VEINTINUEVE: PLAN

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Siete meses.

Su vientre era prominente, caminaba con dificultad por los jardines de la propiedad del demonio, que ya estaba comenzando a reconocer como su esposo. Le había ganado por cansancio la batalla de los términos en su relación, y la verdad era que ella ya no quería seguir peleando con él por eso.

Y se sentía como su esposa, también.

Pocas veces se topaba con otras personas ahí dentro, y ella podía asumir fácilmente que cada rostro que la había mirado, sonriéndole amigablemente ahora que se habían acostumbrado a su presencia, eran de hechos seres como el de su Sesshomaru. Todos ellos eran demonios.

Caminaba descalza, sus pies estaban comenzando a inflamarse por el peso de su hijo, pero ella se rehusaba a dejar de moverse, aún cuando Sesshomaru cada vez que la veía paseando terminaba acunándola en su pecho, evitando que caminara más.

Y con ese pensamiento, venía también el conocimiento a su cerebro, recordando que el invierno estaba a pasos de ella. A pasos de su pequeña familia aún no formada, y acechando al hombre del que se había enamorado tan profundamente, y que le debía tanto. Cada vez que lo recordaba, su cuerpo se tensaba en el miedo.

Ella no alcanzaría a dar a luz antes de que todo cayera. Ella debería confiar en que el podría moverse lo suficientemente rápido para salvar al hijo de ambos, incluso cuando le faltaban dos meses para el término de gestación.

Pero no tenía por que dejar eso al azar. Ella podía asegurarse de que al menos él tuviera por siempre un trozo de ella en el hijo que llevaba en el vientre. Lo haría.

Un par de respiraciones profundas y su cuerpo se calmó. Su mente dejó de funcionar a una velocidad tan vertiginosa, estando completamente segura de su decisión, y completamente segura de los pasos que iba a seguir.

En la oscuridad de la noche vió claramente los ojos dorados, que estaban vigilándola y brillantes descontentos por ella estar en el frío otoñal descalza en el césped. Lo sabía, y lo esperó con una sonrisa brillante, decidida a entregarle todo lo mejor de ella, todo lo que pudiera darle. Empeñada en crear recuerdos que se mantuvieran en su memoria, para que la recordara con al menos una fracción del amor que ella sentía por él, en cada latido de su corazón.

Rin cerró los ojos con placer y extremo agrado cuando sintió las manos fuertes en sus caderas, aferrándola con cuidado y siendo atacada gratamente por el calor de las palmas del demonio, que de inmediato la jaló a su cuerpo haciendo que ella, gigante como se sentía, apoyara con cuidado todo el peso de su cuerpo en él.

Sonrió abiertamente, subiendo los ojos hasta las profundidades doradas que la miraban con reproche, completamente segura que lo primero que saldría de esa preciosa y exquisita boca que él tenía sería algun tipo de regaño.

-No, no está suficientemente frío para que este fuera -Ella respondió a las palabras mudas de él, que le hablaba con los ojos brillantes pegados en los de ella. Pasó las manos por la dureza de su pecho, con baches suaves y cálidos por los marcados músculos elegantes.

-¿No habías dicho ser médico, Humana? -En su rostro apareció un semblante irónico, sus ojos brillando ahora con superioridad.

Sintió como su cuerpo se elevaba en el aire, el pasando ambos brazos fuertemente por su espalda, y subiéndola arribada a su cuerpo, donde la mantuvo firme con ambas manos sosteniéndola desde debajo del trasero.

Ella quedaba mucho más arriba que su rostro así, mirándola desde la altura y buscando equilibrio en sus hombros.

-¿No se supone que conoces los riesgos en el embarazo, humana imprudente?

Predestined - Sesshomaru y Rin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora