Karma

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Las vacaciones de invierno llegaban a su fin. El ruido dentro de Marla se despejaba cada vez más, el estar rodeada de tanta gente amable, le hacía tanto bien que era sorprendente. Un día antes de regresar se encontró caminando por la playa, las botas de cargo que Cata le regalo en navidad se marcaban en la arena, su voz sonaba en la nada de ese lugar haciendo que todo se sintiera ligero.

"Brillas y yo me pongo al lado, al menos me brilla el costado, que es más que no brillar, como un demente te persigo con la lente de otra gente, egoísta no te vivo, teniéndote hermoso enfrente... hasta la próxima vez mi viejo karma"

La melodía de esa canción que había escuchado años atrás en un festival se le clavaba en la garganta, nada podría definir mejor la relación que tenía con Salo más que eso... un karma. La letra salía de ella intentando aliviarse un poco, pronto volvería a la ciudad y tendría que prender el móvil, y afrontar su realidad.

La relación con Jeriel se tornaba cada vez más lejana e imposible y ese hueco en su pecho que muchas veces amenazaba con abrirse empezaba a congelarle la mitad del pecho.

-Extrañaba como un loco el escucharte cantar- sintió un par de brazos conocidos sujetar su cintura por detrás, trayendo a ella ese olor que le revolvía los sentidos.

Se quedó de pie sosteniéndola en un abrazo ligero mientras ella respiraba estoica con los brazos cruzados sobre su pecho intentando no romperse.

-¿En qué piensas?- le susurró al oído intentando mirarla a los ojos, pero solo se encontró con su perfil, con ese hermoso perfil que extraño durante estos días.

-¿Qué te digo? Que no se ya ni lo que pasa por mi cabeza, que no sé porque me aferro a todo, pero nada se aferra a mí. También pienso que quizá el hecho de que mi vida siempre este a la deriva es porque nací con el corazón en la garganta, y a esa gente que siente de mas no sabe cómo tratar con la felicidad...-dio un largo suspiro- es muy desesperante divagar entre mi caos mental, es cansado, y cada día me agota más. Pero es un buen ejercicio para iniciar el año-

-Pensé mucho en todo. Me sentí muy avergonzado por escapar. Pero no quería contestarte un simple "está todo bien" me dijiste que no fuera condescendiente-

-Preferí verte escapar que te quedaras por lastima- y mordiéndose el labio ya estaba despidiéndose de el- estaré bien, no es como si me fuese a arrojar al mar por no volverte a ver-

-¿Por qué no nos veríamos de nuevo?- y esa frase hizo saltar su corazón- siempre eres una fatalista, estuve hablando con mi hermana, por primera vez le hable de la chica que me enamoro. Le dije que es hermosa, y apasionada, que no le tiene miedo a nada, y que es muy cautelosa con los desconocidos. También que es muy sensible, y que tiene muchos miedos que no conozco y que me gustaría poder cuidarla de todos los que pueda-

-Seguramente pensó que era un caso-

-Ella me dijo que se sorprendía. No de ti, de mí, que jamás me vio conocer tanto a alguien, y que se sentía feliz de que al fin conociera a alguien que quisiera tanto que me hiciera involucrarme con el mundo real –

-Tu mundo siempre será mejor que el mío- y ya estaba rodando sobre su mejilla esa lágrima que intentaba ahogar

-Pero en ese mundo no estás tú, y no puedo quedarme en una fantasía donde todas tus historias no estén, porque quiero seguir leyéndote, quiero emocionarme y sentirme tonto al no lograr comprender. Quiero quererte-

Marlena se quedó callada un largo rato sintiendo ese corazón pausado y acompasado, como si fuera una tecla de un computador aplastada mil veces, incluso su palpitar era simple, tan diferente a ese pecho de relojería.

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