- ¿Qué traes ahí?- preguntó ella refiriéndose a las bolsas que sostenía de su mano izquierda. Jamie sonrío. - Te traje ropa.- extendió el brazo y se lo entregó.- tómalo como un regalo. Frunciendo el ceño, Dakota cogió las bolsas. - ¿Cómo estás tan seguro de cual es mi talla? Jamie cruzó los brazos sobre su pecho, mientras la miraba desafiante. - Eres de talla mediana. Prefieres usar pantalones antes que un vestido, de preferencia que sean ajustados. Te encanta usar los zapatos con tacones, aunque a veces prefieres usar unos cómodos converse. Tienes una ligera obsesión por los anillos, y te gusta coleccionarlos cada vez que vas de viaje. Dakota entre abrió la boca. Era demasiada la información que sabía él de ella. - ¿Cómo sabes todo eso? - De algo me han servido las noches que me he quedado afuera de tu casa, observando te desde la ventana mientras te cambiabas de ropa, nena. Dakota no se sorprendió. Viniendo de parte de él, todo era posible. Ahora entendía la razón por la cual en las noches se sentía observada desde su habitación. - ¿Dónde conseguiste la ropa? - La compré. Pensé en pasar por tu casa a sacarte un poco de ropa, pero estaba repleto de policías.- dijo simplemente. Los ojos de Dakota se iluminaron con un brillo de esperanza, que Jamie notó. Eso significaba que la estaban buscando. - ¿De verdad? - Si, ahora ve y pruébate la ropa que te compré y dime si te gustó. Dakota obedeció y se giró para subir las escaleras, mientras sostenía a Nico de un brazo y las bolsas del otro. Dejó al perrito encima de la cama y las bolsas a un lado. Buscando una posición cómoda para acostarse, Nico caminó en círculos sobre la cama y se acostó. Después de una ducha rápida, Dakota volvió hacia su habitación envuelta en una toalla y vació el contenido de las bolsas sobre la cama, encontrándose con unos cuantos pantalones, camisas y zapatillas. Había ropa suficiente como para estar ahí más de un mes. Y como si fuera poco, Dakota se fijó en las cajas de Victoria Secrets que habían quedado al interior de las bolsas y su boca se abrió en una pequeña “o” al encontrarse con un conjunto negro de lencería atrevida. Jamie le había comprado unas cuantas braguitas y sostenes más, pero nada era comparado como aquel conjunto. Como jamás había tenido un conjunto de ese tipo, le llevo unos minutos saber como se abrochaba. - Mmh… ¿Qué te parece, Nico?- dijo ella, mirándose al espejo de cuerpo completo. El perrito solo se limitaba a observarla, aun acostado sobre la cama mientras se divertía mordiendo una pelota de béisbol que Dakota le paso al encontrarla por ahí. Resultaba muy erótico saber de que Jamie deslizó sus manos sobre la tela de la tanga que ahora descansaba íntimamente en su entre pierna, al igual con el sostén que ahora cubrían sus pechos. Cada vez que pensaba en eso, un escalofrío le recorría por la espalda y era imposible evitar que sus pezones se endurecieran ante el pensamiento. Se miró ahora de perfil en el espejo. Se sentía increíblemente femenina con ese conjunto puesto, que le queda a la perfección. - Bueno, veamos que tenemos por aquí.- cogió unos pantalones color azul marino y se los colocó. El pantalón se adaptó perfectamente a sus piernas, ajustados, tal cual como a ella les gusta haciendo que pareciera tener unas caderas mas anchas y el culo mas grande y redondo. Terminó de vestirse colocándose una polera de cuello “V” y sus infaltables converse. Como si estuviera en una pasarela, Dakota empezó a probar diferentes poses frente al espejo. - ¿Cómo me veo?- dijo ella girándose para ver a Nico.-¿Te gusta?-El perrito ladeó la cabeza y como si le entendiera, ladró en signo de aprobación. Dakota sonrío y se sentó en la cama a su lado, lo tomo y lo acostó sobre sus piernas. Mientras acariciaba a Nico, miró hacia el exterior por la ventana y pensó lo maravilloso que sería poder salir y lucir su nueva ropa por las calles de la ciudad. Aunque en el fondo, sabía que eso seria imposible y la única persona que la podría ver así seria Jamie. Dakota bajó a Nico de sus piernas y salió de la habitación. Al bajar las escaleras, se encontró con Jamie quien caminaba de un lado para otro buscando algo, tal vez. - ¿Buscas algo?- preguntó ella. - Si.- dijo, ahora buscando de bajo del sillón.- ¿Haz visto mi pelota de béisbol?- preguntó sin voltearse a verla. Ella cerró y abrió los ojos lentamente mientras maldijo por lo bajo. Nico. - ¿Te refieres a una pelota blanca lo suficientemente atractiva para un cachorro?- dijo ingenua y soltó una risita nerviosa. Jamie se detuvo al seco y lentamente, se giró. Apretó los puños y a paso pesado se le acercó. Dakota tuvo el instinto de salir corriendo, pero no lo hizo. Alzó la barbilla y lo vio a los ojos temerosa, mientras que Jamie la miraba serio, sin ninguna pizca de gracia. - Exactamente de esa pelota es de la que estoy hablando,¿Y bien? ¿Dónde esta? - Eh… yo, pues….- tragó saliva.- la encontré y se la pase a Nico para que jugara… pero juro no volver a hacerlo.- dijo rápido cuando vio a Jamie apretar la mandíbula, obviamente, enfadado. - No toques mis cosas. Si quieres que tu perro juegue con algo, dime y te lo comprare.- le dijo con suavidad, pero a la misma vez firme. Ella solo asintió. Observó detrás del hombro de Jamie a Nico bajar las escaleras con su típico trote mientras sostenía la pelota de béisbol de Jamie en su boca. Paso por al lado de él, y se detuvo al frente de Dakota donde se sentó y soltó la pelota, dándole a entender que quería salir a jugar. - Mi pelota de béisbol….- musitó Jamie , se agachó para recogerla. La pelota estaba mordisqueada, maltratada y húmeda por la saliva de Nico. - Lo siento.- murmuro ella.- Nico también lo siente, ¿Verdad?- miró a su perrito quien, no le importaba en lo mas mínimo. - Da igual. Tómala si quieres, ya no me sirve.- le entregó la pelota con un gruñido ahogado. - No volverá a suceder….- le prometió.- oh, y por cierto, gracias por la ropa. Me ha encantado. Jamie sonrió. La miró de pies a cabeza, y al instante se le paso la rabia. La ropa le quedaba de lujo, más de lo que pudo haberla imaginado en su mente cuando la compró. - ¿Y el conjunto? ¿Te gustó? Ella se sonrojo. - Uhmm, está bonito.- dijo, esquivando su mirada.- ¿Me dejas salir al jardín a jugar un rato con Nico?- preguntó cambiando bruscamente de tema. Jamie asintió, y sin quitarle los ojos de encima, vio a Dakota girarse y caminar junto con Nico hacia el jardín. Jamie centró sus ojos en su trasero. Madre mía, pero que buena estaba… el sensual contoneo que hacia con sus caderas al caminar, podría ser el movimiento mas erótico que haya visto jamás. Y aquel pantalón, le quedaba de maravilla, pronunciando su lindo culo paradito, tal cual como a él le gusta. Solo cuando Dakota salio al jardín, Jamie se movió y recordó, demasiado tarde, que debió haberse comprado unos pantalones anchos. Caminó y subió las escaleras para encerrarse en su cuarto. Encendió la televisión, para tratar de distraerse un poco, pero sus pensamientos solamente estaban concentrados en la atractiva mujer que se encontraba afuera en su jardín. Se levantó y observó desde su ventana hacia el jardín, en donde podía ver a Dakota jugando con Nico. Ella lanzaba la pelota de béisbol a lo lejos, mientras que su perrito corría en busca de aquella para luego volver y entregársela. Dakota la tiró nuevamente, y al hacerlo su camisa se levantó, mostrando así una linda vista de su vientre plano. Dios, aquella mujer era sexy en todas las palabras. Jamie se relamió los labios cuando Dakota corrió en busca de la pelota que Nico, accidentalmente, no la logró encontrar. Y le agradeció, al ver el movimiento que hacían sus pechos al subir y bajar mientras corría. Le dolían los labios por el deseo de besarla y las manos por la necesidad de acariciar su cuerpo, como en tantas noches había fantaseado. Pero tenia que esperar si quería que todo resultara como el quería… y así una vez por todas, lograr reclamarla como suya en cuerpo, corazón y alma. Aunque le resultaba difícil el poder esperar teniendo a tan estupenda mujer metida en su casa.... se recostó encima de su cama. Estiró el brazo y cogió el retrato de Dakota que él había mandado a enmarcar, que yacía sobre su mesita de noche. Sintió cierta ternura al verla a ella, con sus tiernos quince años, sonriente como siempre. Acarició con las yemas de sus dedos la textura de la fotografía, deteniéndose en los labios de Dakota. Anhelaba besarla una vez más, y poder conservar el exquisito sabor de sus labios en su boca para siempre… Recorrió con la mirada la fotografía de Dakota una vez más. Aun recordaba el día que tomo esa foto. Él siempre la fotografiaba, todos los días, sin excepción. Le gustaba la idea de poder conservar la belleza de Dakota mediante una foto. Tenía fotos de ella desde que la conoció… hasta hoy. Y joder, aunque ya no fuera nada de ella se le hacia irresistible no seguir observándola a escondidas. Era imposible alejarse de Dakota aun así cuando ella no quería verlo nunca más. Dakota caminó y se sentó bajo la sombra de un árbol. Nico corrió hacia ella y se acostó a su lado boca arriba, Dakota empezó a acariciarle la tripa mientras él se retorcía en el césped, juguetón. El perrito se incorporó mejor y se acurrucó a su lado, mientras ella lo envolvía en sus brazos y lo empezaba a acariciar. - Ey, no hagas eso. Da cosquillas.- río Dakota cuando Nico empezó a lamerle la mano. Ella cerró los ojos disfrutando de la brisa del viento soplando detrás de su espalda, haciendo que las hojas de los árboles sonaran y que unos cuantos mechones de pelo cubrieran su rostro. Respiró profundamente, sintiéndose tranquila, en paz. De repente, escuchó a Nico gruñir y abrió los ojos, encontrándose con Jamie al frente de ella. Levantó la mirada para verlo a los ojos. - ¿Ocurre algo?- dijo ella. Jamie no dijo nada. Se coloco en cuclillas, quedando al frente de ella y la besó. Dakota no hizo nada. No se apartó, pero tampoco le siguió el beso. Jamie movió sus labios, moviendo los de ella también. Él la besó de una manera tierna, cariñosa. Nada exigente, que izo a Dakota recordar el tiempo de su adolescencia. Aquellos días, que los solía compartir con él. Pero su orgullo, la detuvo. - Te dije que no volvieras a tocarme.- le dijo ella. En su rostro se mostraba una expresión de dolor. - Y yo te dije que no me importaba.- acarició su mejilla, en un vaivén cariñoso que solía hacerle el, cuando eran mejores amigos.- ¿Te he dicho que la nueva ropa te queda de lujo? - No, y no me interesa saberlo por parte de ti.- mintió. Claro que le interesaba saberlo, ¿Pero por qué? Ni ella lo sabía. Jamie se río. - Pero que mentirosa me has salido, Dakota... no has cambiado nada. - Eso es lo que tú crees. He cambiado, y muchísimo… - Mmh… bueno, en eso estoy de acuerdo.- dijo, comiéndosela con los ojos. Bajó la mirada hacia su escote.- oh, nena….-gimió.- ¿Acaso quieres matarme de una erección? Dakota no entendió. Hasta que se dio cuenta, de que el cuello de su camiseta se había bajado un poco, lo suficiente como para dejar a la vista una parte de su sostén, y algo más a la imaginación. Dakota solo se sonrojo, sin saber que decir y se cubrió rápidamente, colocando todo en su lugar. - Te has puesto el conjunto.- dijo y cerró los ojos por un segundo, imaginándola a ella con el conjunto puesto, el cabello alborotado, cayendo sobre sus hombros y con unos zapatos de aguja. Perfecta.- sí… ya quiero enterrar mi nariz en tu cabello para cuando te folle - ¡Joder, cállate!- exclamó, sonrojadísima hasta no poder mas por la vergüenza.- no conocía ese lado tuyo Jamie, ¿Qué te ha pasado? - Crecí, maduré… supongo... - A propósito, no me haz dicho nada sobre ti, y me gustaría saber que has hecho en todos estos años.- dijo,interesada por saber más de él.- ¿Qué hiciste después de salir de la escuela? - ¿Qué te puedo decir? Mi vida no ha sido interesante desde que te fuiste.- admitió y Dakota se sorprendió con la facilidad que utilizaba al hablar… sobre ese tema.- he tenido una que otras aventuras, pero nada fuera de lo normal. Jamie recordó los días en que después de vigilar a Dakota, salía con sus amigos a beber para luego conseguirse a alguien en la noche para follar hasta no poder mas. Era su manera de desquitarse después de ver a Dakota junto con sus novios, que él mismo se había encargado de eliminar. Los espantaba, amenazándolos mediante cartas y llamadas. En resumen, Dakota había tenido unos cuantos novios, en donde la relación que más duro fueron cuatro meses, ya que los demás abandonaban a Dakota a la semana siguiente al enterarse que un psicópata estaba detrás de ella. Jamie siempre conseguía lo que quería; mantenerla alejada de los hombres, mientras que Dakota salía con el corazón roto. - Hay algo que no entiendo.- dijo ella, frunciendo el ceño.- ¿Jamás estuviste en la universidad? Jamie se encogió de hombros, desinteresado. - No, jamás me ha llamado la atención. - ¿Por qué? En la escuela siempre sacaste buenas notas, hasta tuviste el mejor promedio de la clase. Incluso me ganaste a mi.- dijo, un poco cabreada por el hecho de que a Jamie no le importara demasiado.- pudiste haber tenido un buen futuro, Jamie. Él la observó. Un brillo de rencor apareció en sus ojos. - ¿De que me sirve pensar en el futuro, si no te tengo a ti?...
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acosada
RomanceTe estaré vigilando...» Dakota no puede olvidar las últimas palabras de Jamie Dornan, el hombre al que una vez consideró tímido y conservador, y ahora lo describe como impulsivo y agresivo.