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El caos se había apoderado de la ciudad. Columnas de humo negro se alzaban hacia el cielo, oscureciéndolo mucho más de lo que ya estaba. Y la lluvia solo empeoró la situación para los habitantes de Tokio, que corrían despavoridos por la tormenta, las explosiones y el humo que se movía por toda la ciudad, como si intentara completar algún tipo de cúpula de humo.

  Las explosiones afectaron no solo al centro de Seguridad Nacional, si no que los lugares marcados en el mapa holográfico estallaron como lo había dicho el capitán Kishibe y en el mismo orden, provocando cientos de miles de daños estructurales cuando las bombas estallaron, llevándose a cientos de personas por delante debido a la falla de aviso de bomba.

  ―¿Es cosa tuya, Kishibe?

  Makima había localizado al viejo cazador a unos diez kilómetros de la sede de Seguridad Nacional, sin ninguna herida o cabello fuera de lugar, sin mostrarse agitado por haber corrido o haber sido movido a gran velocidad.

  ―Puedes tomarlo así, sí. No voy a negar mi participación en todo este...teatro. Pero no era yo quien estaba junto al chico. Naruto es bueno siendo un ninja y usar clones es su especialidad, y eso que no le gusta depender de ellos―el humo abandonó la boca del viejo hombre mientras salía a la luz, llevando la ropa que siempre llevaba―. Pero mira que cara me llevas, Makima. ¿Sorprendida? Ese muchacho guarda muchas sorpresas. ¿Crees que follártelo te daría control sobre él? Si es así, estas muy equivocada. Él no es Denji. Debiste haberlo visto venir.

  El rostro de la mujer se volvió duro como la piedra. El aire paró de entrar en los pulmones de la pelirroja...y segundos después estalló en carcajadas. No eran carcajadas de alegría o burla, si no de cinismo y veneno, como si encontrara gracioso el hecho de haber sido descubierta y que hubieran jugado con ella cuando debería estar pasando al revés. ¿No podía controlar a Naruto? Eso era un muro demasiado amplio para superar que siempre tuvo delante, pero esperó que el chico fuera al menos dócil con ella con cada revolcón.

  ―Si, eso es demasiado cierto. Denji y Naruto son dos opuestos y aunque el último folla bien, Denji es el Motosierra. Y es todo lo que me interesa en este mundo.

  ―Que...obscena.

  Kishibe saltó hacia atrás justo en el momento preciso. La figura del Demonio Katana hizo acto de presencia, destrozando el suelo bajo sus pies cuando cayó entre Makima y el viejo cazador.

  ―¿Katana? Supongo que has decidido usar todo lo que sabes para intentar detenernos. ¿Vas a intentar ser vista como la buena?―disparos continuos volaron hacia Katana mientras este avanzaba, con la intención de cortar a Kishibe―. Porque no eres la buena y las personas nos dan un poco igual con la intención de...detenerte.

  Quanxi y Reze hicieron acto de presencia cayendo sobre el Katana, enviando al híbrido contra el suelo al estrellarlo con toda la fuerza que ambas mujeres poseían obligando al hombre a mantenerse sometido contra ellas.

  ―Makima.

  ―Quanxi.

  La mujer china miró con burla a la pelirroja, esperando alguna respuesta por parte de la híbrida a cargo de Seguridad Pública. Pero los ojos amarillos de Makima brillaron solamente con desinterés, mientras se movían brevemente hacia Reze antes de mirar nuevamente a Kishibe.

  ―¿Esto es todo? ¿Es en serio? ¡No puedes detenerme solamente con esto viejo!

  ―¡¿?!

  Los cansados ojos de Kishibe miraron hacia el enorme tsunami de personas que corrían hacia ellos. Escupió hacia la derecha, tirando el cigarrillo que sujetaba con los dientes y sacó una glock de entre los pliegues de su gabardina.

  No quedó ninguna bala dentro del cargador, pero no fue suficiente para detener al ejército de la mujer.

  ―Creí que me llevaría a esos bastardos por delante―masculló, cambiando el cargador―. ¡Será mejor que nos retiremos!

  ―¿Retiraros?―Makima extendió el brazo y apuntó con el dedo índice a Kishibe―. Después de lo que has hecho, no voy a dejar que os vayáis. ¡Bang!

  La sangre inundó su boca. Kishibe llevó la mano hacia la zona izquierda del pecho y palpó con os apéndices, sintiendo la humedad de la sangre a través de la tela, humedeciendo sus dedos.

  ―T-tú...

  ―Es sorprendente que no te haya partido a la mitad―echó la cabeza hacia la derecha y dejó que una flecha pasara por su lado―. Pero siempre has sido resistente, viejo. Y lo seguirás siendo incluso hasta en tu final, como un perro rabioso.

  Varias explosiones generaron una cortina de polvo y escombros que ocultó a los tres de los ojos de Makima. Siendo la más veloz, Quanxi tomó a Kishibe y salió de la nube por el lado contrario, siendo seguida de cerca por Reze y dejando a un lado a Katana, quien se puso de pie listo para perseguir a las dos mujeres y el herido anciano.

  El crepitar de las llamas fue solo el aviso. Un muro de fuego impidió que Katana siguiera caminando y los ojos del yakuza híbrido se fijaron en la persona que les impedía seguir caminando.

  ―¿No te han matado?

  ―¡Ah! Perra loca―la sonrisa se ensanchó formando una sonrisa de zorro en un rostro burlesco―. ¿Crees que algo como un perrito controlado me mataría, Makima? Me conoces lo suficiente como para saber que no me matará nada de lo que tengas. ¡Incluso tu ejército de muertos vivientes sacados del cementerio!

  Movió las manos y una marea de fuego se desplazó hacia Makima, pero sin afectarla. Las llamas pasaron por ambos lados de la mujer y el fuego golpeó al ejército de muertos de lleno, causando que el aire se impregnara del olor de la carne quemada.

  Fue en ese momento cuando Denji cayó desde uno de los edificios sobre Katana, atravesando al hombre con las dos motosierras y cortando su cabeza con la que llevaba por cabeza.

  ―Denji.

  Makima miró al chico que había caído sobre el Katana. Su mente estaba llena de pensamientos sobre aquella situación, o mejor dicho sobre el hecho de que Denji estaba actuando de una manera completamente autónoma, alejada de su control, como un perro fuera de su correa y el mando de su dueña.

  ―...

  ―Vamos a decir que esto está un poco equilibrado―ojos azules y amarillos conectaron por unos segundos―. Vamos a terminar de una vez con todo lo que has hecho, mujer.

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora