14. Marley

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Marley

Todo el camino a Marley Giselle se mantuvo en silencio, se aferró a pequeños recuerdos que había realizado en sus escazas semanas en la isla y con eso intentó mantener la fuerza necesaria para volver a pisar esa tierra maldita.

Sara la había intentado convencer de no realizar semejante estupidez, incluso le había recordado lo difícil que había sido para ellas llegar a ese lugar, pero la castaña estaba convencida que era la única manera de ayudar a la legión y poder dar un pie firme hacia el final de la guerra.

Si bien se encontraba asustada, principalmente porque temía encontrarse nuevamente con los Braun, también tenía la secreta esperanza de que todo resultará a la perfección y que pronto su Levi, sus amigos y ella estarían de vuelta en la isla planeando su siguiente gran misión.

Levi la había observado todo el tiempo, nervioso por una posible recaída de su esposa y ansioso por terminar luego esa alocada tarea, él lo único que deseaba en ese momento era saltar por la borda y nadar junto a Giselle hacia su cabaña en el bosque.

El cuerpo de su esposa se mecía con el leve movimiento del barco, el cabello corto volaba libre con el viento marino y el extraño vestido celeste que los desertores le habían dispuesto para pasar desapercibida por las calles de Marley le sentaba de maravilla

Él se encontraba mucho más enamorado de lo que estaba antes, si es que eso era posible, y sabía que podía dar su vida ciegamente por esa muchacha si se necesitaba.

Caminó hacia ella con paso gentil y posó ambas manos en las caderas de la soldado, sobresaltándola de lo que sea que su mente estaba tramando en ese momento, depositó un pequeño beso en el hombro descubierto de su esposa y con delicadeza murmuró palabras de aliento en su oído.

Si bien el no era la persona más adecuada para mantenerla serena, principalmente porque sus nervios se encontraban de punta desde el momento en que cruzó la plancha del barco, sabía que el debía ser la roca de su esposa en esa situación, porque ahora se encontraban de camino a su pesadilla viviente.

-Levi -llamó ella con su pequeña vocecita.

-¿Qué ocurre? -preguntó él apoyando su mentón en el hombro de Giselle.

-¿Crees en mí?

-Sí -respondío instintivamente.

-No dejes que me hunda -pidió ella con la mirada fija en el pedazo de tierra que se asomaba a lo lejos. -Mantenme fuerte ¿por favor?

Levi sintió como su pecho se comprimía ante las duras palabras de su esposa, pero, en el fondo, se sintió tranquilo porque Giselle estaba pidiendo ayuda y eso significaba que ella no se dejaría vencer por el miedo, que por mucho que su mente la estuviera intentando hundir, su fuerte Giselle no lo permitiría.

-Estaré siempre a tu lado, Giselle -prometió Levi girando el cuerpo de la castaña por completo hasta quedar frente a él. -Soy tuyo y tu eres mía, no lo olvides, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

Tras un par de horas la legión ya se encontraba en el continente de Marley y, tal cual lo habían diseñado en el plan, un hombre los esperaba para guiarlos a la mansión en la cual se quedarían, y con gran entusiasmo por aprender pisaron por primera vez las tierras de los enemigos.

El grupo se encontraba emocionado, había un sinfín de cosas que nadie había visto jamás en Paradis, a excepción de Giselle que conocía esas calles de memoria tras los recados que debía cumplir a diario en la casa de Reiner, por lo que, a pesar de que el resto se había desconcentrado del plan inicial, ella no y eso era un punto a favor.

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora