ONCE: RECLAMO

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Sus piernas se doblaron, respondiendo de mala manera mientras se esforzaba por seguir avanzando. Por seguir corriendo en el camino desprovisto de cualquier luz, dejándose ir con los ojos cerrados y el miedo por un camino que no tenía nada delante. Abrió los ojos para comprobar, que de hecho, solo más oscuridad la recibía con los brazos abiertos cada tramo que avanzaba, pero siendo consciente de que si se frenaba la iban a alcanzar.

¿Qué la estaba persiguiendo?

No lo sabía, solo tenía consciencia de que no debía frenarse. No debía mirar atrás, aunque los sonidos de hojas moviéndose y crujidos le dijeran que de una u otra forma iba a caer. Que perdería.

Llegó al final del camino estrepitoso y lleno de quebradas, solo para encontrarse con el más negro de los vacíos, lleno de una soledad insufrible y un frío que calaba los huesos. Rin sentía las lágrimas caer por sus ojos, apretando las manos nerviosamente mientras miraba al vacío.

-No mires atrás Rin... -Se dijo, tragando las gotas saladas. -No mires atrás.

Apretó con fuerza sus ojos y dio un paso hacia la nada, dejándose tragar en el vacío, y mientras su cuerpo giraba en el aire, escuchó la voz desesperada, ronca y familiar gritando.

Gritaba su nombre.

Forzó los ojos buscando, levantando los brazos desesperadamente para aferrarse a algo que simplemente no estaba ahí, solo para ver como unas manos con garras afiladas intentaba tomar las de ella, frenar de alguna manera su caída agonizante al frío que ya estaba calando su cuerpo por completo.

Pero esa mano se le resbaló entre los dedos, y su cuerpo se desvaneció en la nada.

**

Rin abrió los ojos de forma brusca, saliendo de su sueño con las mejillas surcadas por lágrimas mientras su mente no era capaz de soltar las imágenes en su pesadilla. El reloj marcaba pasadas las dos de la madrugada y las sabanas estaban arremolinadas entre sus piernas desnudas.

Con una mano temblorosa se aferro el pecho, que aún clamaba por más oxígeno, provocado por su inminente pánico luego de despertar. Su corazón estaba acelerado y el palpitar errante le resonaba en los oídos, junto con un pitido.

-¿Qué es ese dolor que siento en tu pecho? -Rin tomó un respiro hondo, volteando hacia la puerta de entrada de su dormitorio en penumbra para encontrarse con el resplandor sobrenatural que tenían los preciosos ojos dorados. -¿De qué huías, corderito?

Frunció el ceño intentando calmar su alma atormentada mientras miraba las profundidades doradas acercarse, sin poder evitar hacer un puchero cuando lo tuvo suficientemente cerca.

Desde que Yamato la había acompañado a casa y se había encontrado con el en la puerta, no lo había visto por lo que ella contaba fueron 4 días. Era lo mas absurdo que le hubiera pasado jamás, pero su cuerpo sentía la necesidad de su cercanía para estar en correcto funcionamiento.

Lo había extrañado, rompiéndole el alma no verlo esperándola, acechándola en la entrada de su casa, y le daba más miedo que nada el comenzar a aceptar ese hecho. Ni siquiera tenía tanto tiempo de conocerlo, y el hombre era de una naturaleza completamente extraña. ¿Cómo era que se había formado un apego tan fuerte de la nada?

La mano de Sesshomaru se acercó hasta su rostro, y ella enfadada se apartó de su tacto, dejándose llevar por el dolor que aún arrastraba desde su sueño.

-¿A que estas jugando? -Su voz era baja, pero sonaba estrepitosamente alta en el silencio de la noche. -¿Crees que puedes aparecer cuando se te dé la gana?.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora