XVI

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Apoyado en la pared del otro extremo de la habitación, Naruto miraba como Makima y el capitán Kishibe conversaban arduamente. Con el reciente atentado contra Seguridad Pública y la clara intención de los atacantes de tomar a Denji y al Motosierra por ellos mismos, las cosas se habían torcido ciertamente un poco, obligando al comité a aceptar los manejos de Makima combinando unas cuantas divisiones para dar potencia contra lo que parecía estar por venir, pues esto solamente era el preludio del caos mismo que nadie pudo ver.

Pistola...

Naruto movió su atención sobre la bolsa que estaba encima de la mesa, llena de pequeños trozos que parecían haberse acoplado formando una pelota irregular, rugosa y extraña. Esta pelota estaba hecha con pedazos del temido Demonio Pistola, creando así una brújula que en un futuro los llevaría a enfrentar a este demonio. Pero Naruto estaba reacio con esto. ¿Realmente con los trozos del Pistola podrían localizarlo? Algo no estaba dentro del esquema que Makima estaba presentando a la comisión y sentía que algo estaba escapando de su alcance. Y odiaba cuando las cosas escapaban de su mano.

Naruto soltó un suspiro cuando vio como Kishibe y Makima terminaban de hablar, ambos alejados de él. Ellos tres eran los máximos exponentes de Seguridad Pública y probablemente la comisión los quería poner en frente, utilizarlos para levantar la moral con la caída de tantos de sus compañeros y amigos.

Todos ellos...¿asesinados?

Uzumaki Naruto aun no podía llegar a comprenderlo. ¿Realmente ellos fueron completamente derrotados por unos enemigos? Ahora que iban tras el Motosierra, probablemente Makima querría ponerlo bajo custodia o entrenarlo para los enfrentamientos próximos, lo que haría que él o Kishibe lo entrenaran. Y él no pensaba perder su tiempo en entrenar a alguien que mataría en un futuro.

Todos los demonios irían al infierno.

―Naruto―Kishibe entró en el rango de visión del Uzumaki. Naruto levantó su rostro y vio los ojos del capitán de la división primera especial―. Ha llegado el tiempo. Varias unidades nos uniremos para ir tras el Pistola y sus secuaces. Al parecer estos estaban en una pandilla Yakuza, por lo que Makima irá a ver a los líderes de la misma tras obtener...algo de sus familiares.

―¿Y eso tiene que ver conmigo...?

―Se ha acordado que te harás cargo de la división mientras estoy fuera―Makima se acercó a ambos con pasos seguros. Sus ojos se mantuvieron siempre en el rubio y nunca se apartaron de él incluso cuando el Uzumaki miró a Kishibe―. Liderarás la Cuarta División Especial mientras mantengo ocupados a los Yakuza y obtengo la información de los aliados del Pistola.

―¿Y si me niego?

―Serás tachado de traidor y serás cazado como cualquier aliado del Pistola, Uzumaki―Kishibe declaró con voz serie. Naruto resopló ante eso y miró directamente al que había sido su instructor―. Toma tu él mando, viejo.

―Yo tomaré al chico Motosierra y la chica enérgica como mis aprendices. No es algo que me agrade, pero Makima me convenció de lo mismo. Si ellos no están listos, la ventaja de la Cuarta sobre los aliados del Pistola se reducirá drásticamente. Y no es algo que convenga al país justo como está ahora. Otra crisis, otra aparición del Pistola y el mundo enteró podría verse afectado con esto Naruto.

―Eso no es algo que nos afecte―Naruto recalcó, haciendo presente el hecho de que no estaba solo en esto. Debía proteger a Nanami de los seguidores del Pistola y debía mantener a Kurama bajo control lo máximo posible. Más enfrentamientos contra tipos asó, solo crearían un estrés sobre su cuerpo y mente que le llevarían a liberar al demonio. Y ni siquiera Kishibe estaba listo para lidiar con Kurama―. Debo proteger a la niña. Debo mantenerme al margen de más enfrentamientos innecesarios―mostró su ropa completamente llena de cortes de su enfrentamiento contra el Hombre Katana y contra el Demonio Serpiente―. Mi cuerpo tiene un límite, Makima, Kishibe. No puedo estresarlo demasiado o el demonio con el que hice un contrato será una molestia para vosotros.

―Puedo lidiar con él.

―Si no me has matado aun, dudo que lo hagas en un futuro―Kishibe señaló, haciendo al joven recordar el momento exacto de cuando se conocieron. Intentó matar directamente a Kishibe y no pudo lograrlo por unos centímetros. Si hubiera hundido sus garras un poco más, ahora el hombre no estaría justo delante de él junto a Makima y planeando una defensa mundial―. Debes mantener una posición consolidada para hacer frente al Pistola. Perder millones de personas si él vuelve, no será algo demasiado bonito, ¿no crees? Además, otras agencias están poniendo los ojos sobre el chico Motosierra y eres el único al que podrían respetar, incluyendo el Papa Noel alemán―Kishibe endureció su rostro y bajó ligeramente su voz―. Rusia. Alemania. Estados Unidos. China. Grandes potencias vendrán por el muchacho. ¿Quieres realmente quedarte al margen y ver como se llevan el corazón? Esto ya se ha convertido en algo demasiado grande para contenerlo con un par de manos, Naruto. ¡Necesitamos otro par, uno más duradero que el anterior!

―Solo me necesitas por mi regeneración―señaló el chico, con cierto toque burlesco en su voz―. Si no fuera prácticamente inmortal, no me necesitarías para nada. Y también soy...inmune a ciertos demonios. Eso te viene bien tanto a ti como a la comisión―expresó con una voz hosca. Tomó de su bolsillo un cigarrillo y lo llevó a su boca―. Y lo que le pase a la comisión y Seguridad Pública, prácticamente me da igual. ¿Muertes? Bien, todos mueren. ¿Extinción? ¿Cierre? Bien para mí, pondré a personas más competentes en los puestos que ocupáis y tomaré las riendas bajo las órdenes del emperador. Es un hecho innegable que estáis pasados de moda, chicos. Se necesita una mejora para enfrentar a los peligros futuros. Y soy parte de esa mejora que no podéis aceptar.

Kishibe soltó un suspiro. Apartando los mechones de su rostro, miró al Uzumaki con aquellos ojos cansados, pesados. Makima por su lado, mantuvo su rostro completamente estoico. Ambos miembros de Seguridad Pública esperaron aquella respuesta de su compañero. Uzumaki trabajaba para el emperador y sería imposible convencerlo por demasiado tiempo de que trabajara con ellos. Menos cuando el mismo emperador le confió a aquella chica con el Demonio de la Destrucción ligado a ella y que no podía quedar en las manos de cualquiera.

Un suspiro trajo a ambos adultos al presente.

―Dame un millón de bols de ramen y me lo pienso, de todos modos―el chico dijo con una voz completamente calmada. Delante de él, siendo formado por una nube que salía de entre sus labios, un bol intangible de ramen flotaba frente al rostro de Makima―. Y espero que sean de Ichiraku. Si no lo son, nuestro trato y trabajo conjunto será cancelado completamente, Kishibe.

―Bien.

―Otra cosa―Naruto señaló al hombre con el cigarrillo entre los dedos anular e índice―. Quiero a todo el equipo mañana en lo que vendría siendo mi oficina, si es que tengo una―miró hacia la mujer. Esta dio un cabeceo, indicando que podía tomar la suya―. Eso, los quiero en mi oficina Kishibe. A todos, incluidos Denji y Power.

―Bien.

―Y nada de mierda. ¡Quiero que si los entrenas, sufran como los perros que son!―declaró, ahora con una voz más fuerte―. Si no los veo destrozados al final de cada día, pensaré en arrancar tu corazón y comérmelo con ajo.

―Bien.

―¡No bromeo, viejo!

―Nunca dije que bromearas. Acepto todo lo que has dicho. Mañana a primera hora los tendrás en la oficina, a todos ellos incluyendo a los heridos y todos los híbridos posibles―asintió Kishibe. Naruto movió la cabeza y asintió también―. ¿Algo más?

―Si, pero ese asunto lo arreglaré en un rato con Makima. Ella me tiene que dar su propio pago.          

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora