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- ¿Qué pasa? Por lo que recuerdo, antes Morías por hacerme tuya … ¿Y ahora? Jamie le dedicó una mirada que la izo derretir hasta los huesos.
- Quiero devorarte.
Dakota gimió cuando Jamie la acorraló contra la encimera de la cocina. Jamie apoyó su pierna por entremedio de las suyas y Dakota pudo sentir su erección presionar contra su entrepierna. Él la besó con una desesperación que ni el mismo reconoció. Ella despertaba algo en su interior. Algo primitivo y salvaje, que la hacia desear de una manera inhumana. Dakota jadeó cuando Jamie empezó a mover sus manos sobre sus pechos. Él pudo sentir lo duro que estaban sus pechos bajo sus manos. - Mmh… mi gatita se está poniendo caliente.- dijo él, su voz ronca y áspera. Jamie no recordaba la última vez que había deseado con tanta urgencia a una mujer, y en cambio Dakota... ella sobrepasaba los límites. Antes el rencor lo había llevado a querer el cuerpo de Dakota, para tomarla y luego rechazarla, pero ahora no sabía lo que en verdad quería de ella. - ¿Por qué haces esto?- preguntó él, entremedio de un jadeo. - Porque es algo que quiero hacer. Te deseo, Jamie. ¿Es que acaso tu no a mi? - Te he deseado desde la primera vez que te vi. Y la volvió a besar. Dakota jadeó cuando Jamie la levantó obligándola a enrollar sus piernas alrededor de su cintura. Sus labios jamás se despegaron. Cuando Dakota abrió los ojos se dio cuenta de que estaba en la habitación de Jamie , y sobre su cama. Observó en silencio a Jamie quitarse la camiseta, y luego el pantalón. Sus ojos se clavaron en su erección, cubierta apenas por la delgada tela del boxer y aun así, se veía enorme. Dakota también se desvistió, pero solamente se quitó sus jeans, aquel pantalón, que pronunciaba su trasero, que a Jamie tanto le enloquecía. Dakota se colocó a horcajadas encima de él, mientras que Jamie apoyaba su espalda sobre el respaldo de la cama. Jamie se mantuvo inmóvil mientras miraba a Dakota quitarse la camiseta por encima de su cabeza, luego ella deslizó sus manos en su espalda y se desabrochó el sostén. Jamie clavó sus ojos en sus pechos. - Quiero chuparte los pechos hasta que no pueda más. - ¿Ah, sí?- dijo ella mientras tomaba sus senos hacía él, en un descarado ofrecimiento. Jamie gimió ante la invitación. - Si.- dijo y su gruñido fue ahogado al momento de hundir su cara en sus pechos. Dakota echó la cabeza hacia atrás mientras sentía la caliente lengua de Jamie trazar excitantes círculos alrededor de su pezón. Dios, el hombre era increíble. Ella no pudo respirar cuando Jamie succionó, enviándole miles de escalofríos por su espalda. Mordió suavemente, y Dakota chilló. Ella pudo sentir la sonrisa de Jamie pronunciarse sobre su piel, y luego los besos fueron subiendo desde el valle de sus senos, hasta su cuello. - Tan bonita, preciosa. Única.- ronroneó él sobre su piel.- mi princesa… Dakota cerró los ojos y sonrío mientras escuchaba a Jamie hablar. Sus besos asían cosquillas sobre su cuello mientras su corazón latía cada vez más. Era hermoso poder escucharlo hablar de esa manera, la hacía sentir querida y admirada. Jamie la tomó de la cintura y la hizo girar sobre ambos. El bulto de Jamie se pronunció debajo del boxer. Palpitaba. Dakota gimió cuando él la besó. Jamie la besaba con una exigencia que la enloquecía, haciéndola jadear por más. Jamie se levantó de la cama, y se bajó el boxer de un tirón, dejando a la vista su enorme masculinidad. Dakota clavó sus ojos en ella. Trató de no reírse. El poder que tenía sobre él era increíble, tanta era la excitación que sentía Jamie en ese momento que moriría si no la follaba ahora mismo. - ¿Te gusta lo que ves, muñeca?- preguntó él, con una voz profunda y ronca, que hasta él mismo se sorprendió. - Mmh….- se relamió los labios, con los ojos oscuros por la lujuria.- si. - Tú lo has puesto así. Es tu culpa. - Ven aquí.- Dakota lo llamó con el dedo. ¿Porque de repente Jamie sentía la necesidad de querer ser tierno con ella? Ya no sentía ese impulso de ser exigente, impulsivo o controlador. Ahora era tierno. Cariñoso. Quería hacerle el amor de una manera que jamás olvidara. De una manera especial, única, demostrándole lo mucho que le importaba. Y eso, verdaderamente lo asustaba. Dakota suspiró mientras Jamie le besaba el cuello. Cerró los ojos y entrelazó sus dedos en su pelo. Era sedoso, suave, y mientras sus dedos se enredaban en su cabello sintió una ternura enorme que invadió su corazón. Amaba la manera en que Jamie la tocaba y besaba, le asía creer de que tal vez, ella era importante para él. Dakota jadeó cuando Jamie deslizó sus manos hasta su cintura, bajando aquellas braguitas que él mismo una vez le había comprado. Jamie acarició sus piernas, en un gesto cariñoso que a Dakota le sorprendió. - ¿Estas segura de esto?- dijo Jamie con delicadeza. Y luego se preguntó; ¿Por qué le importaba tanto cómo se sentía? Antes en lo único que podía pensar era en Hacerla suya costara lo que fuera, y ahora ni siquiera quería tocarla sin antes saber que se sentía cómoda con eso. Quería que disfrutara, tanto como él estaba disfrutando de su compañía en ese momento. - Si.- dijo segura, y luego una sonrisa se asomó por sus labios, inocente. Preciosa. Una de esas sonrisas, que antes solían ser la debilidad de él. Y Jamie se dio cuenta, de que aún seguía siéndolo.- quiero hacerlo. Jamie se inclinó y la besó. Dakota rompió el beso gimiendo cuando él la penetró. Lento, delicado, con un suave movimiento. Jamie gimió, dejando que Dakota se acostumbrara a él y sólo entonces se movió. Los ojos de Jamie jamás se despegaron de ella mientras seguía haciéndole el amor. Entremedio de la nube de la lujuria que cubría sus ojos, Dakota  lo miró. Los ojos de Jamie llameaban por ella, y el precioso color miel en ellos había desaparecido, transformándolos en un oscuro color marrón. El sudor estaba por todo su cuerpo, y aun así, Dakota pensó que no podía verse más guapo. - Ah….- gimió Jamie, aumentando el número de embestidas. Más rápido.- me tienes loco, Dakota. Harás que pierda el control. - Si, si.- gimoteo.- me encanta como lo haces. Jamie pensó que explotaría en cualquier momento. Había fantaseado tanto con tenerla debajo de él, y ahora que la tenía, no quería dejarla ir. Ni siquiera su mano podía brindarle el placer que estaba sintiendo en ese momento. Era una sensación tan extraña que no sabía como debía expresarse. Jamie gruñó cuando sintió a Dakota tensar se debajo de él. - Oh, Dios, Jamie …. ¡JAMIE! Y el grito de Dakota al llegar al orgasmo quedó marcado en su memoria. Jamie gimió por última vez, y gritando su nombre también la llenó. Jamie cerró los ojos y se quedó quieto dentro de Dakota, sintiendo como todo su líquido era exprimido por ella.

acosada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora