Cowes

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Durante el último día en casa de Temotee decidieron ir a la playa, Marla recordó a ese chico de ojos verdes diciéndole "Ven conmigo" como si fuera algo completamente común entre ellos.

Todos se disponían a salir, menos ella, tenía miedo de encontrarlo, aunque seguramente él estaría en una de esas playas privadas, a las que ellos no tendrían acceso. Intento resistirse lo más que pudo, pero Catalina, la madre de Temotee no planeaba dejarla sola en casa, así que empacando sus cosas ya estaba arriba del viejo jeep de la madre de su amigo junto con toda la familia.

"La familia adoptiva" de Marla como solía llamarles Rita estaba conformada por Temotee, Teresa, Tristan y Tlara, estos a su vez tenían hijos, a excepción de Temotee y Tlara. En total eran tres pequeños, hijos de Tristan el hermano mayor y una pequeñita hija de Teresa la segunda hermana.

La señora Catalina y su esposo Octavio tenían casi 35 años de casados, habían empezado a salir a los 18 y se casaron cuando ambos tenían 20 años. Podías ver el amor entre ambos, después de tantos años, podías ver el amor en toda esa familia, quizá por eso Marla no congeniaba en un principio, le parecía todo tan extraño que pensó debería ser muy especial para ser parte de una familia como esa.

La mañana en la playa fue fresca y divertida, se sentaron cerca de la orilla a comer sandia y jugar en el agua. Catalina miraba a la joven que reía saltando las olas de la mano de la pequeña Jenny, era alguien completamente diferente a la persona que conoció hacia casi tres años, ahora solo era la finta de esa chica intentando esconder que había lugares, personas y momentos que la hacían muy feliz. Ella lo podía entender, su corazón y su mundo se rompió, y era lógico que tuviera miedo de volver a sentir amor.

Jeriel repaso el centro de Cowes sin éxito, espero que la suerte les sonriera y pudiese verla de nuevo. Sus amigos estaban empezando a pensar que se estaba volviendo loco, y con justa razón.

Era el atardecer de ese domingo el aire se sentía tan fresco que seguro estaba a punto de acabarse el verano. Mientras comían cerca de la costa desde la terraza de esa marisquería pudo ver a una enorme y ruidosa familia intentando acomodarse en una mesa con sombrilla en la playa. Mientras los analizaba el corazón le dio un salto. Una señora de más de 50 se encontraba sentada en una silla de playa mientras que a su lado acurrucada como si fuera un bebé estaba la chica escurridiza.

La señora acariciaba su cabello mientras tomaba el sol, la chica dormitaba como si fuera el mejor lugar del mundo y nada de su alrededor pudiese perturbarla. No podía entender esa imagen, pero de alguna manera supo que ese tiempo era suyo, y que el pararse frente a ella no era la mejor idea.

Mientras comían observo toda la escena, poco a poco empezaron a levantar. La chica cargaba a una niña de unos 5 años mientras todos intentaban entrar al destartalado jeep. Se veía tan feliz, que de nuevo dudo si la persona que miraba era la misma que días atrás conoció.

Al ver como desaparecían ante sus ojos, dio un largo suspiro integrándose de nuevo a la conversación animosa que existía en su mesa. Quizá sus amigos tenían razón, y ella solo quería divertirse y él estaba aferrándose a algo de una sola noche. 

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