26. El renacimiento de la humanidad

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El renacimiento de la humanidad

Nada había resultado sencillo después del sacrificio de Eren Jaeger, eso lo sabían muy bien, sin embargo, estaban dispuestos a dar lo mejor de si para reincorporar a la gigante Paradis a la humanidad y, de una vez por todas, recomenzar con una vida libres pero, esta vez, digna.

Armin había sido el encargado de contar la historia, de realizar las conexiones necesarias y representar a Paradis, y era muy bueno en su trabajo. Un par de años habían transcurrido desde ese fatídico día, un par de años donde todo había cambiado enormemente, y ahora Armin era un hombre hecho y derecho, con una avergonzada muchachita rubia de Marley a su lado.

La titánica Annie.

Annie había vuelto a su forma humana, desde el retumbar el cristal en el que se había encerrado se rompió y, desesperada, buscó un camino hacia su padre, sin embargo, nunca lo logró y entonces, sin siquiera imaginárselo, cayó rendida a los brazos del único ser humano que le inspiraba confianza, el soldado Arlert.

Los Marleyanos que quedaron con vida aún continuaban con esa narrativa de odio, iba a ser difícil volver a confiar y eliminar años de adoctrinamiento mental, sin embargo, había alguien que inspiraba confianza, alguien que estuvo entre ellos viviendo como esclava y conocía sus odiosas costumbres.

Giselle Ackerman.

La castaña muchacha se había convertido en la conexión entre Marley y Paradis, en una serie de desafortunados acontecimientos terminó siendo la vocera de su nación hacia los enemigos. Tal vez eran esos gigantes ojos azules que inspiraban confianza, o temor, en realidad nadie sabia con certeza que era lo que Giselle tenía, aunque algunos sospechaban que era el hombre de 1.60 con aspecto enojado y gigante cicatriz que la seguía a todos lados, aquel que todos conocían como el soldado más fuerte de la humanidad.

Lo que nadie sabia era que Levi Ackerman era el ser más dulce de toda la humanidad, velaba por los sueños de su esposa y la acompañaba a cada una de sus actividades con profundo orgullo, ambos estaban completamente enamorados y viviendo un sueño de libertad que habían anhelado hace años.

Habían sido afortunados de contar con las herramientas necesarias para permanecer con vida y, que su pequeña familia de tres continuara como estaba.

Historia había cuidado muy bien del pequeño Farlan, se habían ocultado en las gigantes cuevas de cristal en un desesperado intento de huir del retumbar y, casi como si supiera lo que iba a ocurrir, se salvaron de haberse convertido en titanes, ya que el cristal neutralizaba los poderes titánicos, o al menos eso habían descubierto.

Ahora el pequeño Farlan era todo un infante e imitaba a su padre en todas sus acciones, era el vivo retrato de Giselle, con el temperamento de Levi y la fuerza de todo un Ackerman.

No cabía duda de que la humanidad volvería a tener un humano tan fuerte como Levi o Mikasa.

Con respecto a Mikasa, la triste pelinegra peregrinaba todos los días hacia el gigante árbol de su niñez donde descansaba con Eren, en el cual ahora yace el cuerpo de su amado. Se había decidido a dejar el cabello largo y abandonar por completo la milicia, ya no tenía porque luchar, pero se encontraba orgullosa de haber logrado que la humanidad y su pueblo finalmente fueran libres.

Jean, quién también lloraba la perdida de su amada Asamí, la acompañaba en su sufrimiento, desde donde, tras un par de años, comenzaba lentamente a nacer un tierno y dulce amor de compañerismo y lealtad.

Era casi como si hubiese estado escrito, como si el destino supiera que debían terminar juntos.

Hange había comenzado la reconstrucción de la ciudad pero, esta vez una más moderna, una bajo su visión, disfrutando cada uno de sus locos experimentos junto a sus amigos Levi y Giselle.

La humanidad lentamente volvía a su natural cause, la naturaleza recobraba lo que era suyo y tapaba los enormes bloques de la muralla con enredaderas y lo que ya parecían ser montañas, quedaban escasos vestigios de lo que una vez había sido la guerra más grande, y ahora solo quedaban enérgicas historias y relatos que el pueblo traspasaba de boca en boca.

Habían sido, los valientes soldados del escuadrón de reconocimiento quienes velaron su sueño, quienes lucharon hasta el final y, finalmente, devolvieron la libertad.

Habían sido, aquel grupo de intrépidos y estúpidos mocosos quienes, con un ingenio deshumanizado, lucharon hasta el fin.

Había sido, ese flacucho niño de grandes ojos verdiazul, quién dio su vida en cuerpo y alma por ellos, por Paradis, por Mikasa, por Armin, por Jean, por Connie, por Hange y por los Ackermans.

La humanidad era libre, finalmente. 

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora