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Críticamente el capitán Kishibe de la División 4 Especial observó a la niña por la que dos demonios se lanzaron a por uno de sus activos, uno de sus compañeros. Mientras que el Demonio Cadena había lanzado su movimiento contra el hospital mismo donde estaba la niña; el Demonio Hacha había acorralado a Naruto en un polígono abandonado, obligando al chico a pelear un poco en serio tras recibir una herida. Y por lo que el vio cuando estuvieron juntos, Uzumaki Naruto jamás había recibido una sola herida en toda su carrera. Y ahora, dos demonios lo habían llegado incluso desmembrar si las imágenes de las cámaras del hospital decían la verdad. Y dudaba demasiado que hubieran sido trucadas.

Suspirando, el capitán de la división tomó la perilla de la puerta y lentamente la cerró, dejando en aquella habitación a la pobre niña que se había visto sola en el mundo. De cierta manera, le recordaba a Naruto cuando sus padres murieron. ¿Sería por eso que el chico la tomó bajo su cuidado? ¿O era por la comisión? No, Naruto no se dejaría mandar por un pequeño grupo de personas. Incluso el emperador andaba con cuidado cuando comandaba una misión al Uzumaki. El chico no se dejaba controlar por nadie, siempre con un claro objetivo en mente.

Entonces, ¿qué lo relaciona a Makima?

Al contrario que los demás miembros de Seguridad Pública, él conocía perfectamente aquella relación despechada y sexual entre ambos compañeros suyos, siendo algo más animal que humano. No había sentimientos, solo dos necesitados de un poco de calor humano en los escasos momentos fríos.

Tomando un poco de aire, Kishibe decidió salir de aquella zona e ir hacia el salón donde Naruto lo estaba esperando, probablemente con la cabeza echada sobre el respaldo del mismo mueble y con los ojos cerrados y los brazos completamente estirados. Eso realmente a veces terminaba molestándolo, pero era la casa del Uzumaki. Y como decía su madre, su casa sus reglas.

Con solo un minuto, el capitán finalmente se asomó al esperado salón. Como esperaba, vio al Uzumaki sentado en el único sofá que había en la sala. Su cabeza, echada hacia atrás, mantenía sus ojos cerrados y mirando hacia el mismo techo. Incluso vio como un poco de baba brillaba por la comisura derecha de su boca, escurriendo ligeramente. Estuvo tentado de tomarle una fotografía...

―Naruto.

Pam

Sin remordimiento, Kishibe golpeó al muchacho con la pierna, haciendo que el Uzumaki moviera sus piernas y se moviera en el mismo sofá, girando y dejando caer su cabeza contra la almohada que había en el mismo, la cual se hundió ligeramente ante el peso de la cabeza del adolescente.

―¿Uh?

Adormilado, con los ojos cerrados, Uzumaki Naruto levantó ligeramente la cabeza. Debido al sueño, apretó los ojos y los abrió, haciendo aquel movimiento un total de veinte veces por las que Kishibe contó.

―¿Has dormido bien? Normalmente no descansas lo suficiente. Y con esa chica, tu sueño puede haberse ido por el desagüe completamente―Kishibe declaró, tomando asiento en el sillón al lado del sofá―. Vas a tener que mantener un ojo sobre ella. La comisión tiene su punto sobre la niña y esos demonios parecen ir tras ella.

Estirándose, Naruto se colocó firme sobre el sofá, pegando su espalda contra el respaldo del mismo mueble. Soltando un bostezo enorme, el rubio procedió a rascarse el ojo para deshacerse un poco de las legañas que lo estaban molestando. El capitán lo había despertado y ni siquiera le había dejado tomar una ducha.

Y eso le molestaba.

―Necesito una ducha y un café, Kishibe. ¿Qué es lo que necesitas de mí ahora? ¿Makima la ha vuelto a liar? ¿Necesitas que haga limpieza? Un poco de ramen y felizmente yo cumpliré tú más oscuro deseo.

―¿Incluso si es matar al comité?

―¡Ja! Eso te lo hago por tres tazones―masculló el joven, moviendo tres dedos frente al serio rostro de Kishibe―. El ramen es la comida perfecta de los dioses.

Aquella era la única pega, el único fallo que Kishibe encontraba en aquel perfecto cazador de demonios, en aquel chico que tomaría la vida de un contingente completo sin pestañear, sin importarle mancharse de sangre tanto las manos como los pies.

―¿Ramen? ¿Realmente? ¿Venderías e mundo por ramen?

―¡Oye!―ofendido, Naruto llevó su mano al corazón―. ¡Solo por la cantidad justa! ¡¿Me tomas por un monstruo?!

Kishibe retiró unos mechones desordenados de su cabello perfectamente cortado. Apartando la gabardina de su regazo, entrelazó las manos mientras echaba el cuerpo hacia el frente, mirando con sus oscuros ojos los claros del Uzumaki.

―Ahora, esto es serio. ¿Quién es la chica?―preguntó sin apartar los ojos del adolescente, buscando en ellos la verdad si este le mentía.

Naruto parpadeó. Los labios se le torcieron hacia abajo y la sonrisa fue completamente borrada tras la pregunta de Kishibe. No es que fuera a ocultar quien era la chica; pero las palabras del Demonio Cadena y el intento de ocultar quien era ella, lo hacían sospechar de quien estaba detrás. Makima no podía ser. Ella estaba ocupada con el Motosierra y con los problemas de su unidad y manejar sus propios planes.

Sin ella de por medio, ¿quién quedaba? La comisión no tomaría a una niña usando demonios. Ni siquiera contaban con el poder para hacerlo si no fuera por Makima. ¿Sería otro demonio que estuviera detrás de Nanami? Había tantas preguntas sin respuesta y tantos caminos abiertos actualmente...

―No lo sé. Me dijeron que era un Demonio de Sangre; pero Power lo es―comenzó, mirando el techo con sus ojos azules―. Entonces ¿quién es Nanami? Puede ser cualquier demonio, ¿pero cuál? ¡Todos reencarnan o en el infierno o aquí!―gruñó. Kishibe mantuvo la calma. Conociendo como era Naruto, era más factible dejarle hablar―. Varios demonios han pasado por mi mente, ¿pero irían a por ellos otros demonios? No. No irían a por ellos porque no han vuelto a aparecer en el mundo y porque no hay registros de ellos, por lo que localizarlos sería molesto incluso para otros demonios.

―¿Barajas algún nombre?

―Si―suspirando, el Uzumaki miró el rostro de Kishibe deteniéndose en aquella cicatriz―. El Demonio de la Destrucción.

Los ojos del capitán se abrieron completamente. El sonido de como tragaba saliva, llegó a los oídos de Naruto quien mantuvo el rostro completamente impasible.

―¿A-alguna prueba?

Naruto bajó la mirada hacia sus manos. Con fuerza, las apretó una sobre la otra.

―Cuando llegué a salvarla...no fui yo quien la salvó.

―¿Qué quieres decir? En el informe señalaste que usaste tus poderes de demonio. ¿Cómo que no fuiste tú quien la salvó? Y si no lo hiciste, ¿quién fue?―Kishibe preguntó con interés y confusión. Aquella incógnita de la identidad de Nanami lo estaba carcomiendo desde el interior, aunque no lo demostrara.

―La misma Nanami.

El silencio se instaló en la sala tras aquellas tres palabras. Naruto no movió los ojos de sus manos, apretando uno sobre la otra y perdiendo el color de los nudillos. Kishibe mantuvo su rostro completamente estoico, con los ojos oscuros sobre el Uzumaki, como si no hubiera oído aquello.

―¿Qué?

―Cuando llegué, todo estaba completamente lleno de sangre. Los zombis fueron literalmente destrozados desde el interior, estallando como globos hinchados de helio―Naruto comenzó la explicación con los ojos fijos en sus manos―. Sus intestinos estaban esparcidos por el suelo del centro comercial. Yo solamente lancé mi espada para salvar a Nanami de uno de ellos, pero ella los hizo estallar. Por eso cree que yo la salvé.

Kishibe soltó el aire que mantuvo en sus pulmones. Colocando su cuerpo bien sobre el sillón, miró al Uzumaki.

―¿Alguien sabe de esto? ¿La comisión? ¿Makima? ¿El emperador?―preguntó, esperando una respuesta acorde a lo que Uzumaki Naruto diría.

Y con un suspiro lo dijo.

―Nadie.    

Un Demonio PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora