23. Mi mundo hecho pedazos

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Mi mundo hecho pedazos

No tuvo que pasar mucho tiempo para que el estruendoso sonido de una bomba estallando cerca de ella le hiciera despertar. Había presenciado el más extraño acontecimiento, y en realidad, ni siquiera quería detenerse a pensar en ello porque, con desmayo o no, ella no había olvidado que Levi estaba en peligro.

Con la poca fuerza que su cuerpo tenía en ese momento, se impulsó hacía arriba y comenzó nuevamente su trote pero, esta vez, no hacia el bosque, si no a la pequeña carreta destrozada que se divisaba a metros de ella.

A medida que avanzaba su respiración se hacia mas pesada, sus manos y pies comenzaban a perder el control de ellos mismos, los sentía casi como dos gigantes bloques de concreto. Se sentía desesperada, y esa desesperación le impedía correr a la velocidad que su mente le pedía, y la que necesitaba.

-¡Maldita sea! -gritó con frustración intentando correr hacia la carreta.

Entonces, antes de que siquiera pudiera acercarse lo suficiente, un titán apareció de la nada y tomó el cuerpo de lo que parecía ser una persona y lo devoró. Giselle se escondió detrás de una gran roca, y esperó a que este desapareciera, principalmente porque no tenía las fuerzas necesarias para luchar con eso, y quería mantenerse con vida para lograr llegar hasta Levi, porque su Levi tenía que estar con vida...el debí estarlo.

Pero entonces algo extraño sucedió.

El titán abrió su estomago y de allí salió el mismo hombre pero sin ningún rasguño, ya no era este pequeño ser sin extremidades y repleto de sangre, era incluso fácil reconocerlo, y Giselle odiaba que fuera específicamente ese estúpido marleyano quien se encontrara allí.

Desvió la mirada con rabia, no quería siquiera posar sus ojos en ese asqueroso hombre, y allí, a lo lejos, el cuerpo de otra persona yacía sobre el césped.

El corazón de Giselle se detuvo, sentía que había muerto por varios segundos y revivido solo para correr en su rescate, porque esa espesa mata de cabello negro la lograba reconocer a una gran distancia.

Era Levi, su Levi Ackerman.

-¡No! -gritó con desesperación. -¡No mi vida! ¡No!

Ni siquiera le importó que el titán seguía ahí, ni siquiera quiso dirigir su mirada a esa gigante cosa con extraños poderes de regeneración, ni siquiera le importó que Zeke Yaeger estuviera inconsciente y a disposición para ser cruelmente asesinado, porque si de algo estaba segura, era de que ese asqueroso hombrecito tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo en ese preciso momento.

Corrió con la poca fuerza que su cuerpo tenía en ese momento y, tropezándose más de una vez en el recorrido, llegó hasta su esposo, con lágrimas cayéndole por el rostro y un nudo en la garganta.

-¡Levi! ¡Levi mi Levi! -gritó cayendo de rodillas a un lado de su hombre y sollozando con impotencia. -Porque, porque ¡malditos! mi Levi, no mi Levi.

Tomo el cuerpo de su esposo con delicadeza, sin siquiera importarle la espesa sangre que corría de las diversas heridas que la explosión causo en él, y se aferró a su amor con todas las fuerzas que tenía.

-Ay no, porque, porque -lloraba meciéndose al mismo tiempo que besaba una y otra vez la frente de su marido. -No porque, porque mi Levi, mi hermoso Levi, por favor, no, no, no.

El sollozo de Giselle era desgarrador, una tristeza tan profunda difícil de describir era como si le hubieran arrancado el corazón en ese mismo instante y lo hubieran pulverizado sin piedad. Ella ya no tenía vida, porque su vida estaba ahí desvaneciéndose entre sus brazos, su mundo estaba hecho pedazos, lo habían destrozado cruelmente sin consideración.

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora