CUATRO: TRAIDOR

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Dentro del cuarto habían cuatro demonios más, mientras el se mantenía en uno de los rincones apoyando el hombro de forma distraída. Su cuerpo estaba tenso con el tema que se tocaba.

Obviamente nadie se atrevería a reprochar el comportamiento que había tenido la semana pasada, ni los lugares que había frecuentado. Aun así, el tema que estaban tocando le ponía de un mal humor palpable.

Se movió manteniendo la vista en un punto muerto, tomando asiento frente a su escritorio mientras las voces se arremolinaban en sus oídos, conociendo que hablaban de un demonio en particular.

-Ya no importa que quedemos pocos, Sesshomaru. Debemos terminar con él. -Yuki, la demonio lobo, se tomaba demasiadas libertades con él.

Se limitó a mirarla con el rostro inexpresivo, los ojos desprovistos de cualquier atisbo que demostrara sus pensamientos, logrando que los ojos azules de la mujer se volvieran conscientes de que no debía acercarse tanto a él.

-Tráemelo.

La mujer puso su rostro enfadado al mismo nivel que el suyo, inclinándose sobre el escritorio mientras se le acercaba de forma provocadora.

-¿Por qué te niegas a exterminarlo de una vez, Sesshomaru? -El se removió, manteniendo distancia con ella. -Permíteme agradarte y matarlo por ti.

El comprendió de inmediato el doble sentido de sus palabras. Soltó una risa baja mientras la miraba. Su rostro surcado por las marcas demoniacas color verde pálido, la insolente boca pintada de carmín mientras esperaba una victoria.

Mucho tiempo atrás, cuando su cuerpo joven se llenaba de mortal aburrimiento luego de exterminar tanto humano como demonio que se le plantaba delante, el había permitido que esa mujer intentara entretenerlo. Un par de veces.

Y rápidamente descubrió que luego de que ella saciara su gula de placer de una forma completamente impersonal, fría y distante, nunca tuvo la menor intención ni deseo de hacer lo mismo por ella.

Ni mucho menos deseaba correr el más mínimo peligro de terminar reproduciéndose con la demonio, por lo que jamás le permitió más que tocarlo. Y luego la apartó.

E igualmente la mujer seguía rememorando momentos que no deberían haberle dado ninguna esperanza en absoluto. El no necesitaba una compañera.

-Tráelo. -Repitió, mientras los otros 3 demonios en la sala asentían sin chistar.

Kurimoro había sido atrapado siendo demasiado "Familiar" con los humanos.

Protegiendo a una mujer.

Salieron de su despacho a un punto incierto. Sabían que volverían en un muy corto tiempo con el demonio en cuestión, y mientras esperaba, un musculo en el rostro le comenzó a saltar.

En su lengua aún podía sentir ese sabor.

Se estaba apoderando de él, de su maldita consciencia y de su voluntad.

¿Cómo había sido tan estúpido para probar, aunque mínimamente, el sabor de su boca? Si tan solo un poco de su esencia lo mantenía en ese estado de necesidad imperiosa, asquerosa y despreciable, no se quería imaginar que podría pasar si probara del todo el sabor.

Gruñó. No debería sentir el impulso por más. No debería pensar e imaginar como sería hundir la lengua en la boca de la humana, delicada y malditamente sonriente con la que había tenido la mala suerte de toparse.

En ese momento la puerta se abrió, y Yuki entró con Kurimoro a la rastra.

-Cierra y abandona mi casa. -Sesshomaru notó como la demonio demoró en moverse, pero al final su orden se cumplió.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora