4. Luke

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Era viernes y eso significaba descanso. En otra ocasión hubiera salido con los chicos a tomar unas cervezas, pero aquella semana no había nada que le apeteciera más que llegar a casa y acostarse a dormir. Por supuesto, le habría valido también la opción de acostarse con Melissa, pero esta había salido del pueblo para pasar unos días en casa de sus padres. 

Saludó a su perro Baldimore al entrar a casa, aquel labrador que había sacado de la perrera una noche de verano, hacía ya mucho tiempo. Por un momento el recuerdo de aquel día amenazó con materializarse en su memoria, pero lo apartó lejos de él evocando uno de los tantos revolcones que se había dado con Melissa. Aquel recuerdo debía permanecer enterrado en lo más hondo de su psiquis, y por mucho se había asegurado de que así fuera.

—¿Qué pasa pequeño? ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer? —decía a la vez que le acariciaba las orejas repetitivamente. Caminó hasta la cocina y llenó el bol de Baldimore con pienso. Salió al jardín, situando la comida del perro cerca de la caseta de las gallinas. El perro se tiró encima del cuenco con afán, y Luke se quedó parado junto a él, contemplando al peludo que tan feliz lo hacía. 

Subió a la habitación de su madre procurando que sus pisadas fueran inaudibles. Julie Bennet era médico en el hospital de referencia que se encontraba en el pueblo, y desde que Luke tenía uso de la razón, la recordaba haciendo largas jornadas nocturnas. De niño se había acostumbrado a pasar las noches con sus hermanos pequeños, y consecuentemente, a cuidar de ellos. Ahora apenas se hablaba con los mellizos. Brenda y Tomeo estaban siempre ocupados, y cuando no era por ellos, era él quien estaba haciendo cualquier trabajo en alguna ciudad. O apuntándose a algún cursillo cuando le venía la inspiración. O preparándose para alguna competición de boxeo por la que su madre le hubiera reprochado de así saberlo. 

Recorrió el pasillo de puntillas hasta llegar a su habitación. Cerró la puerta, se quitó la camiseta y se echó sobre la cama. Estaba exhausto. Aquel último trabajo que había encontrado de fontanero le estaba absorbiendo la energía. Pero no se quejaba, al menos no en público. Mucho menos si ese público implicaba a su madre. Julie llevaba años intentando convencerle para que iniciara una carrera universitaria. Decía que le brindaría mejores posibilidades en la vida y otras cosas que de primeras podían sonar bastante lógicas. 

Pero a Luke no le iba eso. Tenía pensado ir a la universidad algún día, sí, en un futuro cuando él lo creyese oportuno. Pero mientras prefería trabajar, labrarse la vida de otros modos que no implicasen el estrés y poco tiempo constante por estar estudiando. No era un cabeza hueca, de eso todos estaban seguros. Simplemente no quería estudiar. No por el momento. 

Eran las siete de la tarde, pero estaba tan cansado que no pudo luchar contra las garras de Morfeo y en menos de cinco minutos cayó en un sueño profundo. Esa tarde, soñó de nuevo con ella, y aquel recuerdo de la noche en que rescataron a Baldimore terminó de desarrollarse en su cabeza. Aunque como con el tema de la universidad, era algo que no estaba dispuesto a admitir. Ni siquiera a sí mismo. 

La historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora