Esposa del CEO 2

Capítulo 13

Reinó el silencio sepulcral, lúgubre.

El maldito susto que no había querido salir y ahora, con la muerte, le recorría todo el cuerpo. Lanzó un grito de dolor y su rostro se cubrió de una intensa palidez, rodillas al suelo sintió su mundo desmoronándose, se le contrajo antinaturalmente el estómago, como si dicho se hubiese vuelto un nudo aspretado y estuviese a punto de escupirlo.

De pronto, la misteriosa sombra que quedó en pie se dirigió con pisada pesada, cautelosa hacia su dirección, pasando por encima del que estaba tirado en el suelo. Anastasia ya lo veía: El cuerpo de Erick perdiendo la vida al recibir un impacto fulminante, muriendo en seco. Ya se le había adelantado y ahora seguiría ella a alcanzarlo.

«Solo espérame...» Pensó con el nudo en la garganta.

La silueta a ciegas la tomó del brazo, al alzarla se levanta del piso y entonces puede ver su rostro iluminado.

— ¡¿Erick?! — No contuvo la emoción o la sorpresa, dejando el miedo de segundos atrás en un plano secundario — P-pero ¿Cómo? Yo te vi en el suelo y... creí que

— El arma se disparó hacia su dirección, fue como un juego de la ruleta rusa nivel extremo — Recibió a Anastasia entre brazos — ¿De verdad creíste que sería yo quien moriría, niña tonta?

— Tenía tanto miedo...

Anastasia, secando sus ojos del más de un segundo llanto vertido en el transcurso de tan pocas horas sentía inquietud de una parte, de otra un extraordinario contentamiento.

— Tenemos que irnos cuanto antes — Escuchó decir a Erick, separándose de ella.

Anastasia lo miró con cierta duda — Erick, este hombre murió de un impacto de bala y no durante un accidente, nuestro adn está regado por todo el vehículo. Será solamente cuestión de días para que den con nosotros. — Se permitió mirar el cadáver mientras Erick planeaba qué hacer, notando algo extraño — ¿En la cabeza? Oye ¿Por qué el arma le disparó en la cabeza?

— Porque así sucedieron las cosas, Anastasia. Era la única manera de asegurarse que no regresaría por nosotros.

Su sorpresa fué, pues, desagradable y se fusionaba con el terror.

— Dijiste que el arma se disparó por error — Avanzó lentamente hacia él — Erick ¿Tú mataste a ese hombre en realidad?

Permaneció quieto, silencioso, con la cabeza medianamente baja.

— Hice lo que tenía que hacer para que sobreviviéramos. — Confesó.

Y Anastasia se apartó de él.

— Mataste a alguien.

— No maté a alguien, nos salvé la vida.

— ¡¿Pero a qué costo?! ¡¿Ahora también nos convertiremos en unos fugitivos de la ley?!

— Anastasia cálmate, no es para tanto.

— ¡Claro que es para tanto! Yo... Yo ¡No puedo aceptarlo! ¡¿Acaso entiendes lo grave que es esto?! ¡Erick!

— ¡Maldición cierra la boca Anastasia! ¡¿No quieres mejor ir directamente con la policía?! — Aquel grito se escapó de sus labios — Tienes que entender que a veces es necesario ensuciarse las manos para sobrevivir, así que tú y yo nos desharemos de ese hombre y luego haremos como que NADA sucedió ¡¿Comprendes?!

Un fatalismo implacable la sacudió obligándola a incorporarse, temblorosa bajo aquel susto intentó formular la pregunta que tanto se temía cuestionar:

«¿Por qué suena como si no fuera la primera vez que lo hicieras?»

Pero al abrir la boca lo único que salió de su garganta fue silencioso aire.