Día 22

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Algo que nunca le había sucedido a Kev era ser regañado por Gus. El hombre siempre le había tratado con respeto, con cariño, como un consejero, pero de alguna forma él había hecho que saliera de sus casillas y que bueno que lo había hecho. También pensaba que no dejaría que eso volviera a suceder; cuando Gus esta fuera de sí puede ser bastante rudo. El golpe en su pomulo lo constataba, más no le importaba. Parecía haberlo necesitado, había querido responder mejor a los sentimientos de Sophie, había querido mostrarle que no debía sentir vergüenza, ni preocuparse, ni pedir disculpas ni nada que pasara por la mente de la joven y no lo logró. En dos días luego de su confesión, no había logrado nada, hasta que Gus lo hizo reaccionar.

Se sentía como un niño inquieto en el asiento. Se sentía tonto, asustado. Los días antes de aquel domingo habían sido mejores, sin duda, quizá hubiera respondido mejor. Quizá hubiera hecho todo distinto, pero qué era todo cuando había pasado tan poco. Alzó la vista contemplando su alrededor. No había rastros de ella ¿iría? ¿Sophie realmente iría a verlo? Le había escrito pidiéndolo y cuando no respondió optó por llamar, pero las llamadas no fueron contestadas ni los mensajes. Aun así decidió esperar, porque valía la pena esperar, porque deseaba lo mismo que ella y tan solo había sentido algo de pánico al saber que ella sentía lo mismo que él.

Pero Sophie no llegó.


Un café por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora