VEINTE: AROMA

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Sesshomaru se quedó mirando fijamente en los ojos de la sonrosada mujer que aún estaba encima de su cuerpo. Sus brazos se afianzaron contra su espalda, impidiéndole que escapara de él en el momento en que notó que la vergüenza que sintió le estaba comiendo el alma.

-Deja que me recueste, Sesshomaru. -Ella estaba mirando hacia un costado, evitándole la mirada. Cada respiración agitada que daba lo hacía hiper consciente de que aún estaba profundamente enterrado en ella, mientras la exquisita fragancia natural de su piel caliente por el esfuerzo se levantaba invadiendo por completo la habitación.

-Repítelo. -El demandó visiblemente la atención de la chica, despegándose levemente de ella para poder pasar una sola mano hasta su rostro, manteniendo su otro brazo rodeándola por la cintura. Evitando que se escapara de él.

-Olvídalo demonio. Estoy cansada. -Nuevamente ella intentó moverse, y el mantuvo su cabeza en el ángulo perfecto para poder mirar en sus profundos e inquietos ojos.

Ella intentó volver a mecerse contra él, provocando nuevamente el remanente de placer que quería encender su consciencia, pero la frenó con el brazo firme, gruñendo por lo bajo.

-Rin.

El silencio se apoderó de ambos, ella mirándolo con los ojos entornados y brillantes, llena de una emoción que no fue capaz de entender, pero que notaba a simple vista a flor de piel en la joven.

-Te amo, Sesshomaru. -Sus mejillas estaban completamente rojas escarlata. Sus ojos buscaron desesperadamente algun punto entre ellos, evitando a toda costa el contacto visual con él.

El se permitió un momento simplemente para mirar como el cuerpo de ella, completamente desnudo y rodeándolo en su calor, temblaba y se movía con las respiraciones lentas que la mantenían nerviosa.

Los humanos tenían un nombre para cada sentimiento que se les pudiera ocurrir experimentar, clasificándolos todos en el grado de importancia que podían llegar a tener en sus efímeras vidas pasajeras. Puede que ellos necesitaran con ansias sentir cada experiencia, debido a que su paso por la tierra era extremadamente corto. Lo que ellos llamaban amor era el punto de ebullición para ellos. Era lo máximo que podía pasarles, tanto bueno como malo.

Y no pudo evitar darse cuenta que estaba sosteniendo la vida corta y efímera de una mujer en sus brazos, una humana frágil y de rasgos suaves, que se sonrojaba fácilmente, reía de forma constante y lo reñía sin pensar que el era mucho más fuerte que ella. Ella le estaba ofreciendo un trozo de su vida, que podía significar todo para su propia existencia, debido a que acabaría pronto de respirar, en comparación con el tiempo que él podía estar viviendo sin sufrir ningún cambio.

Le dio la vuelta en la cama quedando él sobre su cuerpo, mirando sus ojos brillantes por la sorpresa, sin llegar a salir de su calor. Miró el espacio entre ellos, donde ella tenía la piel cerrada a la fuerza con hilo, intentando su organismo desesperadamente regenerarla. Demasiado lento para lo que él estaba acostumbrado.

Rin decía amarlo, sintiendo como un hilo invisible lo pegaba incluso más a ella, sin entender del todo ni la palabra ni el sentimiento que venía con ella.

La mujer debajo de su cuerpo, que tenía una mueca extraña en su rostro, tiritando su labio inferior mientras sus ojos parecían llenarse de lágrimas, sería efímera. Se tensó con el pensamiento, por primera vez viendo la verdad latente en las diferencias de ambos. El destino le entregó una pareja, una mujer humana, que le estaba entregando la totalidad de su vida para el disfrute de su compañía, por lo que para el sería solo un instante.

El se movió en ella, impulsado por el irracional dolor que sintió al pensar en el momento en que ella desapareciera de su existencia definitivamente, su cuerpo hecho para sobrevivir por solo un instante. Rin se aferró a él, sollozando contra su cuello mientras el establecía un ritmo lento y suave, sintiéndola a consciencia cada segundo que pasaba. Necesitándola.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora