Emilia está teniendo una especie de crisis y no tengo ni la menor idea cómo puedo ayudarla, así que me siento a su lado y la abrazo intentando tranquilizarla, luego acaricio su espalda que es lo que siempre la calma, mientras hago eso, suplico para que funcione como lo hace con las tormentas.
— Mírame, Colo... —Susurro y ella levanta su vista hacia mí, su mirada está como perdida y sus labios fruncidos. Está enojada—. ¿Colo, estás bien?
Acaricio su mejilla, pero ella se aparta. Algo no anda bien, tengo que sacarla de este lugar. Intento tomar su mano y ella la esconde detrás de su espalda.
— No debo hablar con extraños. —Dice y hace un gesto con su boca como si no reconociera su propia voz.
— No juegues conmigo, Colo, vivimos en la misma casa... No somos extraños, sé que actué primitivamente hace un rato con el idiota ese... —Cubre su boca y enarco una ceja. Algo definitivamente no va bien—. ¿No sabes quién soy? —Niega con su cabeza.
— ¿Eres amigo de mi papá?
— ¿De qué estás hablando Colo? No conozco a tus padres. —Una loca idea se me cruza por la cabeza—. ¿Cuántos años tienes, Emilia?
Cuando me dice que tiene diez años, es mi turno de cubrirme la boca con la mano. Ella cree que tiene diez años.
— Ven, te mostraré algo. —Extiendo mi mano para que la tome, al principio duda pero luego la toma.
Caminamos unas cuantas cuadras, por suerte pude recordar el camino de regreso al hotel, de lo que no me di cuenta fue de evitar la calle donde estaba su casa. Ella se detiene frente al terreno baldío y comienza a llorar desconsoladamente. La abrazo, no puedo hacer más que eso y gracias a la vida mi mano aún conserva la magia de calmarla.
— ¿Cómo te llamas? —Pregunta luego de secar sus lágrimas mientras mira el suelo.
— Ulises. —Respondo sin poder evitar sonreír, ella se queda mirando mi sonrisa y, naturalmente, el hoyuelo.
— Tus ojos son muy bonitos y eso que tienes ahí.
Coloca su dedo sobre la marca, tomo su mano entre las mías y le doy un pequeño beso en sus nudillos, como si fuera una princesa.
— ¿Esto es tuyo? —Me muestra un teléfono que saca de uno de sus bolsillos, lo tomo y reviso el historial de llamadas, encuentro el número de su madre. Inmediatamente presiono el botón de llamada. Primero se escucha un resoplido.
— Emilia, si vas a volver a reprocharme que derribé la casa, ahórratelo. La decisión la tomamos con tu padre hace muchos años, si te molestaras en escuchar los mensajes te hubieras enterado, pero como eres tan rencorosa...
— Señora, buen día. —La interrumpo—. Mi nombre es Ulises Sosa y soy amigo de su hija. Estamos en el pueblo y creo que sería conveniente que venga a verla. Algo muy raro pasó con ella. —La escucho bufar.
— Mire, yo no sé quién es usted y si Emilia tuviera un problema ya me hubiera enterado, además ella no querría que yo me involucrara en su vida. Lo deja en claro las pocas veces que contesta mis llamadas. Así que ahórrese la molestia de inventar estupideces y póngase a hacer algo útil con su vida. —Observo la pantalla del celular completamente atónito, no puedo creer que esa mujer sea su madre. Corto la llamada, incapaz de seguir escuchando a esa persona decir una idiotez más.
— Necesitas un lugar donde quedarte, iremos a buscar mis cosas al hotel y volveremos a casa. —Espeto aún furioso mientras le tiendo mi mano.
— Pero ésta es mi casa, no puedo ir a tu casa. Mi mamá vendrá a buscarme y no me encontrará.
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La intensidad de tu amor {Completa}
RomanceMe ha llevado tiempo, pero al fin he conseguido estabilidad emocional y económica. Mis amigos se transformaron en mi familia, Julia es mi cable a tierra, la que me consuela en esos días que no puedo dormir y su novio Leandro, se convirtió tan rápid...