No estamos destinados

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AMY

Siento la necesidad de abrir los ojos, al hacerlo lo hago lento y con cuidado, como si mis pestañas estuvieran pegadas, pero al abrirlos la luz blanca me molesta y me hace entrecerrarlos, muevo mi mano y me acaricio la cabeza, siento una tela en mi frente y después veo a Aiden levantarse de lo que parece un sillón.

-Amy, lindura -dice acercándose y toma mi mano. -Tranquila.

Por una razón me siento alterada de no saber que ha pasado y en donde estoy, pero respiro como Aiden me pide y lo veo a los ojos, son amables y atentos.

-¿Dónde estoy? -pregunto y mi garganta se esfuerza de más, al notarlo tengo algo en mi cuello. -¿Qué estoy usando? -pregunto asustada.

-Es un collarín, para la postura -dice mi amigo y se sienta en la cama. -Estamos en un hospital, has tenido un accidente de auto y has quedado inconsciente unos días.

-¿Un accidente?

-Si, lindura -dice Aiden y me vuelve a tomar de la mano.-Estabas esperando la luz verde cuando un auto venia en sentido contrario y se paso el rojo, te choco pero no fue grave, tuviste un golpe fuerte en la cabeza y te pusieron el collarín para la columna, no llevabas cinturón de seguridad, quedaste en una posición un poco descuidada.

-¿Y mi celular? -pregunto al recordar lo que me hizo distraerme de la luz verde.

-Temo decir que no sobrevivió, se rompió -Aiden besa mi mano y sonríe. -Casi te perdemos, hermosa.

Tengo tanto que preguntar, pero ahora lo más importante es saber el tiempo que he estado inconsciente y como están mis padres, de seguro vueltos locos, mi vida personal puede esperar un poco.

-¿Podrias llamar a la enfermera? -le digo a mi amigo y sonríe. -Quiero comer algo y beber agua, también sentarme.

-Claro que si, enseguida vuelvo.

Aiden se levanta y sale de la habitación, la veo y me doy cuenta que está lloviendo, las ventanas son grandes y la habitación también, la cual está adornada de muchas flores y globos, pero no hay rosas blancas por ningún lado.

Mi animo cambia al recordar a Luka y lo que era nuestro, me pregunto si está en algún lado del hospital o si dejo que el vuelo pasara, muchas cosas buenas pasan por mi cabeza, pero en el fondo sé que él no está aquí.

Antes de llorar o hacer algo estúpido, por la puerta entra una enfermera y mis padres, mi padre parece cansado y no usa su traje, sino una playera de cuello alto y pantalones, mi madre también tiene el mismo estado y usa pantalones, al verlos me es imposible no llorar, pensar por un momento en dejarlos me rompe el corazón, no pueden perder a su única hija. Mi padre es el primero en acercarse y con mucho cuidado y cariño me abraza, todo lo que he estado sentido se desmorona y lloro.

-Perdón, perdón -le digo a mi padre en sollozos porque siento que debo disculparme por casi irme.

-Ya -dice mi padre y se separa de mi, se limpia las lagirmas.

Mi madre me abraza y también me disculpo con ella, ahora no puedo decir lo mucho que amo a mis padres, tal vez no he estado unos días, pero de ahora en adelante valorare más el tiempo con ellos.

Mi madre me suelta y la enfermera me pasa un vaso de agua con hielo, para ayudarme a beber, con un control mueve la cama y me deja en una posición más cómoda, con un popote me apoyo para beber agua y mi garganta lo agradece más de lo necesario, estaba muriendo de sed.

-En unos minutos vendra el doctor -me dice la mujer y me quita la tela de la frente, al verla veo una gasa con un puntito rojo. -El golpe ya ha sanado y ahora solo faltan una pruebas.

Until You Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora