Temotee

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-Temotee... dime de nuevo ¿Por qué vengo en un maldito ferry?-

-Porque es cumpleaños de nuestra madre, esa señora que nos manda desde Cowes comida y suéteres en navidad, la que vino a tu primer fiesta de cumpleaños en Londres y cocino tu pastel-

-Gracias, solo necesitaba motivación para tolerar 45 minutos más sobre el mar- dijo estirándose en la banca con un pañuelo húmedo sobre la frente

-Eres una desgracia mujer, siempre haces este berrinche cuando vamos a ver a mamá-

-Que lo digas- intervino Francisco, el novio de Temotee- y cuando esta con tu madre no quiere regresar-

-No es justo ustedes son dos, no puedo defenderme de esa manera, además tengo el estómago revuelto, no me llevo bien con el mar, me gusta el suelo, nada que flote puede ser bueno, ya ven al Titanic, o el ferry de corea, nada sale bien en el mar-

-No tolero tanta mala vibra, vamos abajo a mirar, procura no vomitar nada ni a nadie- le beso la frente y dejando una botella de agua en sus manos se alejaron-

Temotee y Francisco llevaban saliendo un año, eran una pareja muy amorosa y tranquila.

Temotee no tuvo fácil la vida cuando llego a Londres, recibió mucho odio en sus primero días por su orientación sexual, y su incapacidad para poder expresar su situación con su madre o su familia quien siempre le habían apoyado, todo eso lo llevo poco a poco a una depresión que parecía insuperable, insuperable salvo cuando tenía una botella de frente, y lo que parecía un pequeño escape se volvió un vicio de jueves a domingo y morir de lunes a miércoles.

Cuando por fin tuvo un lugar agradable para trabajar y un entorno en el cual su apariencia afeminada, o sus particularidades no afectaban sus actividades laborales, pero si su incapacidad de llegar sin olor a alcohol, decidió buscar ayuda. Así fue como llego al grupo de apoyo en el cual conoció a Marlena. Cuando ella se integro al grupo Temotee llevaba 3 meses asistiendo. Siempre estaba acompañada de un hombre con rasgos finos y trato elegante, pensó seria su pareja.

Poco a poco se fueron acercando desde el saludo en la mesa del café hasta llegar a viajar juntos en el subterráneo a la salida, para cuando ambos se dieron cuenta ya estaban quedando para ir hacer las compras o para contar sus penas. Cuando Temotee conto a su madre las generalidades de la vida de Marla, inmediatamente decidió que ellos serían su familia, al principio estas acciones provocaron incomodidad en la chica, pero la realidad era que el tener alguien que le preguntara por las mañanas si había desayunado o si seguía teniendo té en la alacena era algo que deseaba no perder nunca.

Poco a poco el viento fresco del mar le fue ganando al malestar que le provocaba el movimiento del ferry, se recargo un poco sobre la baranda que daba vista a la parte baja, repaso el lugar buscando a sus amigos y como un golpe a su estómago se topó con esa espalda familiar. Frente a ella estaba ese chico de 1.90 cabello claro, cárdigan color crema, camisa a rayas, vaqueros y deportivas blancas. "Dios por favor que no sea el" deseo con todas sus fuerzas apretando el metal como si se pudiese desvanecer. De un momento a otro lo vio girar sobre sus talones dirigiendo sus ojos verdes directamente a ella. Podría jurar que lo miraba caminar en cámara lenta.

Automáticamente regreso a su asiento, intentando cubrirse el rostro con las manos. "No me vio" se decía, "Es imposible" y cuando retomaba sus intenciones de huir al ponerse en pie se topó de frente con Jeriel, dejándose caer nuevamente en su lugar con la boca abierta.

-¿Vas a algún lado?- se sentó junto a ella con una sonrisa pícara en los labios

-Al agua- y el pronunciar esas palabras le recordó el movimiento bajo sus pies haciéndola palidecer

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