18
Muy temprano por la mañana viene la ansiedad
El tiempo era algo indescifrable, eso bien lo sabía la legión en tiempos de guerra fría, y es que mantenerse en ese estado de completa incertidumbre, simplemente esperando, entrenando y preparándose para el incipiente fin los tenía casi al borde del colapso, al punto en que las semanas parecían horas y los meses días.
Giselle se mantenía al tanto de todo, principalmente porque era esposa del capitán de la legión y amiga de la comandante pero, en la mayoría del tiempo, porque no quería bajar la guardia ni mucho menos encontrarse en un ataque sorpresa.
La semana de descanso en la granja fue ideal para continuar eficientemente con sus tareas, y reencontrarse con Levi, pero hasta ahí, porque Giselle no podía seguir perdiendo tiempo, y es que debía mejorar en sus habilidades y prepararse para ganar una guerra.
Y eso es lo que estaba haciendo.
Muy temprano por la mañana, Giselle solía caminar el pequeño sendero de su cabaña en el bosque hacia la muralla, en dirección al campo de entrenamiento dispuesto por la comandante Hange y la policía militar.
Se juntaba con dos de sus amigos más cercanos para practicar las diversas técnicas de combate y armas que conocían pero, en especial, Giselle solía vagar por el campo de tiro junto a Sara, imaginándose el rostro de Reiner, Pick y los demás que la torturaron en Marley, y apuntando deliberadamente al pequeño tiro al blanco que se posaba con tranquilidad sobre los troncos.
Ese día en específico, Giselle había salido más temprano de lo normal de su cabaña, después de besar la frente de Levi y dejar el té preparado para su posterior desayuno.
Ella se estaba sintiendo increíblemente ansiosa, y su estómago era la única víctima, además de el pobre Levi quién escuchaba a diario las locas conspiraciones de guerra de Giselle, por lo que la noche anterior apenas pegó un ojo y la única distracción que tenía esos días era el duro entrenamiento, así que frente al primer rayo de sol que atravesó la ventanilla de su habitación, Giselle decidió partir.
Se calzó su viejo uniforme de la legión, sin siquiera importarle las diversas manchitas de pasto que los pulcros pantalones blancos tenían, y se amarró el corto y castaño cabello en un pequeño rodete desordenado.
Se sentía en especial extraña esa mañana, las mejillas las tenía más sonrojadas de lo normal, los labios hinchados, los grandes ojos azules brillantes como dos antorchas y parecía que todo su cuerpo había decidido tener fiebre ese día, aún así no fue impedimento para trotar por el sendero hacia Sara.
Sintió como el frio viento de esa mañana la aturdió, haciéndola perder equilibrio de ves en cuando en su camino a la muralla, sin embargo, decidió ignorar por completo esa sensación apostando porque solo era a causa de la falta de sueño y comida.
Llegó a duras penas al campo de tiro y, con las rodillas temblorosas, se recostó en un pequeño montículo de heno en el cual solía descansar junto a Jean Kirschtein, su amiga Asami y Sara.
-Maldita sea -refunfuñó para sí misma mientras esperaba que Sara hiciera su gran aparición.
No le gustaba sentirse de esa manera, ni mucho menos sucumbir ante el cansancio, odiaba que todos a su alrededor tuvieran razón y le insistieran a diario por viajar cada fin de semana la granja de Historia, pero ella debía hacer algo, tenía que moverse y planear como ganar la guerra, por el contrario, toda su vida perfecta y de libertad estaría en peligro.
Suspiró profundo y, mientras exhalaba con cansancio, cerró los ojos imaginándose un mundo sin Marley.
Odiaba admitirlo, en realidad lo hacía, porque había conocido mucha buena persona a su alrededor ese ultimo tiempo y que provenían de esa nación pero, detestaba con todo su corazón Marley, lo quería ver caer, en cenizas, quería que todo se derrumbara de la misma manera en que ella lo hizo en esos tiempos de prisionera.
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Sueños sobre ti - Levi Ackerman
FanfictionLevi Ackerman nunca se imaginó que se encontraría en esa posición, con la espada en su cuello rogando por una muerte rápida entre sollozos desesperados, o al menos eso pensaba antes de conocer a Giselle Church. Ella le había entregado los mejores d...