Libertad

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La piel de Marlena, sus ojos, sus manos, su respiración entre cortada, sus dientes aferrados a su labio inferior y sus uñas clavadas en su costado mientras intentaba no desaparecer entre los brazos de ese hombre moreno que repasaba sus pechos con esa lengua rasposa y esas manos que se le marcaban en la espalda. Era como una pesadilla que le torturaba cada noche, que le recordaba que esos momentos, esa piel, esa Marlena, jamás seria nuevamente suya.

Ahora era de ese rubio engreído, de ese tipo que la tenía con cabello rojo y besos calmados. ¿Cómo podría algún día satisfacerla? Se preguntaba no solamente él si no la misma Marlena...

Las aguas al lado de Jeriel se estaban calmando, la sinceridad después del cumpleaños resulto un tanto reparadora para ambos. Eran felices, completos, pero dentro de la oscuridad de Marlena, algo le hacía ruido. Algo le daba un mal sabor de boca, un deseo que no conocía, un deseo que la levantaba a media noche con el corazón acelerado, y sus partes húmedas "¿Acaso soy una enferma?" se preguntaba avergonzada de traer en sueños sus memorias sexuales donde se sintió plena.

Esa noche Marlena salía de cantar en Salsa Jeriel le esperaba en el auto como se había hecho costumbre estos últimos meses, era mayo y el clima era más cálido que de costumbre, las calzas negras y la camiseta enorme con el nombre del bar le acompañaban, sus hilos rojos caían desordenados sobre sus hombros y sus sonrisa se dirigía solamente a ese hombre que la miraba como si fuera lo mejor del mundo.

Mientras manejaban contando su día con rumbo al departamento de Jeriel, Marlena se dio cuenta de algo, de lo que hacía que a pesar de esa palpable falta de satisfacción sexual plena que no la dejaba dormir por las noches ella siguiera con ese hombre. La hacia feliz. Feliz de verdad. Él era completamente para ella y no tenía tapujos en decirlo o hacérselo saber al mundo. Por primera vez en sus casi 30 años tenía a alguien que le quería solo a ella, que sentía celos y amor a la par.

-Te ves hermosa- fue lo primero que Jeriel soltó al verla bajar las escaleras con ese coordinado color azul cielo y ese top de encaje color blanco, sus deportivas blancas y ese cabello largo atado en una coleta larga mostrando cada una de sus deliciosas facciones- de verdad que tienes un gran estilo-

-Lo sé- le guiño el ojo acercándose para besarlo- no puedo creer que seamos de esas parejas melosas y coordinadas- sonrió secretamente feliz al verlo portar esa sudadera color azul cielo que descansaba sobre sus hombros.

-Lo somos señorita- la levanto por la cintura hasta que ella pudo rodearlo con sus piernas-Mi madre no dará crédito a tanta felicidad que dejamos en el aire, se ahogara en tanto amor- le beso la nariz haciéndola reír.

Jariel y Marla habían salido por aproximadamente nueve meses, aunque resulto complicado, termino siendo una de las relaciones más sanas para ambos, se mantuvieron en su burbuja el mayor tiempo que pudieron. Aunque la pareja solía llamar la atención en redes, intentaban que no les afectara, Jeriel se encargaba de mantener siempre el perfil bajo de la joven. Ahora el había sido elegido para una película, su familia no le agradaba del todo el que hubiese aceptado, pero pensaron que sería mejor dejarlo vivir antes que perderlo ante sus negativas, y siguiendo esta línea estaba también el aceptar a Marla.

Así que después de tanto tiempo finalmente tendrían una cena familiar en casa del joven, estaría su madre, su padre y su hermana.

Al verla llegar inevitablemente casi todos confiaron en ella, esa era la magia de la joven, no importaba la situación, siempre inspiraba confianza, su mirada era sincera, y aunque le costaba trabajo ser una persona tratable lo intentaba, después de todo no era su don ser malvada con la gente amable como lo era la familia de Jeriel.

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