Día 10

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Dos cucharadas de azúcar. Revolver y beber. Sophie necesitaba del sabor y el aroma de aquel grano más que nunca por el simple recuerdo de saber que, muy probablemente, él estuviera haciendo lo mismo. Retornó al viejo sabor del latte. Le había gustado más de lo que esperaba y saber qué Kev lo había recomendado era una suma a su pensamientos llenos de una noche grata en compañía de aquel hombre.

Se acomodó en el cojín pensando en cómo finalizó la cena. Había empezado muy bien: Kev hizo una reservación en un restaurante, no esperaron nada cuando ya se habían sentado en su respectiva mesa, alejados del bullicio y ocultos en sus conversaciones. Él fue el galante hombre que en algún momento ella imaginó, pero de allí en más las cosas se fueron abajo, aunque con un buen resultado. Un escabroso vino que no gustó en el paladar de él, una alergia la atacó y, al final, una ida al hospital con receta y cuidado. Sophie se vio saliendo de la emergencia con una sonrisa de oreja a oreja por la singularidad de la noche, más Ryer no podía terminar de creer en su mala suerte. Era una de las pocas veces en que algo como aquello le sucedía. Se sintió mal por la salud de ella, aunque verla indiscutiblemente alegre le quitaba faltas sus culpas.

Sophie alzó la mirada viendo al hombre sentarse con una mirada de culpabilidad en sus ojos. Ella se rio por debajo.

-Ya, no hace falta que sigas disculpándote -recordó. Esa sería la decima vez sin contar las del día pasado-. A pesar de todo salió muy bien. -Kev rio contrario.
-No, Sophie, no salió muy bien. Por lo menos me alegra saber que tu alergia cesó -esbozó-. He debido preguntar antes de pedir el menú sin saber. -Sophie se encogió de hombros.
-Bueno, ambos nos llevamos una sorpresa -bromeó y finalmente Kev rio.
-No hay manera de que me dejes culparme por todo -negó-. En una próxima ocasión volveremos a los hot dog, eso sí no te dará alergia, ya lo comprobamos.

Sophie deseaba borrar aquella sensación de él, pero sabía que era un hecho que no podía quitar como si fuese la hoja seca de una flor. Al menos, agradecía que poco a poco la conversación fuera tomando un rumbo distinto. Ella se encargó de detallar algunos sucesos más escabrosos que lo sucedido con él, por lo que el dueto se vio envuelto en un aura de armonía que olvidaba al resto. Aquel que sentían siempre que ambos se juntaban.

-Fue una de las cosas más espantosas que me sucedió -comentó Kev negando-, pero cómo podía saber que eso iba a suceder. -Sophie lo contempló sin dejar de reir.
-Podías, no sé, haber puesto un letrero de no molestar -carcajeó.
-No lo pensé, quizá en una segunda ocasión lo haré. -confesó-. Pero no creo tener una segunda ocasión.
-No, yo tampoco lo creo -exclamó sincera-. Parece historia de película.
-"Me pareció haberlo visto en algún lugar, aunque es posible que... No, sé que lo he visto" -murmuró-. Así me estaría diciendo luego de verlo en cines.
-¡Pero si no hacía falta! -explotó en risas.

Las risas fueron descendiendo como la espuma, como un torbellino que empezaba a decaer cuando ya no había forma de seguir.

-La pasé muy bien, Kev, y creo que eso es lo único que debe importar.
-Yo también -sonrió agradecido.

Un café por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora