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Manipular a las personas, fueran demonios, híbridos o humanos, era algo sencillo cuando se nacía con las cualidades necesarias, pero todo eso no importaba cuando el Demonio Control estaba presente. A él no le hacía falta ninguna habilidad o cualidad para controlar a cualquier ser viviente del mundo, ya fuera del plano terrenal o del Infierno. Y de entre todos los demonios, era uno de los más fuertes dentro del mundo de los vivos, adiestrado y controlado por el gobierno desde su aparición.

Y eso debería haber sido suficiente.

El control había sido algo presente en la vida de Makima desde que tuvo uso de razón, desde que nació en un punto más antiguo que la conciencia humana o animal, tal vez incluso más que algunos de los sentimientos más primarios de la existencia. Pero en aquel instante, diversas personas estaban fuera de su control, de sus manos y no estaban sometidas a ella, si no que era todo lo contrario y estaban allí de pie, mirándola con ojos desafiantes y rebeldes.

Makima podía entender la desobediencia de alguien como Uzumaki Naruto, quien estaba ligado a algo más antiguo que la vida o la muerte, mucho más antiguo que los sentimientos en los seres vivos. Lo que ella no comprendía era la desobediencia de Denji, alguien a quien comenzó a manipular desde el momento que cayó en sus manos, dándole lo que deseaba y apretando la correa cuando fuera necesario, pero siempre demostrando quien estaba por encima del otro.

Incluso usó su cuerpo para controlarlo.

El interés de Denji había caído siempre del lado sexual y físico en una relación y lo había usado para manipular al chico hasta aquel momento, sobreponiéndose incluso al hecho de que el chico amara a otra persona que no fuera ella por unas semanas. Si habían superado incluso eso ¿qué había cambiado? ¿Qué hizo que Denji se parara frente a ella mostrando su poder tomando la forma de Motosierra y peleara contra ella?

La respuesta a la pregunta, estaba al lado del chico que debería ser su perro: Uzumaki Naruto, el cazador al servicio de la familia imperial, un hombre con la vida más larga del mundo conocido.

Para ella, lo primordial era asesinar a Naruto, matarlo y deshacerse de su cuerpo sin dejar rastro alguno. ¿Pero cómo iba a lograr hacerlo cuando nadie había matado al chico? Eso era algo que Makima no tenía dentro de su agenda y no podía ver el camino completamente libre para llegar a su objetivo.

Y era su mayor muro para lograr su objetivo.

―No importa―no habló para que Naruto o Denji la oyeran, lo hizo para recordarse así misma que no importaban sus preocupaciones actuales, que podía dejarlo para luego. Siempre encontró una forma de ganar y la inmortalidad no sería un obstáculo―. Voy a tener que lidiar con los perros rebeldes que no me son útiles―movió el dedo índice y una explosión invisible se deshizo del brazo izquierdo de Naruto―. Voy a deshacerme de vuestros cuerpos convirtiéndolos en carne picada.

Una sonrisa sangrante se presentó en los labios del cazador. Vivir o morir. La diferencia entre ambos términos, era como la calidez de la piel y lo que uno podía hacer. Estar vivo daba color, calidez y te dejaba experimentar. Y estar muerto, solo te daba la oportunidad de que los gusanos se comieran tu piel, carne, músculos y órganos hasta quedarse en los huesos. Y no era algo a lo que Naruto tuviera miedo ni que tendría miedo en el futuro, incluso sin ser inmortal.

―¡Oh! Hacerme carne picada―el brazo cortado volvió a su forma original, aunque sin la tela de la ropa cubriendo la extremidad―. Eso suena algo prometedor, pero solo si juntas la carne con un buen ramen. No es la primera vez que he tenido que comer mi piel o dársela a otro.

Una segunda onda invisible avanzó hacia su objetivo con la intención de partirlo a la mitad. Y Naruto no fue el encargado de bloquear el movimiento de Makima. Cubriendo al Uzumaki, una motosierra estalló en mil pedazos que cubrieron la visión de Makima por unos segundos; segundos aprovechados por Naruto, quien corrió hacia la mujer y movió la espada con la intención de decapitarla.

Chispas saltaron. Los ojos azules se agrandaron cuando vieron la persona que se interpuso en su camino, bloqueando el avance de su espada contra el cuello de su enemiga.

―...

―Suponía que esto sería sencillo y te quedarías muerto―ambas espadas volvieron a chocar intensamente generando un sonido metálico ensordecedor―. ¡Denji encárgate de Makima!―movió el brazo izquierdo y empujó una ola de fuego contra un tercer atacante que iba a por él―. Yo voy a tomar a estas molestias.

El Demonio Katana movió ambas espadas y empujó a Naruto hacia atrás. Pero no era el único en el ejército de Makima que lo estaba hostigado y que creía que había matado en algún momento de la historia, pasada o presente.

Respiró hondo. Movió los hombros para recolocarlos en una posición completamente adecuada y dejó que su espalda se irguiera como debería hacerlo la espalda de un hombre real. Una vez que sus músculos y huesos fueron colocados en una buena posición, solo hizo un movimiento de corte horizontal que generó una hoz cortante que partió a Katana por la mitad y despedazó sus brazos katana en mil pedazos de esquirlas de acero.

―Hmp―dejó que el aire saliera de sus fosas nasales en una respiración pesada y sonora- Exhaló a través de la boca y flexionó las piernas un segundo antes de lanzarse hacia la marabunta de personas revividas por el control de Makima―. ¡Solamente vais a arder como en el infierno!

El poder del fuego de su compañero inundó sus pulmones y lo exhaló en un aliento ardiente como un dragón que quemó a una docena de personas, creando un muro de fuego que los demonios se pensaron dos veces si seguir avanzando o no. Pero cuando entendieron ese pensamiento breve, ya era tarde. La espada bajó envuelta en una burbujeante energía y un estallido de vísceras, huesos, piel y músculo generaron una lluvia sangrante que mojó la calle y los edificios aledaños.

La variable que Makima no había tomado en cuenta, era el poder que inundaba el cuerpo de Naruto, proveniente del demonio con el que había hecho un pacto. Y no era un demonio que necesitara del miedo o los humanos para ser poderoso. Era un demonio poderoso incluso por encima de la oscuridad u otros demonios primordiales.

Kurama era un demonio de verdad. Su poder solo provenía de su propio interior, de su propia fuerza real y del poder demoníaco con el que había nacido.

Hacer un pacto con un humano, fue algo menor por ver algunas cosas y aquello era divertido.

[Solo un poco más. ¡Quémalos más!]

Movió la espada de manera horizontal y el muro de fuego se movió quemando a todos los demonios que intentaron huir del ataque de su enemigo. Porque la intención de Naruto era destruir a todos aquellos que seguían a Makima, aunque intentando mantener vivo a los que estuvieran aun entre los vivos.

―No importa. Ya están más que rostizados, Kurama―movió la cabeza, clavando sus ojos en las dos figuras de la lejanía―. Es hora de seguir hacia adelante.

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora