La Fine

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Los años pasaron, lentos y tranquilos para todos, Marlena se volvió un mito en la voz de Salo y en el corazón de Jeriel. Algunas veces disfrutaba escuchar su voz en las canciones que guardaba, pero siempre le hacia sentir un desespero que no podía manejar. Así que poco a poco la paso de su corazón a su memoria. Intentando no hacerla regresar.

Ese medio día mientras caminaba por las calles de Brooklyn una voz familiar lo hizo detenerse. Miro hacia el edificio de donde venia todo, topándose con una azotea llena de música. Subió lentamente, reconociendo cada nota en esa voz. Al llegar se quedo de pie lo mas lejos del escenario que pudo. Marlena...

Le dolió el pecho y las manos le temblaban. Era ella... con un top blanco, el abdomen al aire y unos pantalones acampanados de tiras en la cadera. Los músicos tocaban animados, mientras ella, caminaba por el lugar con "I Will Survive" en su garganta, siempre pensó que era una estrella, pero en ese momento mientras bailaba con su cabello rubio al aire se dio cuenta que era el mismo sol.

Un joven delgado de camiseta blanca y pantalones de vestir el tomo de la mano para hacerla girar mientras el solo del saxofonista reventaba en el lugar. La joven rubia que alguna vez vio tomaba el bajo mientras el le robaba el micrófono diciéndole "I wanna be a good man and see you smile and I wanna swim between your thighs Iwanna fuck you till you scream and cry, I wanna hold you in my arms tonight"

Todos alrededor rieron ovacionando la canción mientras el sujetaba la pierna de Marlena en su cadera para besarla. Marla se alejo ruborizada y sonriendo hacia donde Theodor sostenía un niño con un overol de mezclilla y sandalias.

Ese era el resumen de sus perdidas. Marlena, Salo y su hijo... No era lo mismo leerlo en los periódicos o tabloides de chismes a tenerlos enfrente con toda esa felicidad que debió ser suya. ¿Dónde estaba la Marlena rota? ¿Dónde estaba la incapacidad de ponerse en pie?

Salió del lugar molesto y frustrado. Porque de todas las Marlenas que vio en su vida, esa era la que menos le gustaba, porque de todas, esa era la única que  jamás hubiese podido tener. Una Marlena libre, una Marlena feliz.


Salo fumaba desde lo alto del edificio mirando a ese hombre que mientras cantaba salía del lugar, en un principio pensó en correrlo, pero ahora que lo veía caminando por la avenida con el semblante completamente destruido sintió lastima. Pero no por el, si no por todo el amor que aun llevaba en su pecho, ese amor enfermo que no podía dejar ir. De alguna manera lo entendía, pero la vida le dio la luz verde a él y no dejo de seguirla, arrebatándole todas las posibilidades de reivindicarse. 

La voz de Marlena volvía a sonar en el micrófono, Amandoti resonaba mientras todos disfrutaban, al fin eran felices, al fin tenían incluso mas de lo que alguna vez soñaron. El baile de su propia vida continuaba, y con ellos ese pequeño de ojos miel y cabello castaño como el de Salo.

Lo tenían todo, se tenían... 

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