Positano

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Para Jeriel lo peor del mundo moderno era la facilidad que tenías para poder saber toda la vida de alguien mediante las redes sociales. La primera vez que estuvo con Marla intento buscarla por cualquier medio sin mucho éxito. Era como si jamás en su vida hubiese tocado una computadora.

Por otro lado el encontrar a Salo fue lo más fácil del mundo. Hizo falta solamente poner su nombre en el buscador para que una fila de noticias y fotografías invadieran la pantalla de su móvil. La banda de Salo era muy famosa, después de ganar un concurso televisivo su fama creció como la espuma. Todas las chicas fantaseaban con él, su vestimenta estrafalaria y movimientos elegantes, lo convertían en uno entre un millón.

Mientras navegaba entre sus escándalos y algunas presentaciones encontró su cuenta personal; la mayoría de sus fotografías eran de alguna sesión donde al parecer jamás se les ocurría ponerle camisa, otras eran de sus presentaciones o con sus compañeros. Pero las que más atrajeron su atención, fueron aquellas de su día a día.

Esas fueron las imágenes que le llevaron un poco al infierno. Aunque en ninguna se podía ver su rostro, sabía que era ella, Salo enfocando la espalda desnuda de Marla mientras dormía en esa habitación que ahora conocía tan bien. Los pies de ambos en la playa, el tipo hundiendo su rostro en el cuello de la chica de espaldas en lo alto de algún lugar en Positano.

Sus manos, su cabello, no hacía falta que se lo preguntara, porque era obvio que su historia era mucho más complicada de lo que ella le había intentado contar. ¿Estaba el listo para enfrentar todo eso?

La semana de la moda estaba en curso, así que tuvo que poner en pausa un poco su relación con Marla, le costaba interpretarla algunas veces y eso hacía que su avance fuera más lento de lo que podría desear.

No comprendía como para algunas cosas era completamente extrovertida mientras que para hablar de sí misma era como si no supiera. Era la persona más sexual que había conocido en toda su vida, de eso no había duda, pero no quería solo eso, la quería a ella, y esa parte se le estaba haciendo jodidamente difícil.

Sabía que en unos días ella y Salo se irían a Positano, y aunque le aseguro que estaba bien con ello, la boca se le fue de más, el quería decir "Si, llámame cuando puedas, diviértete, te iré a recoger al aeropuerto cuando llegues" pero en lugar de eso todas esas imágenes que danzaban en su cabeza le hicieron escribir "Esta bien, estaré ocupado, no te preocupes, somos amigos todo bien" y sin saberlo esa frase le estaba cerrando las puertas.

Mientras Marla leía el mensaje antes de salir a cantar en el restaurante el corazón se le apretó. No supo distinguir en esas letras el verdadero mensaje. Empezar a querer a alguien era más complicado de lo que recordaba. El amor era difícil, querer hacer que Daniel le quisiera fue complicado, y ahora al no mostrar de más su lado oscuro a Jeriel le estaba poniendo las cosas difíciles.

Después de tantos años viajando juntos Salo y Marla tenían una rutina completamente ensayada. Él le mandaba el número del taxi entrando antes que ella, para que en la salida contraria ella le alcanzara.

Aunque en realidad eran pocas las personas que podían reconocerlo con el cabello sin peinar, sin maquillaje y con ropa medianamente normal.

-Te ves muy cansada- dijo en cuanto se acomodó en el taxi- ¿Todo está bien?-

-Anoche tuve que trabajar, y deje entregado todo lo que tenía pendiente, te lo dije, tenía poco que falte a la academia-

-¿Todo bien?- repitió la pregunta bajando sus lentes de sol para mirarla observar el paisaje por la ventanilla

-Ya huele a mar- dijo cerrando los ojos y aspirando el aire de ese lugar que de niña la hizo tan feliz

-Está bien, no tocaremos el tema, se cuándo no quieres hablar- se recargo en la ventanilla del auto imitando su gesto mientras sus manos se entrelazaban por lo bajo.

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