El vestido de lentejuelas brillaba frente al espejo. Dio una vuelta sobre sus propios pies para ver la cola de sirena que se extendía hasta el suelo, bajando por sus piernas. Le gustaba lo que veía. Pese a no ser demasiado alta y no tener las piernas más tonificadas del mundo, aquel atuendo se le acentuaba en los lugares necesarios para hacerle ver un cuerpo de infarto.
Melissa exageró un gesto teatral tapándose la boca con las manos y abriendo los ojos muy grandes. Ahogó un grito, y se acercó a Vivian sin quitarle los ojos de encima.
—Sabía que no me equivocaba contigo —asombrada, daba vueltas alrededor de la susodicha, contemplando cómo su diseño encajaba a la perfección con el cuerpo de la modelo—. ¡Estás espectacular!
—El vestido es muy bonito —proclamó Vivian encogiéndose de hombros. Nunca se había sentido cómoda del todo con los halagos, ya que aunque no le molestaran, no se los acababa de creer y tampoco sabía qué contestar.
No eran demasiados en el set, siendo cuatro en total, por lo que no sintió la vergüenza que había esperado sentir al ser el centro de atención en una sesión fotográfica tan importante. Damián, el fotógrafo de la compañía, se acercó a ella en un par de ocasiones para indicarle cómo posar y para corregir la caída de la prenda. La pelinegra no había podido evitar fijarse en él durante toda la sesión; en sus cejas ligeramente fruncidas y en sus ojos miel que la observaban con detalle. En cierto modo, le parecía atractivo, y le agradaba el no sentirse incomodada a pesar de estar siendo analizada por él continuamente. Claro estaba que el fotógrafo era todo un profesional, y también aquello la cautivaba.
Posó frente a la cámara con trece ropajes diferentes, sintiéndose guapa con todos y cada uno de ellos. Los diseños de la rubia eran fascinantes; Melissa era realmente buena en lo suyo. A la hora del descanso, se abrigó con una bata acolchada y siguió a Melissa por los pasillos de la nave. Detrás de ellas iba Damián andando atropelladamente con el trípode, la cámara y los diferentes objetivos que se adaptaban a ella.
Cuando llegaron a las mesas y a las cafeteras, Vivian se volvió hacia él para ofrecerle su ayuda, a lo que el chico agradeció con una sonrisa de oreja a oreja. Cargó el trípode para que él pudiera colocar las cosas sobre la mesa, y después de mantener una conversación amena sobre cómo estaban saliendo las fotos, regresó junto a Melissa.
—Te parece guapo, ¿eh? —inquirió mirándola pícaramente y provocando que Vivian diera un respingo sobre la silla. Su primer instinto fue negar con la cabeza, pero lo evitó, y en cambio acabó sonriendo con tranquilidad y asintiendo sin decir ni pío— Já, es que viene de familia —dijo antes de soltar una sonora carcajada.
Notó que las mejillas le ardieron, avergonzándose al instante. La rubia la miró con diversión antes de darle un ligero codazo.
—Ey, no pasa nada, que somos primos, no novios. Mira, si quieres podemos hacer una quedada los tres en la que mágicamente yo desaparezca después. Es muy majo, te aseguro que no lo rechazará. Además, creo que le has gustado.
Vivian insistió en que solo le había parecido atractivo y en que no había necesidad de concertar ninguna cita engañosa, y entre risas, bromas y las ideas alocadas de Melissa, recuperaron la seriedad de modelo y jefa una vez acabado el receso. Lo siguiente que la joven tuvo que vestir fueron unos jerséis invernales, con adornos de renos y copos de nieve, y unos pantalones de campana. La primera parte de la sesión le había parecido más divertida, con todos aquellos vestidos festivales y tops apretados con encaje, pero sin duda estar cubierta por abrigos calentitos y lana era infinitamente más placentero.
Miró a la cámara con una pequeña sonrisa tal como Damián le indicó, y se aferró la cintura con la mano, siguiendo todas sus indicaciones. Con cada flash de la cámara se iba soltando más y más, dejando de lado la poca inseguridad que la había acompañado en un principio. Para cuando hicieron el segundo descanso, sentía que las piernas le pesaban más de lo normal. ¿Quién dijo alguna vez que el modelaje era fácil? Si con solo cinco horas de poses ya estaba más que exhausta, no quería pensar en cómo acabarían quienes se dedicaban a ello como sustento de vida tras sesiones que podían durar hasta un día entero sin casi pausas.
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La historia que nunca ocurrió
RomanceVivian y Luke nunca se han besado. Pero cuando se miran o están en una misma habitación el aire se carga de una energía casi mágica. Comparten un pasado del que Vivian no es capaz de escapar, mientras que Luke va de relación en relación. Desde hace...