Algo entre nosotros cambió esa noche, no estaba segura si habíamos entablado una amistad o algo muchísimo más fuerte. Hubo caricias, hubo manos en lugares donde estaba segura que hacía mucho nadie tocaba, hubo besos esporádicos y dispersos que ninguno de los dos mencionó cuando nos despertamos. Como si todo hubiera sido parte de un sueño.
Me levanto con el aroma a café, tostadas y un hombre sonriente con una bandeja entrando en la habitación.
Maldición, esto se estaba tornando demasiado extraño.
— Acostumbro desayunar en la cama, pensé que no te molestaría que te trajera algo para ti también... — anuncia marcando su hoyuelo que no me permitió enojarme o salir corriendo.
— Gracias —respondo con media sonrisa mientras deposita la bandeja sobre la cama.
Desayunamos en silencio, sin mencionar lo que había pasado anoche en esa misma cama. Sé que no había sido un sueño, recuerdo sus pupilas dilatadas y el toque de sus caricias en todo mi cuerpo hasta quedarnos dormidos.
No quería arruinar esa nueva amistad por algo que podía durar solo una noche, porque estoy completamente segura de que solo sería eso, una noche. Porque cuando te rompen el corazón en miles de pedazos, cuando aquellas personas que se suponía tenían que vivir felices por siempre, en los cuales habías puesto toda tu fe, la unión que usabas de base para tus futuras relaciones, ese lazo que creías irrompible finalmente se quiebra, pierdes totalmente tu confianza en lo que todos llaman "amor".
Y así estoy yo, deseando con todas mis fuerzas tener un poco de confianza en el amor, pero pensando que si ellos no lograron hacer perdurar su relación, nadie podrá.
****
Pasaron unos cuantos días desde que Julia había anunciado su compromiso y finalmente terminó de juntar todas sus pertenencias del que fue nuestro departamento. Recién en aquel momento, en que mi casa fue invadida por varias cajas con el nombre de Ulises escrita en cada una, que me di cuenta cuánto iba a extrañar tener su compañía; todo va a cambiar a partir del momento en que ella finalmente salga por aquella puerta.
A pesar de la tristeza que esa situación significa para mí, estoy feliz por ambos; ellos merecen toda la felicidad que están viviendo y me alegra haber sido la mente maestra en esa unión. En ocasiones, cuando los veo juntos, siento un poco de envidia, porque realmente se aman más allá de todo, más allá de los horarios torcidos del trabajo de Leo, más allá de las trasnochadas de Julia por terminar algún trabajo, de las peleas o, como ellos las llaman "intercambio de opiniones". Siempre terminan tomados de la mano y más melosos que nunca. Los envidio porque aún tienen fe en el amor.
Sí, lo sé, soy una paradoja ambulante, primero digo que no creo en eso de estar atada a alguien de por vida y luego envidio a mis amigos que tienen un compañero para siempre.
¿Quiero eso para mí? La verdad, no estoy segura si alguna de esas dos caras que tengo a la vista con respecto a la definición de amor son realmente lo que pienso o quizá esas pocas experiencias que tuve en el área lograron que me diera por vencida.
No necesito un hombre para ser feliz, estoy bien sola, con mi sueño cumplido de tener mi propia florería.
Definitivamente no necesito nada más. No, no lo necesito.
Mi amiga me da un fuerte abrazo y me trae de vuelta a la realidad. Deja caer detrás de mí el último bolso con sus pertenencias, definitivamente ya no quedan rastros de que ella había vivido aquí alguna vez.
— Estaremos bien —digo con lágrimas en los ojos—. Nos seguiremos viendo, nos veremos esta noche en la cena de los viernes y todos los viernes siguientes. No tendremos posibilidad de alejarnos.
ESTÁS LEYENDO
La intensidad de tu amor {Completa}
RomanceMe ha llevado tiempo, pero al fin he conseguido estabilidad emocional y económica. Mis amigos se transformaron en mi familia, Julia es mi cable a tierra, la que me consuela en esos días que no puedo dormir y su novio Leandro, se convirtió tan rápid...