25. Vivian

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Capítulo dedicado a @livia_martinez por confiar en esta historia y por su apoyo. No dudéis en pasaros por su historia "Un amor olvidado", no os decepcionará. 

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—¿Entonces, Harrison y tú no sois nada?

Melissa la había estado interrogando sin descanso al bajar del coche, de camino a las gradas, en las gradas, en el baño y de nuevo en las gradas. Hablaba y hablaba sin parar, contando cosas de su niñez y también de Luke, de lo mono que era y de lo bien que hacía boxeo, aunque nunca lo hubiera visto practicarlo. Y no paraba de preguntarle a Vivian cosas y más cosas sobre su estancia en Helsyville y de cómo había sido su infancia y adolescencia en Geollen. Llegados a aquel punto, Vivian contestaba a todo por inercia. O había sido así hasta que la joven de cabellos dorados había sacado el tema de Harrison y de cómo la pelinegra lo había conocido. 

A Vivian no le gustaba mentir. Al menos no sin motivo. Pero aquella situación requería que mantuviera la verdad escondida a cal y canto, porque sino las palabras de Melissa dejarían de ser tan amables como lo habían sido hasta el momento, y además, Luke, quien ya la odiaba en demasía, aumentaría el rechazo que sentía hacia ella. 

—Nada de nada —contestó negando con la cabeza—. Nos conocimos ayer en el bar. Sé que es raro, porque tenemos la misma edad y ambos somos de aquí, pero ya ves, incongruencias de la vida. 

—Ya veo... —meditó Melissa con un dedo en la boca. Luego mostró una sonrisa— Pues para que lo sepas, pegáis mucho los dos. 

Vivian solo pudo sonreír, cansada. Le hubiera gustado preguntarle por Luke y por su relación o lo que fuera que tuviesen, pero concluyó que ya había perdido demasiado la dignidad y que no le  haría ningún mal mantener algo de lo que quedaba de ella. Él no quería saber nada de ella, así que ella tenía que obligarse a contener sus impulsos de adolescente y asumir la realidad. 

Con la intención de distraer un poco la mente, paseó la vista por las gradas, contemplando a la gente que charlaba animosa y a algunos de los familiares y amigos de los competidores que pronto pasarían al ring. Había banderas de diferentes colores y representaciones de distintos estados colgadas alrededor de las cuerdas del cuadrilátero, y los jueces y árbitros estaban acabando de prepararlo todo. Tuvo que detener su barrido visual debido a una repentina arcada que, por suerte, había sido lo suficientemente silenciosa como para no ser captada por la joven rubia. Todavía se sentía mareada y con náuseas, y seguía sin entender por qué estaba allí. Lo más lógico hubiera sido irse nada más llegar, excusarse con lo que fuera y correr al hospital junto a su hermana. O irse a casa a avisar a sus padres de que se había quedado sin móvil antes de que pensaran que alguien la había secuestrado. Pero ahí seguía, sentada con la nueva conquista de Luke Bennet y con dos niños molestos a su lado que no dejaban de darle con las banderillas en la cabeza, mientras aguantaba las ganas de vomitar y de gritar que aquello era una locura . 

Lo peor de todo es que estaba sola, sin poder contarle a Miranda o a Torres nada de lo que había pasado mientras se sentía la persona con más mal fortunio del planeta. La mitad de su cuerpo la instaba a creer que aquello era un sueño, así que no pasaba nada si se dejaba llevar. Pero la otra parte, aquella que entendía la gravedad de la situación y asumía que lo que estaba pasando era real y no una mera fantasía, le pedía a voces que cogiera un taxi y se largara lejos del resonar de los golpes de gomaespuma.  

Iba a decirle a Melissa que se tenía que ir, que se despidiera de Luke por ella, y que ya se verían en otra ocasión porque conocerla había sido muy agradable. Aunque eso de verse de nuevo fuera una completa mentira. Sin embargo, las palabras quedaron atrapadas en su garganta porque la muchacha a su lado se levantó dando un brinco con la más radiante de las expresiones plasmada en la cara. Acto seguido, volvió a sentarse, con la ilusión aún presente en su aura.  

La historia que nunca ocurrióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora