No quiero ir lento

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Mi primera semana de regreso es trabajo y más trabajo, paso mucho tiempo con Megan en el despacho de mi casa y en varias reuniones, ella es muy atenta e inteligente, así como he notado que es amable, pero aun así, siento que estoy viendo a Lorenzo, el cual no ha contestado mis mensajes y llamadas, por lo que tengo que recurrir a su esposa.

-Hola Lukis -dice Nicoletta en cuanto contesta. -¿A qué me debo el placer?

-Hola, ¿Lorenzo está bien? -digo y bajo de mi auto. -No contesta mis mensajes ni llamadas, me preocupa.

-Resulta que esta un poco molesto, perder muchos millones no pone de buen humor a nadie, Lukis -dice y siento su sonrisa. -Pero, dale unos días.

-Lo sé, pero tengo que decirle algo muy importante -camino dentro del edificio Sting y con el corazón saliendo de mi pecho. -¿Podrias darle el mensaje?

-Claro que si, Lukis, porque apesar de todo, si te tengo cariño, ¿cuál es el mensaje?

-Dile que sé donde está mamá -digo y el ascensor llega al piso que me interesa. -Y que tenemos hermanos a los cuales conocer, que me llame cuanto antes.

-Vaya, no te andas con bromas -dice Nicoletta y puedo sentir su preocupación, ella sabe todo. -Tambien me gustaría decirte algo, Lorenzo no sabe, pero me gustaría decírtelo primero a ti.

-¿Vas a dejarlo por mi? -le pregunto bromeando y camino a la oficina que me interesa.

-En otra vida, cariño -dice riendo. -Pero no, estoy embarazada y quisiera decirle a Lorenzo sin todo tu drama, así que lo convencere de ir contigo a buscar a la perra de su madre y sus crías, pero prometeme que no diras nada.

-Te lo prometo, Nicoletta -digo y justo en ese instante la mujer que amo me ve y escucha, mierda. -Me tengo que ir, pero necesito ese favor.

-Nos vemos en unas semanas -dice mi cuñada y siento la presión de los ojos miel frente a mi.

-Adiós -cuelgo el celular y presto mi atención a la hermosa mujer que tengo frente a mi.

Amy Sting, mi dulce Amy, su rostro es el mismo, pero ha cambiado, sus mejillas parecen más sonrojadas que de costumbre y en la frente tiene una pequeña marquita, su expresión es más seria, verla siempre me gustó, incluso cuando no teníamos nada, apreciar lo hermosa que es era un deleite, pero ahora, que sé que la heri y que además escucho el nombre de Nicoletta en mis labios, ha de estar pensado lo que no es realmente, pero ahora eso no es lo que me interesa, sino abrazarla y rogar por su perdón, pero las palabras que quiero no me salen.

-Hola Amy -digo y trago saliva. -He venido por los asuntos que dejamos pendientes.

Amy no dice nada, solo se queda de pie viéndome y cuando sus ojos se conectan con los míos, la dulce miel ya es amarga, pero siguen siendo brillantes, la observo y al instante me encanta ver que usa pantalones, sus piernas lucen más largas y sus tacos las hacen verse torneadas, mi mente las recuerda enrolladas en mi cintura y al instante sé que debo parar, no puedo solo verla y desearla, pero es imposible, es su culpa por seducirme y lograrlo, creo que lo hizo hasta que la ame más de lo que imaginaba posible.

Amy parece recuperar el aire, al igual que yo, cuando lo hace camina a su oficina y la sigo, cierra la puerta y me siento, ella busca unos papeles y cuando los encuentra se sienta frente a mi, no ha dicho nada y me muero por escuchar su voz.

-Es el nuevo contrato -dice al fin y me siento más tenso. -Solo renové las fechas e inclui unas sedas, pero es el mismo que firmaste con Dante.

-Ya -digo y veo el contrato. -En ese caso, no veo porque debería revisarlo dos veces.

Until You Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora