XVII

3K 285 41
                                    

El agua caía fuertemente sobre la ciudad. El viento, también levantado, hacia que las gotas golpearan la ventana de una habitación en específico. De esta habitación, sonidos lascivos escapaban, siendo completamente ocultados tanto por el sonido de la tormenta, como por el sonido rechinante de la misma cama que ambos amantes estaban ocupando actualmente.

Aquella cama tamaño King Size, estaba siendo ocupada por dos personas. Enterrando su rostro contra la almohada completamente sudada, dejando que su cabello castaño rojizo creara un abanico, se encontraba la líder de la Cuarta División Especial de Seguridad Pública: Makima. La mujer estaba completamente desnuda, con su piel mostrando las gotas brillosas de sudor y dejando ver las marcas que había recibido en su cuerpo. Sus nalgas que deberían tener un color blanco como el resto de su cuerpo, se mostraban rojizas por el envite de la pelvis de su amante y compañero.

Makima había disfrutado aquel intercambio de fluidos y de arrumacos como de costumbre. Había sido un acuerdo que ella firmó y aceptó para poder hacer que su compañero fuera el líder de la división durante su tiempo alejada de la misma. Ya habían intercambiado besos, sexo y fluidos diversas veces; pero en aquella ocasión todo había sido ciertamente más salvaje y sentimental para ella. ¿Se estaba enamorando de aquel hombre que la tomó como su amante? No esperaba que aquello fuera un verdadero amor, más bien una pasión animal. Disfrutaba con el intercambio y sentirse tomada por un hombre, pero no quería agarrarse a él cuando estaba a unos pasos de tomar al Motosierra, quien era su deseo más oculto.

Cuando ella intentó levantar la cabeza, una mano tomó su cabello con fuerza y la hizo gemir echando la cabeza hacia atrás por la fuerza del amarre. Abrió la boca y pronto notó como una embestida la hizo sacudirse por centésima vez aquella noche, dejando escapar un segundo gemido. Movió un poco la cadera y encontró nuevamente su cabeza contra la almohada.

Dejó escapar un gemido a la vez que su amante gruñía levemente. Habían terminado su momento amatorio del día.

―Mierda.

Dejando escapar un suspiro, Naruto finalmente se separó de la retaguardia de Makima y quedó de pie al borde de la cama de dimensiones demasiado grandes para una sola persona. Disfrutando de la vista de aquella mujer desnuda, el rubio tomó el paquete de cigarrillos que le lanzó su compañera mientras se arrastraba hacia atrás, pegando su espalda desnuda contra el cabecero de la cama.

―¿Cuántas veces han sido este año?―preguntó el Uzumaki con cierto interés morboso. Cuando ambos se conocieron, él al menos notó una directa atracción física por Makima, la misma que ella negó tener pero que pronto mostró cuando follaron en los baños de la base de Seguridad Pública, lo que fue extrañamente placentero para él a la vez que divertido―. Yo he contado más que el año anterior. Vas aumentando según van pasando los años. ¿Te estas enamorando, Makima?

Makima tomó el cigarrillo de la mano del Uzumaki. Colocándolo en sus labios, aspiró ligeramente sintiendo como el humo corría por su garganta y llegaba hasta sus pulmones. Apartando el cigarrillo, espiró una nubecilla grisácea que golpeó el rostro del cazador.

―...

―Quien calla otorga―él señaló con cierta diversión. Aceptó el cigarrillo de Makima y lo puso en sus labios, sintiendo como encajaba perfectamente entre sus dientes―. Te gusto.

―No. Solo eres un pasatiempo―Makima finalmente declaró. Dejó que Naruto moviera sus piernas y lentamente las flexionó, haciendo que sus partes intimas se tensaran―. Todo ser humano siente deseos sexuales. Tú solamente estas apagando los míos a la vez que yo satisfago tus propios deseos.

Naruto no respondió a aquello; pero Makima tenía un buen grado de verdad en sus palabras. Así como ella lo había tomado para calmar sus deseos carnales, él la había tomado a ella para desfogarse cuando fuera necesario y calmar sus instintos. Estar ligado al alma de un enorme animal zorruno, impulsiva sus propios deseos e instintos más animales.

―Ja―respiró hondo. Sentía como su cuerpo estaba completamente sudado, pero aún así se arrastró hacia Makima mientras aspiraba y chupaba aquel cigarrillo―. ¿Nos hemos perdido en toda esta espiral de sexo?

―Siempre te pierdes―Makima movió las piernas y atenazó la cintura del Uzumaki. Naruto bajó la cabeza y Makima levantó la suya. Estaban el uno pegado al otro―. Eres un perro perdido, uno sin dueño y necesitas una correa.

―No quiero correas―en un movimiento, Naruto tomó ambas manos de Makima y las subió, pegándolas contra el cabecero―. Prefiero ser yo mi propio dueño.

Con un movimiento de cadera, Makima sintió como entraba dentro de ella. Apretó los labios y no apartó la mirada de aquellos ojos azules como dos zafiros.

―No me gustan mucho los perros salvajes―la mano de Naruto tomó su rostro. Makima tomó el cigarrillo con su boca―; pero acepto esto...un poco más.

La mano de Naruto se movió y la tomó de la cintura. Makima dejó que Naruto la tomara y se afianzó al chico con fuerza. Suspiró cuando sintió aquellos suaves labios rozando su piel, pasando por su clavícula y gimió cuando sintió aquellos dientes clavándose en su carne hasta hacer sangre. Ella lo sintió y el chico absorbió la poca sangre que escapó de aquella pequeña herida.

―Vas a quemar la cama, Makima.

―No des más golpes―ella reprendió ligeramente, ahogando un gemido en su garganta―. Si lo haces, no mantendré el cigarrillo en mi mano.

―Es para lo que estoy aquí, no para hablar de estrategias o misiones, querida―bajó el rostro y tomó los labios de la mujer. Makima cerró los ojos sintiendo como los suaves labios del Uzumaki se movían sobre los suyos suavemente, como una tibia caricia.

―No quiero enamorarme. Prefiero odiarte.

―Yo también te odio con la fuerza con la que te amo.

Naruto comenzó levemente a mover las caderas. Makima comenzó a sentir como comenzaban a profundizar en ella, como su cuerpo estaba siendo golpeado.

―Mierda―Makima, aprovechando que la mano de Naruto aflojó su agarre sobre las suyas, las movió para agarrarse a su cuello. Cayendo un poco hacia adelante, Naruto se apoyó en la almohada―. Naruto...

―Silencio.

Y él tomó sus labios por novena vez en aquella noche, mientras el agua golpeaba la ventana y el viento azotaba la tormenta sobre la ciudad. Aquel acuerdo había sido cerrado con un trato carnal y Uzumaki Naruto sería el líder de la Cuarta División Especial. 

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora