Derrota

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-No puedes pasar-

-¿De qué coño hablas?- le encaro Salo en cuanto Jeriel abrió la puerta de la habitación- solo hazte a un lado amigo-

-No- pronuncio cerrando la puerta tras de si- mira no sé qué paso abajo, lo que si se es que tuve que bajar en calzoncillos para poderla subir en brazos mientras tu discutías con una rubia exótica-

-Necesito hablar con ella-

-No- volvió a contestar firme- hasta aquí llego mi paciencia, durante estos casi dos años te he soportado, pero esto se acabó. No necesitamos de ti, ella sobre todo no necesita de ti. La tuviste amigo, y lamento que no tuvieras los cojones para esforzarte por ella, pero hasta aquí llego todo. Mientras este conmigo no permito que se vean-

-¿Estas bromeando verdad?- dijo riendo irónico intentando no perder la cordura- No tienes derecho- dijo apretando los dientes poniendo un dedo molesto sobre su pecho

-Y tú no tienes valor- respondió mirándolo directamente a los ojos.

¿Esto era el fin? se preguntaba Salo mientras veía a ese hijo de papi decidido a no dejarlo entrar ni a esa habitación, ni a la vida de Marlena jamás.

-No puedes esconderla por siempre-

-Tienes razón... pero puedo ponerla fuera de tu alcance- y dando su mirada final regreso a la habitación-

-MARLENA- grito frustrado en el pasillo intentando que la chica saliera, pero solo logro que Theodor lo interceptara llevándolo a su habitación-¿Qué haces? ¡Suéltame!-

-No puedo amigo, lo siento, no puedes permitirte un escándalo, de no ser por los abuelos de Marla, no sé qué hubiese pasado si te llegaran a ver discutiendo con Miranda-

-Esa hija de puta- decía entre dientes mientras golpeaba la puerta- Espero todos, todos estos años ¡AÑOS! Y cuando vio el momento justo, me arruino la vida- se dejó caer al suelo

-Ven aquí- Se agacho Theodor para abrazarlo- solo, espera un poco-

-No lo entiendes Theo, ella me miro como si no me conociera, debí decirle todo, deje que me arruinaran...- y las lágrimas que rodaban sobre el pecho de su amigo se convertían en un doloroso recuerdo de que el silencio cuesta caro.

Un piso arriba el drama continuaba. Marlena dormía después de un fuerte sedante administrado por el medico de los Torle. Catalina acariciaba su cabello deseando encontrar a esa maldita arpía que claramente espero el momento perfecto para hacerla pedazos.

La diferencia de ahora, es que ya no estaba sola, y aunque su corazón estaba roto y su ego hecho añicos, existían personas que estaban dispuestas a detener unos segundos su mundo para evitar que tocara el suelo.

-¿Cómo va todo?- susurro Rita en la antesala de la habitación donde Jeriel y Temotee esperaban

-¿La encontraste?-

-Repase el lugar y los alrededores con Bianca, pero no la encontramos-

-Es una perra desgraciada- dio un largo suspiro- Bianca ha ido con Salomón, ¿Vino aquí?- y Temotee mordió su labio mirando directamente a Jeriel

-No quiero hablar de eso- dijo poniéndose en pie.

-¿Qué sucedió?- interrogo de nuevo mientras veía como su amigo se levantaba de hombros

-Mañana mismo volaremos de regreso a Londres, yo debo estar el fin de semana en la grabación, así que Cata me ha dicho que la llevara con ella a Cowes-

-Me parece bien, yo iré a pasar con ella el fin de semana- contesto un tanto tímida al ver como ese joven amable daba órdenes como si fuera un tempano de hielo-

-No quiero que la dejen ver a Salo, o que él sepa donde está, si pregunta, díganle que se ha ido conmigo-

-Pero Cata...- pregunto Rita

-Mi madre está de acuerdo...- respondió Temotee con un hilo de voz mientras Jeriel salía de la habitación.

Rita decidió que no era momento de interrogarlo, para eso ya existirá más tiempo. Se dirigió a donde Cata limpiaba las lágrimas que rodaban de la mejilla de la joven. "Miranda se lo dijo" fue lo único que salió de la boca de su madre para que Rita pudiera entender lo que sucedía.

Para Marla él era la única persona en la tierra que jamás le había mentido, era su puerto seguro, su lugar feliz, no importando cuanto se esforzaran en estar separados, en algún rincón de su mente sabía que al final ellos estarían sentados en la misma mecedora al final de los tiempos.

Miranda se había llevado todo y lo sabia, por ello se sentía tan satisfecha sentada en ese bar que ni siquiera noto la llegada de Marlon Torle, su abuelo. Aunque pasaba mucho tiempo en Positano, no solían cruzar palabras, su abuelo sabía que el "abuelo" era solo de nombre y este era el momento justo para recordárselo.

-Abuelo- susurro al verlo sentándose frente a ella

-No vuelvas a llamarme así-

-No quise...-

-Cállate, tu y yo no tenemos ni un gramo de sangre en común, tú no eres mi nieta, no eres una Torle, lo sabes, y lo siento mucho, no podemos hacer nada con ello- Miranda se quedó en silencio con sus ojos llenos de lágrimas, la gente alrededor los miraba, mientras ese hombre de cabello blanco y ojos color miel al igual que los de su padre y su hermana la miraba con asco

-¿Desde...-

-Desde siempre, mi hijo no era muy listo, se dejaba guiar por el corazón- mascullo molesto- Sabes que, puedes quedarte con todo, tú y tu madre pueden quedarse con todo, pero no permitiré que le hagas más daño a mi nieta. Si vuelves a intentar hacer un solo movimiento en contra de Marlena, te retirare el apellido en un muy pero muy escandaloso juicio, y acusare a tu madre de fraude e intento de asesinato-

La joven se quedó en silencio, el anciano termino su copa de vino, arreglo sus pantalones azul cielo y mientras caminaba seguido de su mano derecha solo se giró para decirle "Da oggi sarà occhio per occhio, dente per dente"

1. A partir de hoy será, ojo por ojo y diente por diente. 

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