Prólogo

1.5K 161 63
                                    

Prólogo

Giselle Ackerman nunca se detuvo a pensar en el cómo las cosas realmente sucedieron, la verdad es que simplemente intentaba ignorar esa información por completo para evitar caer en alguna especie de locura que la llevará a cometer estupideces en ese momento tan crucial de su vida.

Ella se encontraba cautiva en una vieja prisión de Marley a kilómetros de la isla de Paradis.

No entendía cómo es que paso de vivir los momentos más felices de su vida, a un lado de su capitán Ackerman y todo su querido escuadrón, a vivir entre ratas y obligada a llevar una señal que la identificará como demonio.

Ese lugar era demasiado extraño, demasiado para su propio gusto.

Había tecnología que no terminaba de comprender, facciones dentro del ejercito que luchaban por ganarse la oportunidad de ser titán, separación entre los habitantes y mucho racismo, racismo hacia la gente de Ymir.

Llevaba dos meses intentando aprender lo suficiente para sobrevivir, entre ello había comprendido que ya no podía caminar libremente por las calles como lo hacía por su amada Paradis, ni mucho menos tenía derecho a voz y voto, cosa que había comprendido por las malas, y que le había supuesto más de un golpe.

Afortunadamente, de una manera extraña, el mismo hombre que había decidido acabar con su vida un tiempo atrás decidió que Giselle Ackerman era de su propiedad y que se encontraba a su cuidado, por lo que, después de varios días luchando con los generales, Reiner Braun había conseguido que Giselle viviera en su propia casa, ya no como cautiva, sino como domestica de su madre.

Claro, eso supondría que ahora comía mejor y tenía una cama tibia para dormir por las noches, pero, si Giselle era sincera, prefería escuchar los gritos chillones del general del ejército que los gritos racistas de la madre de Reiner.

Lo único bueno que Giselle le había podido proporcionar a la madre de Reiner era el estatus, estatus de tener su propio esclavo proveniente de la isla, porque sí, al final del día esa era la cruda realidad de la exsoldado élite de la legión de reconocimiento.

Era una mísera esclava.

Extrañaba su hogar, lo extrañaba tanto que incluso podía sentir los diversos aromas del mercadillo de Trost y el retintín de sus espadas chocando con los tanques de gas de su compañero.

Pero, mucho más que extrañar los frívolos locales de Trost o los mismos establos del cuartel general, Giselle extrañaba a su Levi Ackerman, el hombre que había elegido por esposo y que había abandonado a su suerte.

Cada día deseaba por las noches volver al día en que recuperaron la muralla maría, porque sabía que si no se hubiera separado de Levi, como lo hizo, no se encontraría en ese lugar rodeado de gente mala y a kilómetros del único amor de su vida, incluso, estarían ideando como atacar al maldito pueblo de Marley y luchando por su propio sueño de libertad.

Pero no, Giselle se encontraba limpiando la letrina de la casa de Reiner bajo la mirada inquisidora de su madre.

-No entiendo como esta niñita puede ser un Ackerman -dijo por tercera vez escupiendo a sus pies. -Solo mírala, esta escuálida y paliducha.

Los ojos azules y ojerosos de Giselle se dirigieron, por primera vez en muchos días, a Reiner quién comía con notoria lentitud un pobre plato de sopa que su madre le había servido con poca gentileza.

Aunque no lo quisiera, y aunque odiaría siquiera el pequeño pensamiento de pedir ayuda al hombre que mato a cientos de sus compatriotas, lo necesitaba, porque en ese pobre estado en el que se encontraba Giselle no podría esquivar los malos tratos de la vieja mujer.

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora