaria garra la piel suave de su rostro.

-¿Crees que no lo sé, humana? -El sonrió notando la reacción de ella, sus piernas aferrándose más a él. -En tu vientre esta mi hijo porque así lo quise. -Acercó los labios a los de ella, apenas besándola con un roce. -Porque así lo quisiste. Y lo disfrutaste cada segundo -Mordió suavemente el labio inferior de ella, sintiendo como su cuerpo entero contra sus brazos se estremecía. -Igual que lo hice yo.

Ella gimió cuando la dejó bajar levemente y con cuidado hasta su erección, siendo acunada de forma perfecta por la entrada cálida de ella. Y decidió que la ducha podía esperar perfectamente.

Con los brazos aferrados al cuerpo de ella la sacó, llevándola hasta su cama con agilidad. Al dejarla sobre la superficie se dio el deleite de mirar el cuerpo desnudo de su compañera, notando el impulso de ella de tapar la desnudez de su anatomía. ¿Por qué querría ella hacer tal cosa? Conocía su cuerpo. recordaba cada curva suave y cada valle en su piel, sintiendo debilidad por la humana.

Su vientre se encontraba levemente redondeado por el cachorro, recordándole que la había marcado por completo y que sería ella quien le diera a sus herederos. Solo ella, sin importar la naturaleza de los seres que vendrían. No le importaba en lo absoluto.

Cuando se acercó a ella la sintió temblar, sus mejillas ruborizadas mientras sus ojos color caoba buscaban en él el consuelo a su vergüenza incoherente.

-¿Es que aún no te acostumbras a mi desnudez, humana? -Se inclinó contra ella, buscando que los rostros de ambos quedaran a la misma altura. Sabía que sus propios ojos demostraban la intensidad de la reacción natural que tenía por ella, mostraban los sentimientos que el no quería nombrar ni investigar mucho más a fondo.

-N-no es... -El gemido que ella le regaló cuando pasó un dedo indagador contra los pliegues de su centro fue como avivar su fuego interno. Su cuerpo se estremeció con la necesidad creciente.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora