Félix se avergonzaba de Changbin.
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Carraspeé mi garganta, agarré con fuerza los lados de la taza del baño y tomé aire aceleradamente. Changbin golpeaba mi espalda gentilmente.
No podía decir ninguna palabra ya qué las náuseas volvían y mi desayuno de ésta mañana salía de mi boca.
Otro ataque de ansiedad.
Mi cuerpo comenzó a debilitarse. Limpié el vómito que estaba en las comisuras de mis labios con mi brazo y me recosté en la pared de metal del baño.
—Félix
Levanté mi mirada a Changbin qué me observaba preocupado, se incó tocando mi frente.
¿Realmente Changbin estaba frente mío?
Y otra vez, metí mi cabeza al inodoro dejando salir la bilis que hacía presión desde mi estómago a mi garganta y finalmente expulsandolo de mi boca.
—¡Oh por dios, Félix! —escuche la voz de Wooyoung entrar al baño. —¡Una disculpa por esto! —pareció referirse a Changbin. —Nosotros nos encargaremos de él, necesita muchos cuidados, lamento la mala experiencia en la tienda, por favor disculpenos.
Sentí qué alguien acarició mi espalda y daba gentiles golpes.
—¿Estás bien? ¿Necesitas volver a casa?
Suspiré observándolo de reojo, limpié mi boca nuevamente y mi frente que sudaba frío.
—Lo siento, sólo necesito enjuagar mi rostro y estaré bien —me levante como pude del suelo y salí del pequeño espacio. Observé a los lados buscando a Changbin pero este mencionado, ya no estaba.
—Te traeré una botella de agua, no tardaré. —salió rápidamente del baño.
Abrí el grifo y dejé caer el agua. Solté un suspiro cerrando mis ojos y tratando de calmarme, hice un pequeño canasto con mis manos y mantuve el agua en ellos tirándole en mi rostro.
Las profundas ganas de llorar querian dominarme, las ganas de tirarme al suelo y envolverme querian domianarme.
Los sentimientos que tanto quise enterrar habían vuelto aparecer y sin quererlo tanto.
Changbin había vuelto después de mucho tiempo.
—Félix, aquí tienes. —Wooyoung me estiró la botella de agua previamente abierta con un tono de preocupación. —¿Estás seguro que te sientes bien?
—Creo que, necesito ir a casa —susurró con un nudo en mi garganta. —Perdón si por mi te hacen trabajar más.
—Tranquilo, amigo. Ve a casa a descansar, saliendo del trabajo iré a verte a tu departamento, ¿está bien? —palmeó mi espalda. —Ve con cuidado.
