||·Jisung·||
Esa noche tomé lo primero que el lindo pelinegro me puso delante. Ahora mismo me encontraba tan dormido que no podía recordar con exactitud la gran cantidad de alcohol que había consumido, pero estaba seguro de que había sido bastante como para no tener muy fresco todo lo que había ocurrido.
Al otro día de esa loca noche me despertó el sol, entre las once y doce.
Mi compañía en estos momentos era mi gran amigo, mi ardiente amante, esa caja de cigarrillos que me acompañaba durante unos cinco días antes de ser desechada por unos nuevos de su especie.
Observé a mi alrededor, la habitación estaba impecable como siempre, lo único que arruinaba la notoria perfección era el bulto de telas desordenadas que me cubrían del frío.
Expulsé el humo luego de asegurarme que haya dado un paseo por mis pulmones.
- ¿Jefe?
Miré hitamente mi ropa. Aún tenía la camisa puesta y también el pantalón de vestir.
Demonios, se ve que realmente llegué en un mal estado a casa.
- ¡Jefe! -volvieron a insistir detrás de la puerta.
- ¿Qué quieres? -gruñí dándole la última pitada a mi amiguito Elías. Cada que fumaba le ponía nombres si el aburrimiento me arrastraba a lo más profundo de mi mente, tanto para llegar a darle un nombre a algo tan insignificante como un cigarro.
- Como no ha desayunado y no queríamos molestarle, mi consulta es si va a almorzar.
- Ajá, tengo mucha hambre pero a la vez me duele la cabeza así que dile a Minho que me traiga una pastilla y ustedes vayan cocinando tranquilos.
- A sus órdenes jefe -Escuché de su parte antes de retirarse.
Demonios, ni siquiera recordaba el nombre de ese tipo con el cual me acosté, lo único que se mantenía fresco en mi cabeza era la melodiosa voz que tenía al hablarme o emitiendo sonidos libidinosos.
Sinceramente la había pasado espectacular pero eso no quitaba mis preocupaciones, aquellas seguían ahí, carcomiéndome por dentro a tal punto de escuchar una voz en lo profundo de mi cabeza diciendo que no lograría sacar la empresa adelante.
- ¿Puedo pasar? -escuché la voz de Minho y le respondí dándole permiso de entrar- Buenos días jefe -se acercó y posó un vaso con agua en la mesita que tenía justo al lado de mi cama.
En silencio extendió su mano, yo por mi parte recibí la pastilla que tenía ahí mismo y la dirigí a mi boca.
agarré el vaso con agua y le di un sorbo para facilitar el recorrido del medicamento.
- Gracias, ya puedes retirarte -avisé tomando mi celular.
cuando lo miré de reojo él seguía ahí, esperando quién sabe qué cosa.
- Jefe, hoy... Hoy me gustaría salir, no sé si usted quiere.
Mierda Minho, simplemente vete y deja de torturarme así antes de caer nuevamente en tus encantos.
- Tengo mucho trabajo. Además debo ir a la empresa -me senté y sacudí un poco mi cabello.
- Por favor, recuerde que a Yuqi le dió vacaciones para ir a ver a su familia, en cambio si yo salgo es con usted así no se preocupa tanto por lo que hago.
- Estoy ocupado, ¿no entiendes? -bufé desabrochando los botones de mi camisa para cambiármela por una limpia.
- ¿Puedo ir solo entonces? Como usted dice que está ocupado -se encogió de hombros.
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Jefe Han | Hanknow
Casuale- Desvístete. - ¡N-no haré eso! - Estás aquí sólo para recibir ordenes. en donde Minho no tiene trabajo y consigue uno como sirviente en la gran mansión Han. Aviso: En esta historia hay mucha diferencia de edad y maltratos. si sos débil con ese tema...