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El fin – parte II
No había sido fácil llegar hasta el refugio de Historia, principalmente porque los colosales destruyeron una gran parte de Paradis con tan solo sus pisadas y era casi imposible encontrar un camino que no estuviera invadido de gigantes trozos de muralla.
La ciudad estaba silenciosa, los ciudadanos y los soldados habían desaparecido junto a los titanes, tal vez hacia la cruel guerra, o quizás hacía una muerte segura. Pero, allá entre los gigantes trozos de escombro, se cernía una ciudad finalmente libre, después de un centenar, de infinitos días luchando con espantosos monstruos devora hombres, finalmente Paradise ya no estaba tras murallas.
Giselle no había podido parar de lloriquear, se sentía inmensamente culpable por la muerte de madame Gravois pero, por sobre todo, se lamentaba no haber podido ser lo suficientemente valiente como para llamarla madre antes de que la anciana mujer tomará la cruel decisión de suicidarse.
Entendía sus motivos, entendía aunque le doliera, y por segundos pensaba que tal vez había sido la mejor decisión pero, aún así, allí en la vieja cantina quedó el cuerpo de una mujer que desinteresadamente protegió a su hijo por meses, y no podría hacerle una ceremonia como lo merecía, como Madame Gravois dueña del Bloodshot merecía.
Se enjuagó las lagrimas una vez se encontraron en el refugio de Historia, necesitaba volver entrar en sí o lo lamentaría, y ella estaba allí para luchar, para pelear por la vida de esa pequeña criatura que ahora tenía entre sus brazos observándola fijamente.
Los bellos ojos de Farlan se posaron en el rostro de su angustiosa madre y, casi como si ese infante de un año pudiera adivinarlo, reposó su mano sobre la mejilla de Giselle y sonrió.
La castaña rio con alegría, a medida que Farlan transformaba esa simple sonrisa en una risa de bebé contagiosa, y depositó miles de besos de amor en la suave piel de su hijo.
-Lucharé por ti, Farlan, te lo prometo y muy pronto estaremos juntos -le prometió en un susurró a medias. -Lo prometo.
Levi observó la escena con seriedad, sabía que su mujercita había pasado por mucho y que ahora debía volver a reencontrarse con ese tortuoso pasado, tal vez, reviviendo en su mente todas esas noches de tortura y daño psicológico que esos malditos ejercieron sobre ella.
Sabía que debía estar ahí para ella, que debía protegerla si durante la batalla Giselle simplemente no pudiera más pero, por más que conocía su deber, sabía que él también tenía una tarea.
Giselle iba a por Reiner.
Él iba por el mono.
Ambos, los últimos soldados élite de la primera generación, terminarían con esta guerra a como de lugar y volverían victoriosos porque Levi no solamente confiaba en sus capacidad, sino que también, confiaba ciegamente en la fuerza de Giselle.
Posó una de sus grandes manos sobre el hombro de Giselle, escuchándola murmuras miles de promesas a su hijo y, casi como si con tan solo una mirada pudieran comunicarse, Giselle depositó en los brazos de Historia a Farlan y se despidió de su hijo para ir a una guerra incierta.
Levi tomó su mano con seguridad, entregándole mil y un sentimientos que no podían ser dichos a viva voz, y guio a su mujer hacia los caballos que los esperaban a la entrada del espacio seguro de la reina. Luna estaba aguardándola, al igual que el negro caballo de Levi y el café chocolate de Hange, esta era su última misión, la última del trio más fuerte de la humanidad.
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Sueños sobre ti - Levi Ackerman
FanfictionLevi Ackerman nunca se imaginó que se encontraría en esa posición, con la espada en su cuello rogando por una muerte rápida entre sollozos desesperados, o al menos eso pensaba antes de conocer a Giselle Church. Ella le había entregado los mejores d...