VI

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Naruto se mantenía sentado con la silla girada. Su pecho estaba apoyado contra el respaldo de aquella fría silla de la morgue y sus brazos colgaban hacia el frente, con los dedos levemente rozando las frías barras del respaldo, pero sin darle demasiada importancia.

Justo delante de él, a dos metros y sobre una fría camilla de metal cubierto con una sábana, el cuerpo del Demonio Hacha descansaba plácidamente sin gestos de vida por su lado. La cabeza, separada del cuerpo, estaba a la derecha del cuerpo, en otra camilla, mientras el corazón permanecía en hielo en un cubo debajo de la segunda camilla, aun palpitando.

[Debes estar sintiendo arcadas ahora mismo, mocos. Esto realmente está apestando demasiado incluso para mí gusto. Mi olfato, como el de los cánidos, cuenta con un desarrollo superior. Y soy un demonio también. No puedo mantener enfocado mi olfato por mucho en lugares como estos]

Naruto no respondió por los siguientes segundos. Manteniendo sus ojos azules fijos en el cadáver de su más reciente enemigo, comenzó a empujar su propia mente por posibles caminos a tomar. Aquel demonio no había sido normal y la forense pronto daría con aquello que le había resultado extraño. Ningún demonio con anterioridad había sido medio humano, más allá de Power o Denji recientemente, el chico Motosierra.

[¿Lo notaste? Esa sensación repelente que acompaña a la zorra con la que te acuestas] lentamente, detrás del Uzumaki, la forma de un zorro fue tomando forma. Un alargado hocico lleno de dientes afilado reposó sobre el hombro del rubio, mostrando después unos ojos carmesís como la misma sangre. [Intentó controlarnos]

Naruto no respondió tampoco a aquellas palabras. Sí, como su compañero había dicho, él sintió aquel golpe eléctrico que recorrió su espalda cuando estuvo en compañía de Makima. De hecho, era algo recurrente mientras estaba con ella, fuera o no de modo íntimo, como si estuviera intentando tomarlo como a un simple animal al que deseaba poner una correa y hacer su esclavo.

Esa fue la sensación que estar con Makima le generaba. Extrañamente, no podía simplemente separarse de ella por más que quisiera y copular era algo constante para ellos. La relación de trabajo había degenerado en algo animal y primario que él aceptó sin más, sin quejas, sin buscar algo más allá de una simple copula. Tampoco es que él quisiera estar con Makima de un modo romántico. Sería extraño e innecesario para él, como demostró con su primera novia, la cual terminó muriendo por un demonio.

Makima era una cazadora, líder de los cazadores al servicio de Seguridad Nacional. O al menos, si no era la líder, era la representación de todos ellos frente a la comisión.

De todos ellos con dos excepciones: él, Uzumaki Naruto y el Maestro, el hombre que no dejaría jamás su nombre a nadie que no fuera de confianza. Ni siquiera Makima o la comisión lo sabía, por lo que tenía entendido. De cierta manera, los nombres tenían poder, así como el miedo.

Aquella emoción tan primitiva arraigada incluso en los animales más primarios, era la que mantenía a los mismos a salvo y a la vez hacía que los demonios se volvieran fuertes.

Por el miedo a las armas, el Demonio Pistola mató a millones.

[Rumias demasiado. Ni siquiera el vago parece tan pensativo como tú en estos días. ¿Es porque la zorra no ha satisfecho tu lado animal? Puedes tomar a otra. No me interesan las mujeres de doble cara como la demonio]

―...

Moviéndose, la figura del zorro giró alrededor del cuerpo de Naruto, entrelazando su cuerpo con el de su vasija. Naruto no respondió a aquel roce de fuego, a pesar de que lentamente su piel se iba quemando poco a poco, como si estuviera expuesto a una llama ligera. Ni siquiera su rostro se contrajo o hizo algún movimiento más allá del pestañeo.

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora