DIECISIETE: VACIAR EL DOLOR

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Sus músculos ardieron en el preciso instante en que pudo moverlos, entrando en un trance en el que le abrumaron todas las sensaciones juntas que se aglomeraron en su cuerpo. abrió los ojos, sollozando por la desesperación que sintió y también por el agobio que le provocó el encontrarse en esa situación.

Frente a ella había un hombre extraño y una chica, que tenía las manos pegadas aún a su vientre y la miraba con el rostro tornado de pura sorpresa y gratitud. Su piel se erizó cuando sintió el beso del demonio en su cuello, que aún no se despegaba de su costado.

-No podía... -Su voz sonó ronca, notando que su garganta estaba seca. -Yo no podía moverme... no podía...

La mano de Sesshomaru bajo uno de sus pechos se afianzó en su cuerpo, aferrándola más fuerte mientras le susurraba algo que no llegó a comprender. Sus oídos estaban invadidos por un incesante pitido.

-Estuve muerta ¿Verdad? -Se movió, buscando el rostro de Sesshomaru, y en cuanto su cuerpo hizo el esfuerzo volvió a sentir el dolor intenso en su estómago. Se aferró a él, viendo su herida aún muy abierta. -Estoy...

-Salgan -Sesshomaru habló fuerte y claro, y ella notó la incomodidad de los demás dentro del cuarto.

Se apresuró a mover las manos, esforzándose hasta tomar la cálida piel de la mujer que le entregó calor, hasta que su cuerpo pudo reaccionar. Sus ojos estaban aún sorprendidos, y ella no pudo más que mirarla con la gratitud latiendo en su corazón.

-Te lo agradezco. -Sintió el apretón de sus manos cálidas, reconfortantes.

-No se que hice, no se quien eres. -Le dijo, suavemente. -Pero me alegra muchísimo haber ayudado.

Sin más, ella salió acompañada y escoltada por el hombre, sumiendo la habitación en un silencio que tenía miedo de romper. Podía sentirlo a su lado, respirando constantemente, y cuando fue capaz de apreciar su rico, oscuro y masculino aroma su corazón comenzó una carrera desbocada. Le parecía que habían pasado años desde que cayó al suelo, sintiendo su cuerpo por completo afectado.

Respiró profundamente antes de volver el rostro nuevamente hasta el ser, que por lo que podía entender, había obrado de tal forma que ella ahora estaba viva tendida en lo que parecía su cama. Sus ojos se encontraron con los dorados, que la miraban con completo abandono.

Intentó volverse hacia él, pero su mano gentil no se lo permitió.

Sonrió, exasperada.

-Ven, demonio. -Lo llamó, intentando sonar demandante, aunque solo demostró la necesidad que tenía de sentirlo cerca.

-Rin. -Su nombre sonó ahogado en su boca, y cuando su rostro estuvo de nuevo al alcance de sus ojos, notó sus facciones contraídas.

Levantó las manos acariciando la piel de su cuello, tocándolo suavemente y notando lo caliente que estaba al tacto, mientras subía hasta sus bonitas facciones. El no se movió, limitándose a mirarla intensamente y dejarla hacer lo que ella quisiera con él.

-Tengo el estómago abierto, Sesshomaru. -Sonrió cuando lo vió gruñir, enredando los dedos en su cabello un poco húmedo, desordenado y precioso.

-Lo arreglaré. -¿Cuántas veces lo escuchó decir exactamente lo mismo? Lo jaló, buscando que se acercara a ella.

Los labios del demonio se apoderaron de su boca, mordiéndola suavemente mientras comenzaba a invadirla con cuidado, dándole lo que ella tanto necesitaba sin siquiera haberse dado cuenta. Lo sintió moviéndose con cuidado, apoyándose en el colchón para que ella tuviera acceso a él sin llegar a hacerle daño, ni infringirle presión en su estómago.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora