11. Un majestuoso lugar

1.1K 137 25
                                    

11

Un majestuoso lugar

El camino hacia las murallas fue lento y tedioso para Giselle, principalmente porque quería llegar lo más pronto posible y pasearse por las instalaciones que había extrañado tanto, incluso deseaba pasarse por el viejo cuartel en donde dormía junto a Camille y Petra en sus días de cadete y recordar los viejos y buenos tiempos.

Ignoró por completo la falta de titanes en el camino e incluso la gran cantidad de ganadería que se posaba por fuera de los muros, lo cual era en extremo curioso, ella simplemente iba ensimismaba en su pequeño mundo y expectativas.

Sin embargo, en el momento en que su yegua blanca, la cual montaba junto a Levi, se desvió del conocido camino hacia un oculto sendero entre los gigantes arboles característicos de Paradis, se sobresaltó.

-¡Nos vemos en unas horas! -gritó Hange agitando su pálida mano en el aire. -¡No te preocupes por Sara, la cuidare!

Sara sonrió incomoda y, entre un leve sonrojo, se aferró más a la montura del caballo de Hange el cual montaban las dos. Si bien se sentía nerviosa de conocer todo ese nuevo mundo por si misma, y deseara que Giselle estuviera con urgencia a su lado, sabía que debía darle su espacio y encontrarse con su esposo, quien le hacia justicia a todos los comentarios de los Ackerman en Marley.

-Esta bien -musitó Giselle agitando la mano de igual manera y viendo como sus amigos se alejaban lentamente a medida que el caballo se adentraba al sendero.

Apretó con más fuerza su agarre a la camisa azul cielo de Levi y, con la mejilla pegada a su espalda, suspiró.

Temía por Sara, principalmente porque no quería que el mismo prejuicio y racismo que recibió en Marley ahora sea direccionado a su brillante soldado rubia, estaba nerviosa pero confiaba en Hange, y aún más en Jean, sabía que ellos lograrían proteger a su camarada...o al menos eso esperaba.

-Tranquila -habló Levi con su voz profunda sacándola de sus pensamientos. -Hay un pequeño escuadrón de desertores aquí, seguramente ellos cuidaran de Sara.

-¿¡Desertores!? -preguntó curiosa la castaña. -Creo que me he perdido de más de lo que esperaba -suspiró. -Escuche de los desertores en mi viaje en barco, pero no esperaba que ya se encontraran aquí...ahora comprendo porque Yelena fue a buscarme.

-¿Yelena hizo qué? -preguntó Levi apretando con furia la correa de Luna.

-Fue a buscarme a mi prisión, o bueno, casa de Reiner -dijo Giselle entre suspiros fastidiados. -Me preguntó con quien debía hablar cuando llegará a Paradis y si podía escribir una carta.

-Maldita -escupió él. -Debió haberte traído de inmediato, es insólito que haya sabido tu paradero en todo momento y nunca quiso revelarlo, sabía que no debíamos confiar en esa mujer.

Giselle acarició el bien esculpido estomago de Levi y decidió ignorar el tema, porque no quería que el primer día juntos, después de varios meses, sea hablando de guerra y mucho menos sobre una gigante mujer marleyana.

-Lo es -concordó Gi. -De todas formas, ¿A dónde vamos?

Él agradeció por el cambio de tema, porque sabía que si Giselle seguía platicando de la ineptitud de la mascota del maldito mono terminaría matándola, porque ganas no le faltaban y sabía que solo se retenía porque Hange confiaba plenamente en que esa era la mejor manera de ganar la guerra, y el en su comandante si confiaba.

-Pues, ¿recuerdas de lo que siempre hablábamos? -preguntó Levi acariciando deliberadamente la mano de Giselle que se aferraba a su cuerpo.

-¿De lo buen soldado que soy? -dijo ella intentando bromear.

-Aparte -prosiguió Levi feliz de que su chica pudiera hablar con calma después de verla temblando entre sus brazos. -Es sobre nuestro sueño...ya sabes.

La mente de Giselle lentamente comenzó a unir todas las débiles pistas que Levi le estaba otorgando y, cuando la presencia de una hermosa estructura sobre sus ojos se comenzaba a divisar a los lejos se encontró completamente segura de lo que su hermoso y cariñoso esposo le estaba hablando.

Él le estaba cumpliendo el sueño de libertad, o al menos parte de.

-Oh mi amado Levi -murmuró Giselle apretando su rostro contra la espalda de Levi, sintiendo el vaivén del caminar de Luna y la respiración relajada de su esposo -¿Hiciste todo esto en mi ausencia?

Las mejillas pálidas de Levi se sonrojaron, al punto de sentir como sus orejas lentamente se transformaban en dos pequeños puntitos rojos y, con un leve movimiento de cabeza, le aseguró a su chica que así era.

Cuando la yegua finalmente tocó las tierras en donde se alzaba una gigante cabaña de madera con elegantes terminaciones y enormes ventanales, Giselle pudo soltar toda la respiración contenida en sus pulmones.

Se encontraba verdaderamente sorprendida y entusiasmada, él había construido una cabaña completa para ella, para comenzar su vida a su lado aún cuando Giselle se encontraba a kilómetros de distancia y con la incertidumbre de su estado vital.

-Es hermosa -dijo Giselle emocionada. -Es completamente perfecta, dios Levi, no sabes lo feliz que estoy.

Giselle giró su cuerpo completo para encontrarse con un tímido capitán quien la observaba a un lado de su blanca yegua con gigantes ojos de admiración y amor. Corrió hasta su encuentro y lo abrazó por el cuello, sin contenerse, llorando y riendo al mismo tiempo y agradeciendo infinitamente de haberlo encontrado.

Él la había estado esperando, eso lo confirmaba por completo, él había estado pensando en ella de la misma forma que ella lo había hecho por tantos meses y se sintió bendecida, porque sabía que Levi era el mejor hombre que jamás pudo encontrar y que algo bueno debió haber hecho en su vida para ser recompensada con semejante amor.

-Eres lo más preciado que tengo, Giselle -dijo Levi posando su mano en la nuca de la chica. -Te amaré hasta el final de los tiempos e incluso creo que más, ¿estas de acuerdo que sea así?

Ella sonrió inocentemente, con las mejillas encendidas y las lagrimillas escurriendo por sus cansados ojos y, con el corazón acelerado, asintió en acuerdo y besó a su amado esposo.

Cuando Levi finalmente tomó la pequeña mano de Giselle y la guio por el pequeño sendero de piedra hacia el pórtico de la cabaña, ella pudo observar con mayor plenitud todos los pequeños y delicados detalles del que ahora era su hogar definitivo.

Sintió una pequeña punzada de felicidad en el corazón a medida que atravesaba el umbral de la puerta, sin antes asegurarse de que la correa de Luna estuviera bien amarrada al pequeño establo que Levi había confeccionado para sus caballos, y entonces lo pudo ver.

El lugar claramente se encontraba pulcro y en extremo limpio, no había siquiera una pequeña mota de polvo o algún olor extraño dentro. La decoración era austera, solo un par de muebles básicos administrados estratégicamente en la sala de estar, el comedor y la cocina, pero no le molestaba en absoluto, porque era su hogar, era su pequeño espacio solo de ella y Levi.

-Es precioso -admitió recorriendo el lugar con mirada atenta. -Me encanta que tenga unas ventanas tan grandes y que el bosque nos rodee.

-Bueno esa fue idea de Historia -aseguró Levi. -Todos ayudaron a construir nuestro hogar, quería hacerlo perfecto para ti, así que decidí tomar varías opiniones.

-Levi eso es...es lo más hermoso que alguien haya hecho por mí.

-Ya -musitó el avergonzado. -No es como si fuera la gran cosa, en realidad, esta un poco vacía porque quería que tu la decoraras.

Ahora comprendía todo a la perfección, su brillante esposo había pensado hasta en el mínimo detalle y había albergado la esperanza de su llegada en el fondo de su corazón.

-Gracias -dijo Giselle acercándose. -Hare de este el mejor hogar de toda la isla, ya verás.

Levi jaló de ella desde su cintura y sonrió encantado, estaba seguro de que esa nueva aventura a un lado de su esposa sería la mejor que haya tenido en su vida y que no se le compararía a nada de lo que vivió en su pasado.

-Estoy seguro de que así será. 

***
Levi por dentro avergonzado en multimedia.

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora