Día 1

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Si los deseos se volvieran realidad, probablemente muchas personas tuvieran todo lo que sueñan con solo chasquear los dedos. Pero no es así, algunos deben ser trabajados y solo entonces pueden llegar a transformarse en aquel hermoso sueño. Para Sophie el trabajo arduo la llevó a convertirse en una escritora novel. Apenas reconocida, sus historias de amor estaban llegando a más personas de las que había imaginado y eso, para Sophie, era el sueño y los deseos hechos realidad.

Sin embargo, aun cuando las puertas se habían abierto para ella, también consideró lo que dejaba atrás. Su familia. Y es que, el mundo que empezaba a verla quería saber más. Los diferentes compromisos la llevaron a distintos lugares, ciudades y países. Empezaba a sentir el cansancio, el deseo de despejar su mente y convertirse en un alma invisible. Quería correr, brincar, gritar y solo porque el mundo caminaba a su alrededor se abstenía.

Hasta un día.

La mañana de un jueves, Sophie decidió huir de su departamento como si aquel lugar fuese una celda. Tomó las llaves, su teléfono móvil, la cual yacía apagado, y observó el lugar esperando que nadie se diese cuenta. Cuando se vio dentro del elevador, un largo suspiro salió de sus labios y una sonrisa se marcó en sus labios. El pensamiento de una victoria la hizo feliz.

No tenia un lugar al cual desear ir, pero siendo las primeras horas de la mañana optó por caminar las calles en busca de un café. Al encontrar una modesta tienda de toldos amarillos, amplio y hogareño, decidió que allí debería quedarse el tiempo necesario. Fue directo a la barra, pidió un mocaccino grande, dos croisant, y una pieza de tarta de manzana y se sentó lo mas alejado del mundo, lo mas cerca de una retirada inminente.

Se encontró leyendo un periódico que alguien, muy amablemente, le había prestado. Disfrutó del desayuno sin perder de vista las noticias relevantes del día donde su nombre exhumaba gloria y su mente, vaga, quería silencio. Cerró el noticiero de un sopetón y respiró hondo. Había huído para sentir la libertad que había olvidado en algún callejón o entre las cotidianas caminatas y subidas al metro cuando le tocaba trabajar. Quería volver a sentirla y es que en menos de un año el planeta la había mostrado bajo una luz brillante que a pesar de agradecer, empezaba a abrumarla. El mundo de los famosos resultaba ser más peligroso de lo que alguna vez imaginó.

Sophie aguardó en el lugar entreteniéndose con las redes sociales en su móvil. Con observar a las personas a su alredor y aquellas que caminaban cual robots frente al café. Vio a un par mostrarse amor y afecto, haciéndola sonreír. Y, al lado de la pareja, observó la otra cara del humano, la soledad. Era un hombre vestido con blazer, jeans, una camisa negra y zapatos cualesquiera. Su piel blanca se contrastaba con sus cabellos lacios y negros como la noche, además de una barba prominente. Un hombre atractivo, a pesar de su apariencia.

Sophie lo observó por varios minutos. Al hombre se le acercaban personas ,conversaban con él y luego se retiraban con una sonrisa e sus labios. No era para menos, lo había reconocido a penas lo vio. Sin embargo no lo había creído. Contempló las escenas hasta que su mirada volvió nuevamente a la feliz pareja, para luego pasar a aquel reconocido actor de ojos marcados de soledad.

Un café por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora