17 y medio. Especial de día libre.

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Advertencia: 

Este capitulo contiene escenas explicitas +18, lea bajo su propia responsabilidad. 

17 y medio.

Especial de día libre

Cuando Giselle abrió sus brillantes ojos azules, después de una larga tarde de descanso, sintió como todo su cuerpo volvía a recuperar sus fuerzas perdidas y, que toda esa motivación que había perdido en días pasados, renacía con ferviente prisa.

La noche era clara, lo suficiente para poder observar a su alrededor con libertad e investigar finalmente la cabaña que Historia le había dispuesto ese día, y que sería suya por lo menos una semana.

La habitación se encontraba a oscuras, a excepción de una pequeña luz de vela que Levi le había dejado sobre la mesita de noche, a lo lejos podía observar un sofá de cuero café con sus cosas y un gran espejo con bordes dorados a un lado del elegante vestidor.

Se sentía una completa princesa, a excepción de la espantosa ropa de montar que llevaba encima.

Después de la pequeña discusión con Levi e Historia sobre sus obligaciones no tuvo tiempo siquiera de tomar una ducha, simplemente se dejo caer en la gran cama y se cubrió con el gigante edredón blanco de pluma que la mantuvo tibia por horas mientras reponía sus energías.

Levi la odiaría completamente por ensuciar ese pulcro color con el barro de sus botas de montar.

Rascó con lentitud su cien y decidió que ya era hora de volver a ser una chica decente, por lo que, con pereza se acercó a su pequeño bolso y buscó de entre sus escazas ropas algo lo suficientemente cómodo como para pasar la noche, y gran parte de la semana.

No había empacado grandes cosas, porque en realidad no esperaba pasar ni siquiera un par de horas allí, solo llevaba un pantalón de recambio y una camisa blanca gigante que le había robado a Levi hace un tiempo y que adoraba usar en sus tiempos de ocio, principalmente porque el aroma a jabón y té aun permanecía fijo en la tela.

Camino descalza por el frio piso de madera y busco, a oscuras, el cuarto de baño mientras se desvestía con rapidez. Ni siquiera se preocupo de calentar agua para la gigante tina, ni mucho menos buscar sus artículos de aseo, ella simplemente deseaba echar el cuerpo en la refrescante agua y quitarse esa gruesa capa de sudor que le impedía sentirse bien.

Toco el pomo dorado de la oscura puerta de caoba y, simplemente cubierta por su vieja camiseta gris, abrió la puerta del cuarto de baño con una gigante sonrisa.

Allí, iluminado solo por luz de vela y escasos rayos lunares , la visión de un hermoso hombre la desconcertó por completo, ruborizándola e intimidándola al mismo tiempo.

Era Levi, quién con el oscuro cabello negro totalmente húmedo, el cuerpo desnudo y la tina repleta de agua hirviendo, reposaba su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y la boca semi abierta, flexionando sus brazos fuera de la gran tina de loza y endureciendo sus músculos al punto de verse como un total ser divino.

Giselle trago con fuerza, sintiendo como toda la sangre se le subía a las orejas y, con la poca cordura que tenía en ese momento, dio media vuelta y decidió dejar a su esposo tranquilo unos minutos.

Giró sobre su propio eje, sin decir una palabra y atravesó con lentitud el umbral de la puerta.

-¿A dónde crees que vas? -preguntó una profunda voz a sus espaldas.

Los nervios de Giselle reaccionaron con rapidez y, sintiendo como toda su piel se achinaba ante la simple voz de Levi, lo observó por sobre su hombro ruborizada, y es que aunque el hombre fuera su esposo en cuestión eso no quitaba el hecho de que se siguiera sintiendo intimidada ante la gran belleza que este poseía.

Eso la traía completamente loca.

-Oh, solo quería darte un poco de espacio -murmuró Giselle con inocencia.

-Ven aquí -ordenó Levi.

Giselle sintió como su cuerpo temblaba lentamente ante la idea de sentarse en esa tina con Levi, incluso su abdomen comenzó a palpitar frenéticamente ante la visión de su esposo desnudo y entonces, con seguridad, asintió mientras cerraba la puerta del baño con lentitud.

Se quitó la vieja playera dejando expuesta toda su piel, incluso los pequeños lunares que se esparcían por entre sus pechos, los cuales Levi conocía de memoria y contaba cada vez que los veía. Caminó con lentitud hacia la gigante tina de loza, moviendo sus caderas al ritmo de su agitada respiración, y la atenta mirada del pelinegro.

Levi se levantó con rapidez, creando un pequeño charco alrededor de la pieza de loza y, con las manos ansiosas, ayudó a Giselle a entrar en el agua tibia mientras mordía su labio con inquieto deseo ante la visión de la mujer más hermosa frente a él.

Puso a Giselle de espaldas a él, sentada entre sus fuertes piernas, y con una pequeña esponja natural, comenzó a mojar su espalda con la tibia agua regulando la temperatura del cuerpo de su esposa.

Giselle llevaba el cabello castaño tomado, lo que dejaba su largo cuello expuesto y a disposición de Levi.

Él acercó sus húmedos y calientes labios a la piel erizada de Giselle, depositando pequeños y lentos besos a lo largo de sus hombros, cuello y espalda. Con una mano acarició la cintura de Giselle y, con un pequeño empujoncito, la apego a su entrepierna, sintiendo el pequeño jadeo de sorpresa de su esposa que lo llevó a un completo éxtasis.

-Mi hermosa mujer -murmuró muy cerca de su oído.

Giselle suspiró con profundidad ante el leve toque de su esposo, sin embargo, a ese punto ya deseaba más.

Con seguridad tomó la otra mano de Levi y la acercó a su pecho, haciendo que los gruesos dedos del pelinegro rozaran la delicada piel de su pezón y la ayudará a llegar a un estado de excitación irreversible.

-Levi -murmuró Giselle echando la cabeza hacia atrás y apoyándola en el hombro de Levi.

La prominente erección de Levi chocó con la espalda baja de Giselle, haciendo que sintiera cada pequeña palpitación de esta ante el cuerpo de la castaña y, al mismo tiempo, le causara una sensación indescriptible que solo su achinada piel podía explicar.

-¿Qué deseas, Giselle? -preguntó Levi rozando sus labios con el lóbulo de su oreja. -Dime, fuerte y claro.

Rápidamente, y sin previo aviso, los dedos de Levi viajaron hacia la feminidad de Giselle rozando cada pequeño espacio que la hiciera temblar y le causará excitación, haciéndola desear más de él.

Con gran experiencia, movió su dedo pulgar sobre el punto exacto que le gustaba a su mujer y espero, en silencio, escuchando el jadeo satisfecho de Giselle y sintiendo el cuerpo tembloroso en sus brazos.

-Te quiero a ti -murmuró Giselle después de unos minutos. -Por favor.

Levi sonrió complacido y, con un solo brazo, levantó el cuerpo de Giselle de la gigante tina y la llevó en brazos hacia la gran cama, sin siquiera importarle los rastros de agua que dejaba en el piso o la escaza luz que se filtraba por la ventana.

Depositó con cuidado el cuerpo de su chica en la cama y se arrodillo en el suelo frente a ella. Tiró de las piernas de Giselle hasta dejarlas a una altura perfecta y hundió su rostro en la feminidad de su mujer, lamiendo con lentitud su entrada y haciéndola suspirar ante cada movimiento agresivo de lengua.

-Me encanta -gimió Giselle apretando el edredón con sus puños. -Levi -jadeó.

La oscura mata de pelo del capitán se levantó con rapidez y, con la mirada grisácea fija en el rostro sonrojado de su esposa, sonrió con picardía.

Se levantó con rapidez y, en un movimiento rápido, dejo el tibio cuerpo de Giselle sobre el suyo. Pasó sus grandes manos por las caderas de la castaña, acariciando con lentitud cada pequeño centímetro de su piel, sintiendo como la feminidad de su mujercita se pegaba con urgencia a su erección, entonces, con una gran sonrisa entró en ella, permitiendo que su hermosa soldado se moviera con libertad sobre él hasta que ambos llegarán finalmente al clímax. 

Sueños sobre ti - Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora