DOCE: MUY TARDE

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Rin podría haber apostado a que la mueca en su rostro era completamente graciosa, o no entendía porque los ojos dorados la miraban con el típico brillo de la diversión. La mueca en el precioso rostro, que pronto dejó al descubierto con unas marcas muy parecidas a las de Sesshomaru, le decían que ella estaba disfrutando mucho.

-Ah. -Las ganas de reír por el puro nervio le estaban ganando, y sintió como sus labios se tambaleaban. ¿Es que no era capaz de decir nada más que eso? ¿De verdad Rin?

La Demonio se acercó más a ella, inclinándose sobre el escritorio que las separaba y apoyando ahí su brazo. Una uña perfectamente roja se posó en su propio brazo, desprovisto de tela que lo pudiera proteger.

-Eres el ser más curioso que me ha tocado ver en todos mis años.

-No se que crea que esta pasando, Señora, pero le aseguro que no es...

-Por favor, Humana. -Ella se Rió sonoramente mientras se levantaba de su silla, rodeando el mueble que las separaba para mirarla directamente a los ojos, con muy poco espacio separándolas. -¿Crees poder engañarme a mí?

Ella se mantenía en pie mientras Rin seguía sentada. La Demonio la miraba con los brazos cruzados en su pecho, bajando levemente el rostro para poder divisarla de forma altanera.

-Es que no entiendo a qué se refiere.

-Tu cuerpo fue marcado por completo, chica. -La mujer se inclinó sobre ella, acercando el rostro y notando como sus ojos le estudiaban las facciones. -Hueles a él.

Por primera vez en todo el tiempo que había transcurrido conociendo a Sesshomaru y su extraña naturaleza, Rin cayó en cuenta que los seres como él podían percibir ese tipo de cosas. Ni por un momento antes había pensado en ello, pero mientras tenía de frente a la mujer que era la madre del hombre que tan solo unas horas antes la había mantenido en la cama, fue completamente consciente de que sus sentidos lo iban a pillar.

No pudo evitar sonrojarse escandalosamente, mientras intentaba mantener una expresión neutra y aguantar la mirada pesada y demandante de ella.

-Cómo te explique, solo tenía curiosidad. Esto debió pasar mucho antes, después de todo. -Rin se limitó a verla moverse dentro de la estancia, observando los múltiples artículos que tenía para la atención al paciente. -Tu llegada se retrasó demasiado, niña.

-Mis disculpas entonces -El comentario escapó sin pensarlo de sus labios, y de inmediato se arrepintió.

-Vaya, lengua rápida. -Ella se rió mostrando unos colmillos muy similares a los de su hijo. ¿En que se había metido? -Mi hijo nació para ser enredado por sus propias palabras y tropezarse con sus creencias. Mi mayor error fue mimarlo demasiado. -Ella estaba caminando hacia la salida, no sin antes darse vuelta para darle otra larga mirada. -Pero el destino fue sumamente cruel, evitando que te tuviera antes de que arruinara por completo su vida.

Ella de un momento a otro se quedo sola, mirando el cuarto en completo vacío y sintiéndose sumamente avergonzada y extraña. Ella aún ni siquiera conocía que tipo de relación tenía con Sesshomaru, y ya había tenido que enfrentar a la mujer más hermosa que vió jamás.

Y era su madre.

Vaya que día, Rin.

Debían haber pasado lo que eran unas 4 o 5 horas desde el encuentro con la mujer, su cuerpo aún se sentía extraño y pesado, pero el trabajo estaba siendo completamente caótico ese turno, por lo que no le dio tiempo a tomar un solo respiro ni una sola vez, incluso saltándose las comidas. Estaba con Yamato viendo a un hombre que había caído de su tejado y tenía varios huesos rotos, cuando una mujer entró en empujada por uno de los recepcionistas.

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora