Epilogo
Levi rosó con la punta de sus dedos la tersa piel lechosa de su mujer.
Giselle yacía completamente desnuda a un lado de él, con los ojos completamente cerrados y una tierna sonrisa plasmada en los labios. Era la segunda vez que él la tomaba durante la mañana de ese cálido día, y ella no podía más de felicidad.
Habían pasado un par de años desde el retumbar, desde que todo había finalizado para ellos y para Paradis, Levi se mostraba más entusiasta, más alegre y mucho más tranquilo, y eso le encantaba a Giselle, aunque extrañaba su lado aventurero y verlo en su equipo militar.
Estiró uno de sus brazos y acercó el rostro de Levi hacia el suyo para besar la frente del pelinegro con ternura. Él estaba sudado, tenía un extraño sabor a durazno, té negro y sal, sin embargo, le parecía tan familiar que podría atesorar ese momento por siempre.
Suspiró con profundidad, agradecida de todo lo que le rodeaba y rio.
-¿Qué te pasa? -preguntó Levi entre sonrisas. -¿Por qué esta tan feliz mi mujercita preciosa?
Giselle se sintió como una niña pequeña y, entre sonrisas, se acurrucó entre los fuertes brazos de su esposo.
-Nada, mi Levi, solo soy feliz -comentó con voz ronca y honesta. -Nunca me había sentido tan en paz como en este preciso momento, solo admiraba cada detalle.
-¿Y que conclusión tienes de tu observación? -preguntó el mirándola de soslayo.
-Que eres extremadamente hermoso -aseguró Giselle. -Que somos afortunados de tener un hijo sano y fuerte -sonrió. -Y que extraño verte en tu uniforme de capitán.
Levi enarcó una pelinegra ceja hacia su mujer y, con el rostro serio, inspeccionó cada una de sus facciones en busque de alguna mentira en sus palabras. Cuando no la hayo, y vio en los hermosos ojos de Giselle que todo era cierto, estalló en risas y beso cada pedazo de piel de Giselle.
Nunca pensó, durante la mitad de su vida, que él llegaría a ser así de feliz, ni mucho menos que lograría tener una familia tan hermosa como la que había logrado crear junto a esa hermosa castaña. Sabía que, en parte, se lo debí al fuerte entusiasmo de Farlan por obligarlo a cumplir con su promesa pero, también, a esa mirada penetrante de Giselle y esa personalidad encantadora.
Giselle había sido la única mujer, en toda su vida, que había logrado remover todo el mundo de Levi que, con solo un movimiento de pestañas lo tenía babeando en sus pies.
Era así, era su verdad, el era simplemente un esclavo a merced de esa preciosa, fuerte y hermosa mujer.
Entonces, sin siquiera pensarlo, se levantó de la gran cama y camino hacia la parte más escondida de su armario. Allí, muy en el fondo, se ocultaba perfectamente doblado su uniforme.
Se lo calzó con elegancia y se posicionó frente a Giselle con una sonrisa avergonzada.
-¿He hecho feliz a mi amada? -preguntó con las mejillas encendidas.
Giselle gateo desnuda por la cama y, con una sonrisa en sus rosados labios, asintió contenta y seductora hacia Levi.
-Mucho, me has complacido en demasia -aseguró. -Ahora acércate a mi soldado y bésame.
-mm...
-Es una maldita orden -dijo Giselle con voz autoritaria. -Capitán, acércate.
Levi tomó a Giselle desde la cintura y, sin mucho esfuerzo, la levantó en sus brazos para, con amor y pasión, tomarla por tercera vez esa mañana.
Eran malditamente felices y, solo una cosa terminaría por aumentar ese estado.
Ellos eran soldados, eran guerreros y necesitaban acción, entonces, casi sin siquiera pensarlo, tomaron la decisión que cambiaria por completo el curso de sus vidas y, con mucha esperanza de un buen futuro, comenzaría ese mismo día.
Ensillaron sus caballo, a la blanca yegua luna y al hermoso caballo café de Levi y, con todo preparado y Farlan en las rodillas del pelinegro, cabalgaron en busca de aventuras, en busca de nuevos lugares para conocer y en busca de una ansiada libertad.
Eran así, inquietos, luchadores y repletos de esperanza, mientras se tuvieran uno al otro, nada podría faltar en sus vidas.
-Vamos -murmuró Levi observando como el largo cabello de Giselle ondeaba junto al viento. -¿Estas lista?
-Siempre lo estoy, capitán Ackerman -dijo Giselle juguetona. -Vamos por esa libertad.
Y, sin siquiera decir una palabra más, cabalgó a toda velocidad dejando a Levi y Farlan atrás, preparada para nuevas aventuras, para enseñarle a su hijo sobre la vida y, por sobre todo, para amar eternamente a aquel hermoso capitán pelinegro que la enamoró, a su Levi Ackerman.
FIN.
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Sueños sobre ti - Levi Ackerman
FanfictionLevi Ackerman nunca se imaginó que se encontraría en esa posición, con la espada en su cuello rogando por una muerte rápida entre sollozos desesperados, o al menos eso pensaba antes de conocer a Giselle Church. Ella le había entregado los mejores d...