XVII

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Cuatro personas estaban alrededor de una mesa con un enorme mapa holográfico de Tokio. En el extremo izquierdo de la mesa estaba Makima acompañada de Denji. El chico híbrido estaba pegado a la mujer como una mosca a la miel, mirando de vez en cuando a la pelirroja a su lado, la cual mostraba una sonrisa calmada y segura a las personas al otro lado del enorme mapa.

―Una reunión de última hora. No eres de ese tipo, Kishibe.

Kishibe miró a la mujer con una mirada calmada que no mostró los pensamientos del hombre, quien estaba acompañado por Naruto en todo momento, mirando con una sonrisa ladeada a la mujer al otro lado de la mesa.

―No es mi culpa que causes tanto alboroto con la División 4, Makima. ¿Aki muerto? ¿Convertido en un demonio parcialmente como el Pistola? ¿Crees que a los de arriba les ha agradado todo eso?

―¡Oh! ¿Así que buscan un culpable, Kishibe? ¿Y están intentando apuntarme a mí?―Makima tocó su pecho derecho con la mano, tomándolo con fuerza y apuntando dicha interacción hacia el rubio al lado del viejo―. ¿Y tú que piensas, Naruto?

Naruto alzó su ceja derecha ante la pregunta de la híbrida. ¿De verdad le estaba preguntando que pensaba él de toda aquella pantomima? Era probable que Makima tomara en cuenta el aviso, pero también era inteligente y se movería para no ser manchada con lo que había pasado con Aki.

―El muchacho murió bajo tu mando, convertido en un demonio fuera de los establecido por los que mandan―masajeó su cuello, mirando a Denji por un segundo―. ¿Cómo pudo transformarse en una parte del Demonio Pistola cuando se supone que estaba contenido? ¿Quién le dio las piezas para ello?

Aki se había convertido en el demonio que todo el mundo odiaba. Gracias a ello, el Motosierra ahora era visto como un héroe por todas las personas, debilitando a Denji por el aprecio de las personas cuando debían de temerlo.

Y los mandamases querían respuestas. Incluso Kishibe quería respuestas y Naruto podía intentar quererlas. Aunque el Uzumaki solo servía para una cosa: cazar demonios en todo momento, lugar y situación sin importar nada más.

―No podemos saber eso. Yo no puedo saberlo. ¿Crees que pertenezco a inteligencia o que he vigilado todos los días, a todas horas?―las pestañas de la mujer se movieron de manera sensual cuando esta pestañeo. Una sonrisa coqueta se dibujó en su rostro―. Por favor, Kishibe, no soy tan maniática como tú o Quanxi.

―Supongo que los viejos es lo que hacemos, querida. Nos volvemos paranoicos con el tiempo y la guerra de por medio. Los movimientos extraños como la muerte de Aki...me ponen un poco de los nervios, si te soy sincero.

―Todos mueren en acto de servicio. Incluso los viejos como tú o los jóvenes como Aki. Después de todo, su destino estaba sellado desde hacía un tiempo.

―¿Destino?―la voz de Naruto golpeó los oídos de Makima―. No creo que esa mierda. Es increíble que tú lo creas.

―Estuvo con el Demonio del Futuro. Dudo mucho que Aki no hubiera visto esto venir―rio Makima, divertida por las palabras de su compañero―. Si posees a ese demonio, ¿me puedes decir que el destino no está escrito?―los ojos amarillos de la pelirroja se movieron hacia Kishibe―. Pero no es por eso por lo que estamos hablando. ¿Qué, exactamente, pasa en Tokio?

Varias zonas de la ciudad fueron iluminadas en el mapa holográfico. Algunos de los puntos eran reconocibles por su fuente de turismo en ciertas épocas del año o a lo largo de todo el año, otros eran desconocidos o levemente conocidos. Pero diversos edificios políticos fueron también resaltados ante los ojos de los cuatro.

―Va a haber un atentado en Tokio, Makima. Varios explosivos han sido colocados en toda la ciudad y su explosión va a pasar a lo largo de los días. Se presume, según la policía, que estos han sido los lugares elegidos y que deberíamos ayudarlos. Podría haber compañeros de la yakuza actuando o seguidores del Pistola.

El grueso dedo del viejo golpeó la mesa, distorsionando la imagen holográfica durante los segundos que el apéndice permaneció sobre la mesa. Cuando lo retiró, la imagen volvió a su posición original, permitiendo visibilizar los puntos marcados.

―¿Quién ha pasado el aviso? ¿Es de fiar completamente la información?

―¿Temes de la información que tú no has dado?―Kishibe rio secamente, encontrando aquello divertido―. Si solo te fías de ti misma, Makima, vas a terminar siendo dejada a un lado y que no te sorprenda cuando nadie te necesite.

Aquello no molestó a la pelirroja. La sonrisa en los labios de Makima se curvó ligeramente, mostrando cierta burla y veneno dirigidos hacia las palabras de Kishibe, como si intentara restar importancia al hecho de que el hombre la estaba atacando y menospreciando, empujándola hacia algún punto de enojo, si deducía bien.

―No importa. Creo que Naruto...y en ti. Después de todo, eres un viejo que realmente ha llegado vivo hasta este punto aun cuando los demonios son reales.

La imagen holográfica desapareció y la habitación fue iluminada por focos azulados que obligaron a los ocupantes de la habitación a parpadear por unos momentos.

―Bien. Entonces, creo que podemos dar por terminado esto―Naruto miró a Kishibe―. Voy a hablar con las personas adecuadas y deberemos coordinar nuestro movimiento con la policía para evitar el máximo número de fallecidos. Eso, al menos, es mi intención. ¿Algo que agregar, Makima?

Los ojos azules brillaron con diversión, fijos solamente en los de la mujer pelirroja, buscando algún indicio de malicia o de burla en veneno en aquellos iris amarillos.

Un pitido fue la respuesta a la pregunta del rubio.

Segundos después, una explosión sacudió el edificio de Seguridad Pública y causó que los pilares del mismo comenzaran a presentar grietas; los cuales terminaron cediendo ante una segunda explosión que envolvió el edificio en llamas y humo.

Una tercera explosión, hizo que el edificio se hundiera sobre sí mismo sepultando a todas las personas en su interior.

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora